Afrontaba el cuarto y último curso de la universidad con el expediente totalmente limpio de asignaturas anteriores y dispuesto a terminar mi formación universitaria aquel mismo año con la vista ya puesta en mi incorporación al mundo laboral en algo relacionado con mis estudios.
Hasta ese momento, la asignatura que más me había gustado era la de marketing, y ya empezaba a intuir que por ahí podrían ir los tiros de mi futuro. Aunque en mi familia siempre había habido tradición bursátil, y hubiera sido una salida fácil porque mi padre se dedicaba también a ello, nunca acabé de sentirme atraído por ese campo. En todo caso, todavía me quedaba todo un año por delante, que por aquel entonces todavía me parecía muchísimo tiempo, para ir analizando posibles salidas.
El grupo de amigos de la adolescencia ya había saltado por los aires bastante tiempo atrás y aunque todavía quedábamos unos cuantos, nada era lo mismo. Algunos empezaban a hacer planes de boda, había quien se esforzaba sin descanso por terminar su ingeniería, unos salían, otros entraban y unos cuantos nos seguíamos viendo los domingos por la tarde en el fútbol, que actuaba todavía como pegamento de nuestras vidas.
Para mí, jugar con aquel equipo era como retroceder 10 años y volver a hacerlo con todos ellos en la parte de abajo del jardín de Víctor, donde mi hermano Luis y el primo Mike se habían encargado personalmente de enseñarme a aguantar y sortear patadas, empujones y marrullerías de todo tipo. Aunque no éramos los mejores, es sin duda, el equipo en el que más he disfrutado jugando al fútbol y pese a las palizas del restaurante, a pesar de las pocas horas de sueño de los fines de semana y pese a los partidos de la mañana de futbol 11, esos domingos por la tarde eran el mejor momento de la semana y me dejaba hasta el último aliento por tratar de hacer felices a mis amigos con una victoria.
Aquel año, ganamos la liga de segunda división y con ello la posibilidad de jugar en primera división de Majadahonda al año siguiente. Sin embargo, por circunstancias que os iré desvelando, el premio de jugar en la mejor división del campeonato, tendrían que afrontarlo sin mí.
En La Leyenda era ya todo un veterano y quizás fue el año que más trabajé de todos los que estuve allí. Lo hacía todo, bodas, comuniones, comidas y cenas de empresa, servicio de restaurante normal, todo. Después de casi cuatro años, seguía disfrutando mucho de aquel trabajo, del ambiente, de la gente, de mi integración y por supuesto del dinero que ganaba.
Todos los años reservábamos unos días, normalmente en Semana Santa, para irnos a esquiar varios compañeros encabezados siempre por Esteban (el de Extremoduro). ¡Cómo disfrutaba esos viajes y cómo los echo de menos! Avoriaz, Les Arcs, Flaine, y siempre con un maletón hasta arriba de latas de cerveza que causó más de una contractura en la espalda al guía de turno, que tenía que subirlo al maletero del bus, mientras nosotros nos hacíamos los despistados. En esos viajes, íbamos a esquiar, no había más. Por las mañanas, Esteban y yo preparábamos los bocatas para llevar a las pistas y no tener que pararnos ni un segundo.
Normalmente apurábamos hasta el último momento del día antes de que cerraran las pistas si todo salía como habíamos planeado, pero no siempre era así. En una ocasión, nos metimos en un fuera de pista que no solo nos sacó de la misma, sino también de la estación y aparecimos dos valles más allá, sin ninguna posibilidad de volver. Menos mal que un paisano del pueblo en el que emergimos, nos subió en su coche y por un módico precio nos acercó al lugar donde estaba nuestro apartamento. Según avanzábamos por aquellas carreteras de montaña nos dábamos cuenta de que, aunque hubiéramos tenido que pagarle el doble, nos hubiera valido la pena, porque estábamos realmente lejos de nuestro destino.
