5. Here I go again. Whitesnake

Como ya he comentado anteriormente nunca fui muy buen estudiante, me costaba muchísimo poner los codos sobre la mesa y, cuando lo hacía, mi capacidad de concentración duraba escasos minutos. En clase solo pensaba en qué iba a hacer en el recreo o al salir del cole y no me enteraba de las cosas, no por rebeldía o pasotismo, sino porque mi cabeza andaba en otros mundos. Todavía recuerdo con cierto susto esas mañanas en las que llegaba al colegio y mis compañeros me preguntaban cómo llevaba el examen… ¿Examen de qué? ¡Otra vez igual! Para ayudarme en mis eternas dudas en matemáticas recurría a mi hermano mayor que de vez en cuando me daba clases. Ahora que soy padre y que tengo que ayudar a mis hijos con las matemáticas comprendo un poco mejor a mi hermano mayor y sus hirientes comentarios hacia mi inteligencia en esas clases.

A pesar de todo, en los años de 6º , 7º  y 8 º de EGB iba aprobando las asignaturas más o menos como podía, sacando partido de mi buena vista, inventando un poco de aquí y un poco de allá o echándole un poco de morro a la vida, como en los exámenes de Sociales en los que sólo preguntaban el mapa físico o político de España y yo respondía el único que me sabía, fuese o no el que la suerte me había deparado, para después, con un rápido movimiento de manos cual trilero profesional, incorporar mi examen al taco adecuado. En fin… como dice la canción: “Pequeñas tretas, para continuar en la brecha”. Lo peor era cuando a mis padres les tocaba tutoría con el profesor de turno en las que les mostraban la cruda realidad: “Su hijo es un poco vago”. También ahí fui mejorando la técnica y conseguía poner una cara de pena y cansancio   que podría ser la envidia de los grandes actores de Hollywood y que reblandecía el duro caparazón de los profesores: “Vivimos muy lejos, me levanto muy pronto para no llegar tarde y paso todo el día muy cansado, pero me voy a esforzar más”. No fallaba y además no faltaba del todo a la verdad. En casa, yo era el primero de mis hermanos en levantarme, desayunar y cumplir con mis obligaciones que no eran otras que ir al coche, arrancarlo, poner la calefacción para descongelar los cristales y dejar el coche calentito para cuando llegaban mi padre y mis hermanos. Aquellos momentos los aprovechaba yo para, con mucho cuidado, mover un poco el coche adelante y atrás para ir “pillando el tranquillo”, ¿se sigue usando esa expresión?, al embrague del coche y para hacer el último repaso del examen del día sin mucho éxito ya que la tiritona hacía imposible la lectura.

Y es que, en invierno, en El Plantío hacía mucho frío. Había ocasiones en que, si llovía mucho, muy cerquita de casa se formaba un pequeño embalse. Una tarde de invierno después de varios días de lluvia, el primo Mike y yo, decidimos ir a ver cómo estaba el embalse y observamos que ya contaba con una fina capa de hielo en la parte superior. Como no podía ser de otra manera, nos quedamos por allí tirando piedras, buscando bichos y saltando de roca en roca para pasar al otro lado. En uno de esos saltos, la oscuridad de la noche me jugó una mala pasada y lo que yo creía que era una roca firme, resultó ser un gran trozo de corchopan, así que nada más pisarlo me hundí en las aguas heladas del pequeño embalse empapándome de pies a cabeza… puuuuffff, todavía puedo sentir la sensación mientras escribo, una impresión de frío y deshonor, bochorno y vergüenza. “No saltes, Mike” fue lo único que pude decir, mientras mi primo se retorcía de risa encima de una piedra, esta vez auténtica, a salvo del horroroso frio.

