Una de las cosas que mis padres me permitieron a pesar de ir aprobando únicamente educación física e inglés, qué curioso que fueran solamente esas dos, fue la de asistir a un grupo de montaña que hacía salidas de vez en cuando. La guinda del pastel era un viaje de dos semanas por los Pirineos para aquellos que hubieran asistido más o menos regularmente a las excursiones del año. La única condición que me pedían mis padres era aprobar todo en junio. Contra todo pronóstico en 1º de BUP conseguí cumplir esa condición y, pese a las anotaciones de los profesores en las notas (Hay indicios de que copia en los exámenes. “Indicios”, decía mi padre, “¡qué graciosos!”), me gané el derecho a acudir a aquel viaje.
Todo fue tan inesperado que dos días antes de partir yo no tenía absolutamente nada del equipo necesario. La mochila me la dejó mi amigo Lisardo que, además, tan dispuesto como siempre ha sido, tuvo que aplicar todos sus conocimientos de costurero porque una de las asas estaba suelta. Botas de montaña tampoco tenía. Yo le juraba a mi madre que con las famosas Jucundiano (las irrompibles) tenía más que de sobra, pero me obligó a ir a casa de mis primos mayores a buscar unas botas para el viaje. Aquel calzado que me llevé era una mezcla de Chirucas y botas de esquí, con el añadido de que la suela de una de ellas estaba medio suelta por la parte delantera, así que tuve que darle bien de pegamento para adecentarlas un poco. Ni que decir tiene que el remedio fue escaso, y a mitad de subida de no recuerdo qué pico, tuve que improvisar y atar un cordón alrededor de toda la bota para que la suela no fuera suelta. Este remedio tampoco funcionó demasiado tiempo, así que la solución final fue levantar un poco más la rodilla en cada paso para no pisar mal y caerme. Gracias a Dios, era bastante hábil y pude hacer todo el viaje con las dichosas botas parlantes.
Aquel viaje fue mi primera gran experiencia vital. A pesar de tener que luchar contra mis incómodas botas, de aguantar tempestades con rayos y truenos que sonaban como bombas y retumbaban en mi interior… jamás los he vuelto a escuchar así. A pesar de levantarte y no tener qué ropa ponerte porque estaba toda mojada o de comprobar, con absoluto asombro, como una manada de saltamontes se comían las capas de lluvia y la ropa mientras esperábamos a que se secarán (esto es absolutamente verídico y seguro que alguno que estuvo allí puede dar fe), aquel viaje fue absolutamente maravilloso. Salimos de Sallent de Gállego para terminar dos semanas después en el Valle de Ordesa, el lugar más increíble del mundo, lugar al que juré amor eterno. Pasamos por Panticosa, el Valle de Otal, Bujaruelo, la Brecha de Rolando, Monte Perdido, por ibones, glaciares…
Todos esos lugares se convertirían años más tarde en una parte importante de mi vida. Solo os adelanto un pequeño detalle para que os hagáis una idea. A la orilla del lago de Lanuza y trenzando una hierba arrancada del campo hasta convertirla en algo parecido a un anillo, le pedí a mi mujer que se casara conmigo. Pero ya llegaremos a eso y os lo contaré con más detalle, que sé que os gustan los chismorreos.
Si ya entonces me gustaba la montaña aquel recorrido sembró en mí, la absoluta necesidad de estar rodeado de ellas y he procurado siempre calmarla. Además de ese viaje, he tenido la inmensa suerte de contar con mi amigo y vecino Víctor que siempre me ha acompañado en estas locuras y en muchas otras. Él me enseñó a esquiar en la estación de Cotos antes de que la cerraran definitivamente. Las primeras subidas las hacíamos en tren, precisamente hasta Cotos, donde alquilábamos el equipo y subíamos con las botas puestas y los esquís al hombro hasta Valdeski andando. Después de esos duros inicios todos los años nos organizábamos nuestro viaje, que era una cita ineludible, al menos para nosotros dos. El esquí ha sido, desde entonces, uno de los deportes que más me ha gustado y que más he disfrutado a pesar de los dolores, caídas y ventiscas de esas que pinchan como cien mil alfileres. Hemos hecho rutas montañeras con escalada incluida. Hemos practicado barranquismo, raquetas de nieve, bici de montaña. Acampado en lugares en los que los únicos vecinos eran las marmotas y los sarrios. Aguantado tormentas eléctricas nocturnas en las que cada rayo iluminaba por completo la tienda y mostraba nuestros rostros que reflejaban mitad pavor y mitad admiración… Últimamente, esto solamente yo, me ha dado por correr por la montaña y cuánto más lejos y más tiempo mejor. Además, poco a poco, he ido acercando mi vivienda a sus estribaciones y ahora puedo salir de casa, subir corriendo hasta la Maliciosa y volver (solo cuando estoy muy en forma que hay unos cuantos kilómetros). Soy consciente de que todo comenzó con ese viaje y, por supuesto, con la colaboración de Víctor, otra de esas personas sin las que hoy no sería la persona que soy.