Mi plan sentimental, a pesar de haber sido destrozado ya en alguna ocasión, seguía firme y yo no perdía la esperanza. No era muy devoto del pico y pala que se suele usar en estos casos, si no que me decantaba más por el cincel y el martillo, algo más sutil y lento, aunque con muchas posibilidades de que por un mal golpe se te viniera todo abajo. La persona que más me apoyó, aconsejó y acompañó en aquel tortuoso camino fue El Ludo (el gran delegado) y esas confesiones hicieron que nuestra relación de amistad se fuera fortaleciendo. A día de hoy pienso que esas penurias establecieron la base de nuestra amistad y por tanto es uno de los aspectos positivos que pude sacar de todo ese aluvión de sentimientos por los que tuve que navegar.
Siempre he tenido la sensación, la intuición o incluso la certeza, de que esas navidades tuve mi gran oportunidad, especialmente en una noche en la que se celebró la fiesta de la empresa y salimos todos. Al final de la noche quedábamos muy pocos porque la gente se fue retirando y allí estábamos los dos, María y yo. Cuántas veces he pensado en aquel momento y sobre todo en cómo no fui capaz de dar el paso. Para autocomplacerme siempre he llegado a la misma conclusión: no era la persona adecuada, no hubiera salido bien, me hubiera hecho mucho daño más adelante, pero realmente fue mi falta de valor y un profundo miedo a salir herido, lo que me impidió recorrer los escasos centímetros que en algún momento separaban mi boca de la suya. Ya amaneciendo, la dejé en el portal de su casa y con un simple “hasta mañana” cerramos aquella noche intensa.
De vuelta a casa, en el primer semáforo en el que tuve que parar, comencé a dar golpes al volante con mi cabeza mientras me auto insultaba, “¡¡¡cómo eres tan gilipollas!!”, una y otra vez, ante la mirada sorprendida de una conductora madrugadora, de cierta edad ya, que me miraba con cara de: “qué mal está la juventud”. Creo que aquel fue el mal golpe de cincel que realmente nunca llegué a dar y a partir de ahí todo se fue resquebrajando.
Ese año sucedieron tantas cosas que no puedo resumirlo únicamente con una canción, así que tendré que dedicar dos canciones para contar todo de la manera más fiel posible, aunque he de reconocer que revivir todos aquellos sucesos no está siendo tan fácil como todos los anteriores y me está llevando mucho más tiempo que otras épocas. Escribo, releo, borro parte de lo escrito, vuelvo a releer, escribo de nuevo, borro todo lo escrito y vuelvo a empezar. Como soy de naturaleza positiva, pienso en el dineral en psicólogos que me estoy ahorrando y continuo adelante.
Uno de los grupos que descubrí en mis años de universidad y que me acompañaron toda esa época fue Garbage y me volví completamente adicto a sus dos primeros discos, Garbage y Version 2.0. En febrero de ese mismo año, vinieron a tocar a Madrid y compré dos entradas y, por supuesto, la invité a venir. Allí me di cuenta de que algo se había roto definitivamente y que, si en algún momento había podido tener alguna posibilidad o si alguna vez María había empezado a sentir algo por mí, se había esfumado.
Una de las canciones del segundo disco llamada “Special” se convirtió en una suerte de terapia de choque para mí:
I thought you were special
I thought you should know
But I’ve run out of patience
I couldn’t care less
Pensé que eras especial
Pensé que debías saber
Pero se me ha acabado la paciencia
No podría importarme menos
Esas frases conectaban perfectamente con el revoltijo de ideas y emociones que se agolpaban en mi cabeza y me ayudaron a empezar con esa fase… no sé bien cómo definirla, porque no era odio, ni desprecio, ni siquiera indiferencia, era incapaz de sentir eso por ella, era más como la necesidad de tener esos sentimientos para poder empezar a pasar página, aun sabiendo que eran completamente fingidos y forzados y que en el fondo seguía esperando cualquier señal.