Además de matemáticas, mi hermano mayor me enseñó muchas otras cosas. Un día de 1982 llegó a casa con una cinta de Whitesnake, Saints & Sinners. Me dijo: “esto lo he escuchado en la radio y me gustó así que me lo he comprado”. En ese momento la banda estaba compuesta por David Coverdale como cantante, Bernie Marsden y Micky Moody a las guitarras, Neil Murray al bajo, Jon Lord al teclado y Ian Paice a la batería… casi nada. En ese disco había dos canciones que, para mí, destacaban sobre el resto, una era “Crying in the rain” y la otra “Here I go again”. Me enamoré de la segunda. Horas y horas poniéndola, rebobinando con el boli BIC para no gastar las pilas, poniéndola, rebobinando, poniéndola, así día tras día. Cuando no la estaba escuchando en mi habitación me ponía el video musical, si salía al jardín me llevaba el reproductor, incluso cuando iba al baño a sacar lo mejor de mí, allí me la llevaba también. Por aquel entonces, mediados de los 80, empezaron los videos musicales y había programas en la tele dedicados exclusivamente a este nuevo formato. Nosotros, cargados con una pila de cintas Beta (¡¡madre mía lo que están aprendiendo los más jóvenes!!!) veíamos todos esos programas para ir grabando los videos que más nos gustaban. Así, conseguimos confeccionar unas cuantas cintas de videos musicales que nos encantaba ver. El video de esta canción era uno de los que teníamos grabados y es el que os pongo esta semana. En 1987 sacaron un disco llamado precisamente 1987 en el que publicaron una nueva versión de la canción con la intención de llegar al público americano, lo que consiguieron junto con la archiconocida “Is this Love”. A pesar de que la segunda versión se convirtió en número uno en USA y que es, sin duda, la más conocida de las dos, para mí no hay color y la primera versión con su toque blues rock es infinitamente mejor, ¡¡pero no discutiré esto con nadie!!

Tuve que esperar al 26 de Julio de 2013, para ver a Whitesnake en un concierto con Europe y Def Leppard (ya lo siento Enrique Cocero, pero este grupo va a salir varias veces muy a tu pesar). A pesar de los problemas de voz de Coverdale, escuchar esta canción en directo por primera y, última vez hasta ahora, fue uno de esos momentos de felicidad plena de los que ya os he hablado y que por supuesto nunca podré olvidar. Allí estábamos unos cuantos, mi primo Mike, mi prima Tere, mis hermanos mayores, mis hermanas Camino (¡¡cómo te lo pasaste maja!!!) y Blanca, mi amigo Víctor (no digo nada… necesitaría un libro entero), Mario y al que ya he mencionado en este blog, mi amigo del cole, Borja, aunque ¡¡creo recordar que le perdimos a mitad de concierto!!

Esta canción abrió definitivamente mis ansias por conocer más grupos, más canciones que pudiera considerar mías, para compartirlas con mis amigos más cercanos y para, a través de ellas, construirme mi propia identidad. No sé si fue la época más feliz de mi vida porque como todo niño de doce o trece años tenía mis dudas, mis miedos, mis malas notas, mi timidez algunas veces excesiva, mi necesidad de sentirme parte de algún grupo y, a la vez, de ser yo mismo. Era toda una montaña rusa de sentimientos, pero siempre acompañado de algo que me ayudaba y tranquilizaba: la música.

La música y el deporte. Las tardes más perfectas que podía tener eran aquellas en que me juntaba con mis amigos de El Plantío, Víctor, Darío, David, Javi, Mike y Quique, para jugar al basket y escuchar música a la vez. Ellos conocieron a Guns n´Roses (ya sabéis chicos, hay que escucharlo tres veces seguidas y en la cuarta ya no puedes parar) meses antes del gran boom de la banda, mientras jugábamos un 3 contra 3 en la canasta de mi casa bajo una farola que, si por algún motivo era golpeada, se apagaba y tardaba unos 15 minutos en volver a lucir, tiempo que obviamente dedicábamos a escuchar con más atención la música. La farola y su enorme tornillo que sobresalía a la altura de los tobillos no eran el único riesgo de la cancha. En la línea de tiros libres teníamos un árbol contra el que solíamos chocar, siempre había algún coche aparcado en los límites del campo y además teníamos bordillos en ambos lados de la calle. Las líneas del triple eran las grietas del cemento y todos sabíamos perfectamente cuales eran. Yo pasaba tantas horas allí que, simplemente con mirar al suelo, sabía por las grietas donde estaba y no me hacía falta mirar a la canasta para meter mis lanzamientos lo que indignaba a mis amigos. En esas condiciones he jugado yo los mejores partidos de baloncesto de mi vida. Allí me pasaba las horas que no estaba escuchando música, tirando a canasta, haciendo entradas e incluso mates (ya un poco más mayor y por supuesto en mi canasta que no estaba a la altura reglamentaria). El basket me encantaba y, sin que quede muy presuntuoso, se me daba de cine. Mi ilusión más grande, una vez asumido que frontman no iba a ser, era la de ser jugador de basket, pensaba que tenía talento, pero desgraciadamente no acababa de dar el estirón (todavía sigo esperando). Yo rezaba mucho y decía: “¿Por qué me das el don de jugar tan bien al baloncesto y no me das más centímetros, no te entiendo?”. Después de muchos años lo entendí. Los veranos que pasábamos jugando todas las noches al baloncesto hasta que mi padre asomaba por la terraza para soltar su frase más recordada: “Vale ya con la pelotita de los cojones”, son uno de los recuerdos más increíbles que guardo de mi niñez y adolescencia y esa pandilla que, como todas las pandillas del mundo, se rompería años más tarde será la protagonista de la próxima canción.