El caso es que en el autobús de vuelta a Madrid los de 2º de BUP impusieron la ley del más fuerte y los Dire Straits no pararon de sonar en todo el viaje. Como ya os he contado, mi versión más talibán del rock se dio por esos años y refunfuñaba todo el rato hasta que conseguí que cambiaran la cinta.
En esta nueva cinta, que ignoro totalmente de donde o de quien salió, escuché una canción que se me coló en la cabeza y de allí, directamente, pasó a mi alma para convertirse en un trocito de la misma. Era de un grupo inglés de rock progresivo que se llamaba Marillion y el título era “Kayleigh”.
Unos días después, ya de vuelta en casa, mientras veía en la tele uno de esos programas de música, tuve la enorme suerte de ver el video. En ese momento, salté como un resorte del sofá y pulsé el botón de REC del video, sin importarme si la cinta estaba preparada después de la última canción para empezar a grabar en caso de necesidad. Afortunadamente lo estaba y pude grabar la canción sin estropear ninguna otra. El video también me encantaba y yo me identificaba con el niño que aparece, incluso deseaba tener la casaca que lleva porque me parecía increíble (¡¡¡menos mal que nunca me tuve que ganar la vida con la moda!!!). La actriz que aparece era, en aquellos momentos, la novia del cantante, Fish, con la que llegó a casarse… para separarse años después. La canción y yo nos encontramos por casualidad y desde entonces no nos hemos separado. De nuevo un tema que no venía de mis hermanos, una canción mía, con la que, aunque sé que les gustaba también, nunca tuvieron ese flechazo.
La canción cumplía con todos los requisitos para enamorarme de esa manera: el nombre del grupo viene del Silmarillion, un libro de J.R.R Tolkien, grupo que casi nadie conocía, lo cual era fundamental para mí. Fue un descubrimiento solamente mío y no quería que fuera de nadie más. Además de todo eso la canción es sencillamente preciosa.
Este tema fue el gran éxito de la banda y como ellos mismos dicen, “Pasamos de tocar en clubs para cien personas, a tener nuestro propio avión privado”. En España tuvieron poquísimo reconocimiento (lo cual me encantaba) y en honor a la verdad he de decir que no conozco prácticamente nada más de su repertorio, pero es que la canción es tan grande que siempre me dio la impresión de que no iba a encontrar nada mejor, así que no tuve demasiada curiosidad, eso sí, si alguien me preguntaba, ¡por supuesto conocía a los Marillion!
El texto es una disculpa a la exnovia del cantante, Kate Lee, y mientras canta casi puedes sentir su arrepentimiento. Por aquel entonces todavía no había tenido ninguna novia y no sabía lo que era un amor perdido, pero si recuerdo emocionarme e incluso llegar a sentir, probablemente de una manera mucho más infantil, ese dolor. Evidentemente no podía empatizar con esos sentimientos que expresaba el cantante porque no los conocía, pero siempre me produjo una gran pena, una sensación de: no puede ser, no te lo mereces, después de lo que dices en la canción, ¿cómo es posible que no vuelva contigo?
Como os podéis imaginar, cada vez que la escuchaba pensaba en mi amor platónico e identificaba el dolor del cantante, por no haber sido capaz de mantener ese amor, con mi propio dolor por saber que nunca conseguiría acercarme al mío. No era una sensación de pérdida, como la que expresa la canción, sino de asumir que nunca tendría ese amor. De esa manera me autoflagelaba cada vez que escuchaba esta música y, sin embargo, a pesar de que los sentimientos a esas edades son tan intensos, esa asociación (otra vez con las asociaciones) quedó grabada en mi cabeza y, aunque en aquellos momentos sufriera a rabiar, después de los años la recuerdo con un gran cariño y forma parte de lo que soy a día de hoy.