Para romper un poco el ritmo de este relato tan lacrimógeno, os contaré un dato de la canción que siempre me ha encantado. El nombre de la canción tiene claras referencias a la canción de The Pretenders “Brass in pocket” en la que Chrissie Hynde canta eso de “I´m special, so special” y, además, hay una línea en la canción de Garbage que dice “The talk of the town” que es el título de otra canción de Pretenders. Los abogados de Garbage les pidieron que quitaran esa frase para evitar problemas legales que les pudieran costar miles de dólares después, pero Shirley Manson cantante de Garbage se negó en redondo y decidió llamar directamente a Chrissie Hynde que accedió sin ningún problema a que pudieran usarla. Al día siguiente de la llamada, recibieron un fax que decía: “Por la presente, yo Chrissie Hynde, permito a Garbage, la banda de rock, usar cualquiera de mis sonidos, mi voz o incluso mi propio culo” y jamás les pidió ningún dinero. A The Pretenders también tuve la oportunidad de verlos en directo teloneando a Van Halen en la época de Sammy Hagar, otro de esos conciertos inolvidables que he tenido la suerte de ver.
La entrada del concierto de Garbage la puse en una hoja de mi álbum de entradas sin ninguna otra alrededor para darle un lugar importante en mis recuerdos y así se ha quedado hasta el día de hoy.
I’m living without you
I know all about you
I have run you down into the ground
Spread disease about you over townI-I-I-I-I used to adore you
Cause I couldn’t control you
There was nothing that I wouldn’t do
To keep myself around and close to youDo you have an opinion?
A mind of your own?
I thought you were special
I thought you should know
But I’ve run out of patience
I couldn’t care lessI-I-I-I-I
I-I-I-I-I
Do you have an opinion?
A mind of your own?
I thought you were special
I thought you should knowI
I used to amuse you
I knew that I’d lose you
Now you’re here and begging for a chance
But there’s no way in hell I’d take you back
Do you have an opinion?
A mind of your own?
I thought you were special
I thought you should know
But I’ve run out of patience
I’ve run out of comments
I’m tired of the violence
I couldn’t care lessI’m looking for a new
I’m looking for a new
I’m looking for a new
I’m looking for a new
We were the talk of the town
We were the talk of the town
We were the talk of the town
We were the talk of the town
I thought you were special
I thought you were special
I thought you were special
I thought you were special
Yo vivo sin ti
Yo sé todo sobre ti
He echado tu reputación por el suelo
Propagué rumores sobre ti por toda la ciudad
Yo solía adorarte
porque no podía controlarte
No había nada que no hiciera
Para mantenerme cerca de ti
¿Tienes una opinión?
¿Alguna idea propia?
Pensé que eras especial
Pensé que debías saber
Pero se me ha acabado la paciencia
No podría importarme menos
YO-YO-YO-YO
¿Tienes una opinión?
¿Alguna idea propia?
Pensé que eras especial
Pensé que debías saber
Yo solía divertirte
Yo sabía que te perdería
Ahora estás aquí y rogando por una oportunidad
Pero no hay manera de que te acepte de nuevo
¿Tienes una opinión?
¿Alguna idea propia?
Pensé que eras especial
Pensé que debías saber
Pero se me ha acabado la paciencia
Me he quedado sin comentarios
Estoy cansado de la violencia
No podría importarme menos
Estoy buscando una nueva
Estoy buscando una nueva
Estoy buscando una nueva
Estoy buscando una nueva
Éramos la comidilla de la ciudad
Somos la comidilla de la ciudad
Somos la comidilla de la ciudad
Éramos la comidilla de la ciudad
Pensé que eras especial
Pensé que eras especial
Pensé que eras especial
Pensé que eras especial
Quem já passou por essa vida e não viveu,
Pode ser mais mas sabe menos do que eu.
Porque a vida só se dá pra quem se deu,
Pra quem amou, pra quem chorou, pra quem sofreu.
Quem nunca curtiu uma paixão
Nunca vai ter nada, não.
Ay amore…amé, lloré y sufrí
¡Hasta de mi culo! Jajajajajaj! Si vas directo a la fuente siempre resulta más efectivo.
Gracias por un capítulo más de tu vida. ¡Me encanta conocerte más!
Igual hay que explotar la idea de este tipo de terapia!
Como me ha gustado esa sutil manera de describir los problemillas internos del grupo de amigos de la adolescencia….
Y qué mal lo pasamos en primera!!!!!!
A las bravas!!! Al menos jugasteis en primera, yo no lo he podido hacer nunca!
Pues si que esquiasteis rato! Menos mal q os trajeron de vuelta, Que locura!
Jajajaja, total, fue toda una aventura!!!