I don’t know where I’m going
But I sure know where I’ve been
Hanging on the promises in songs of yesterday
And I’ve made up my mind
I ain’t wasting no more time

Here I go again
Here I go again

Though I keep searching for an answer
I never seem to find what I’m looking for
Lord, I pray you give me strength to carry on
‘Cause I know what it means
To walk along the lonely street of dreams

Here I go again on my own
Going down the only road I’ve ever known
Like a hobo I was born to walk alone
But I’ve made up my mind
I ain’t wasting no more time

I’m just another heart in need of rescue
Waiting on love’s sweet charity
And I’m gonna hold on for the rest of my days
‘Cause I know what it means
To walk along the lonely street of dreams

And here I go again on my own
Going down the only road I’ve ever known
Like a hobo, I was born to walk alone
And I’ve made up my mind
I ain’t wasting no more time

But here I go again
Here I go again
Here I go again
Here I go

‘Cause I know what it means
To walk along the lonely street of dreams

And here I go again on my own
Going down the only road I’ve ever known
Like a hobo, I was born to walk alone
And I’ve made up my mind
I ain’t wasting no more time

And here I go again on my own
Going down the only road I’ve ever known
Like a hobo, I was born to walk alone
‘Cause I know what it means
To walk along the lonely street of dreams

34 comentarios en «5. Here I go again. Whitesnake»

  1. Las tretas escolares, otra cosa que aprendí de tí. Cambiazos, bolígrafos chuleta, caritas de pena y todo tipo de excusas inverosímiles. No hay nada como tener un hermano mayor que te enseñe esas cosas!

    Responder
  2. Dios!!!!!!, cuántos millones de veces habremos visto ese video, bueno, y las cintas que cada tarde poníamos…..
    Y los basket en la calle…. En fin, que recuerdos.

    Responder
    • Y además el video bueno, esta no podía faltar!! Y los baskets, eras el mismísimo Charles Barkley en versión reducida, cómo usabas el culo para ganar la posición!!, jajajaja

      Responder
    • Tarde tras tarde y noche tras noche con el basket … hasta q tu padre asomaba por la terraza para soltar su frase más recordada: “Vale ya con la pelotita de los cojones”..
      Jajajajjaja me parto!!!

      Responder
  3. Marcos me han encantado las memorias 5. El deporte, la música y a vivir… ¡Qué buena familia! ¡qué buenos amigos! Un beso.

    Responder
  4. No dejo de emocionarme cada vez que os escucho hablar de estos recuerdos. La canasta, los paseos con Mike buscando bichos… Y la música como banda sonora. Una infancia maravillosa en la que los deberes y sacar buenas notas, estaban en segundo plano. Que envidia!

    Responder
    • Lo de las buenas notas más que en un segundo plano era pura ciencia ficción! Pero sí, fue una infancia que no cambiaría por nada!! Gracias por emocionarte!!! Te quiero!!!

      Responder
  5. Jajajaja.
    Es curioso, recuerdo todo como si hubiera sido ayer, las mañanas para irnos a Madrid con tu padre en el coche, las tardes viendo las cintas con los videos grabados, el concierto y por supuesto, las tardes (y prolongación hasta las tantas de la noche) de los partidos de baloncesto con el «vale ya con la pelotita de los cojones», pero de lo del chapuzón en las gélidas aguas del estanque no recuerdo nada (será que al no caerme yo no pasé el suficiente frío como para que se me quedara grabado en la memoria ese momento) lo que sí recuerdo, es que el Karma vino de vuelta por haberme reído de ti, y en un intento de sortear una poza en un río de Mezana trepando por una rama, la rama se partió y el que acabó en el agua en ese día fui yo.
    ¡Qué grandes momentos!

    Responder
  6. Que gran concierto, si señor, lo repetiría una y otra vez.

    Lo que no mencionas era la mala leche que tenías jugando al baloncesto también. Blanca y yo no podíamos miraros desde la terraza porque nos gritabas cuando no te salía la jugada que querías! Que genio! 🙂

    Responder
    • En serio?? Recuerdo tener mala leche, pero no recuerdo gritaros!!! Pues perdón desde aquí por esos gritos!!! De todas maneras no sería muchas veces porque casi siempre me salían las jugadas!!!; jajajajaja

      Responder
      • 😂😂 no hombre, algún grito así como ¡quitaros de ahí anda! Aprendimos rápido así que no te preocupes. Yo tengo muy buenos recuerdos de las noches de verano en el plantío. La calle sin el ruido de la pelota y vosotros jugando no era no mismo.❤️

        Responder
  7. Primera coincidencia de artista y canción en nuestras listas de canciones de los 50.
    Si que me lo pasé bien en ese concierto ¡lo dimos todo!, ¿verdad Teresa?

    Responder
  8. ¡Recuerdos veraniegos viendo vuestra chupipandi jugar al baloncesto!
    ¡Me he partido con lo de la farola! Se me había olvidado …que gracioso recordarlo!
    ¡Esa canasta ha sido muy mítica!
    Tere, Bigui, Chasio y yo también echábamos unos buenos 21! hasta que llegabais vosotros…😝
    Gracias Marcos por un miércoles más!!! Estoy a la par rememorando canciones que me han marcado. La música siempre triunfa

    Responder
    • Siempre!!! No sé qué vida hubiera tenido sin mi música, ni me lo quiero imaginar!!! La farola de madera y la canasta son parte de nuestras vidas!! Lo que no sé porqué tenía guardada una foto!!

      Responder
    • Jajajaja, había que inventar normas que se adaptaran a las circunstancias. A mi la frase que más me gustaba era de tu madre: «La ha escupido el alerón» cuando la pelota entraba, rebotaba en el alerón de la terraza y volvía a salir

      Responder
  9. Vaya, pensaba que lo de las «clases particulares» de matemáticas ya no iba a salir…
    Una pregunta, ¿en ese concierto fué cuando Def Leppard se tocaron el Hysteria de principio a fin?

    Responder
    • Ese fue, creo que era el 25 aniversario del disco y efectivamente lo tocaron enterito para mi deleite!!! Incluyendo Run Riot, Gods Of war y Excitable, Maravilloso!!!!

      Responder
  10. ¡Cancionaca! Fully agree, yo no conocía esta «versión» original y la verdad es que suena aún mejor que la que ponen en Rock FM y demás emisoras, habría que decírselo al Pirata…
    Y afortunados vosotros que teníais vídeo Beta con el que grabar los vídeoclips; en mi casa nos teníamos que conformar con poner una grabadora pegada al altavoz de la tele… Aún recuerdo a mi viejo chistándonos a mis primos y a mí cuando empezaba el «Tocata» para evitar que a Queen o a Radio Futura le salieran «psicofonías» de fondo, jajajajaja.
    Muchas gracias por la esperada quinta entrega, ¡abrazacos!

    Responder
    • Mucho mejor la versión original!! Con ese sistema de grabación seguro que alguna cacofonía se colaba. Lo curioso es que después te aprendías hasta esos errores y al escuchar alguna canción de esas en otro formato, te llamaba la atención cuando no escuchabas esos sonidos raros.

      Responder
  11. Gran concierto, el último q he compartido contigo en edad ‘adulta’ (ya van 2 q te olvidas de mi… supongo q si sale a colación el de Guns ‘n’ roses en el Calderón ahí sí te acordarás de q yo tb estuve…..). Rencores aparte (es coña), yo tb he flipado con la foto de la canasta y me han venido recuerdos maravillosos y alguno no tanto como tu padre en gallumbos o las casi irremediables torceduras de tobillo de Kike con las peligrosísimas grietas del suelo q nos frustraban los baskets al no poder seguir en igualdad numérica… en cualquier caso, todo lo guardo en mi memoria con enorme cariño.

    Responder

Deja un comentario