Creo que en el colegio muy poca gente sabía de mis penurias amorosas (igual ahora me entero que era vox populi). El que seguro lo sabía era mi amigo Nacho Ortiz que además iba a la misma clase que ella y me animaba a lanzarme. Nacho y yo fuimos compañeros desde pequeñitos y siempre tuvimos una relación especial. Nuestros hermanos mayores también eran compañeros de clase y esa circunstancia allanó el camino para nuestra amistad (de nuevo los hermanos mayores abriendo el camino). Aparte de ser conocedor de mi mayor secreto, también me enseñó algunas canciones que también me han acompañado en este largo recorrido y cada vez que escucho una de ellas puedo vernos a los dos en su habitación, después de comer, poniendo la cinta donde aparecían: “Rebell Yell” de Billy Idol, “The way it is” de Bruce Horsby. Esa amistad ha llegado hasta hoy y, he de reconocer, que ha sido sin duda por su tenacidad y constancia. Siempre ha sido él el que llamaba, preguntaba, insistía y cuidaba nuestra amistad, así que desde aquí muchas gracias por estar siempre ahí.
Como siempre, os dejo la letra porque, además de que la música sea maravillosa, la letra me parece pura poesía y siempre ha sido una de las que más me ha gustado de todas “mis” canciones.
Do you remember?
Chalk hearts melting on a playground wall
Do you remember?
Dawn escapes from moon washed college halls
Do you remember?
The cherry blossom in the market square
Do you remember?
I thought it was confetti in our hair
By the way, didn’t I break your heart?
Please excuse me, I never meant to break your heart
So sorry, I never meant to break your heart
But you broke mine
Kayleigh, is it too late to say I’m sorry?
And, Kayleigh, could we get it together again?
I just can’t go on pretending
That it came to a natural end
Kayleigh, oh I never thought I’d miss you
And, Kayleigh, I thought that we’d always be friends
We said our love would last forever
So how did it come to this bitter end?
Do you remember?
Barefoot on the lawn with shooting stars
Do you remember?
The loving on the floor in Belsize Park
Do you remember?
Dancing in stilettoes in the snow
Do you remember?
You never understood I had to go
By the way, didn’t I break your heart?
Please excuse me, I never meant to break your heart
So sorry, I never meant to break your heart
But you broke mine
Kayleigh, I just want to say I’m sorry
But, Kayleigh, I’m too scared to pick up the phone
To hear you’ve found another lover
To patch up our broken home
Kayleigh, I’m still trying to write that love song
Kayleigh, it’s more important to me, now you’re gone
Maybe it will prove that we were right
Or it’ll prove that I was wrong
Qué gracia me hace descubrir cómo llegaron todas estas canciones a mi vida. Yo las oía en casa y las tengo en mi cabeza, pero nunca supe cómo llegaron ahí. Son tus canciones, pero las hiciste de todos.
¿Me estás diciendo que ponía siempre la música demasiado alta? Jajajaja. A mi me encanta descubrir que las tenéis en la cabeza
Si señor, este es uno de esos temas que no sabes de dónde a salido pero ahí está, y empiezas a cantarlo si darte cuenta y te lo sabes casi de memoria sin saber porque.
Ahora ya sé que es por la cantidad de veces que lo ponías, jejejeje
Tu tenías ventaja al tener la habitación pegada a la mía
Pues mira a los Marillion sí los conocía jeje, pero no los he escuchado mucho.
Y qué te voy a decir de mis Pirineos queridos, esa ruta tb la hice yo con los scouts…a tu misma edad, una pasada los valles de Bujaruelo, Izas, Respomuso, y Ordesa ya flipante. Y las tormentas en la montaña acojonan muuucho, una de esas nos hizo bajar corriendo de pico del Infierno, que miedo. 😅
Sabía que este te iba a gustar! Me encantaría poder hacer esa misma ruta algún día con mis hijos pero ahora ya no dejan hacer nada!
Hola Marcos, me ha encantado lo que cuentas de los Pirineos y de la maravillosa excursión. Un beso para ti y para todos …
Gracias, por eso el primer viaje que hice con Paula fue allí
Ante todo increíble la memoria que manejas. Fechas, nombres, momentos, envidiable. Cada miércoles espero esta especie de «serie» para ver qué hay de nuevo. Recomiendo leer los póst escuchando la canción del día, esto hace que podamos viajar y tal vez sentir un poco lo que te pasaba.
¡Muy fuerte! ¡Me pasa lo mismo que a Arancha!
Los Pirineos…que guay que nos cuentes que ya estaban de antes en tu vida! Vaya descubrimientos!
¡Gracias por abrirte así al mundo!
A ver si este año podemos escaparnos unos días en Verano y vamos a Bujaruelo!!
Gracias Bruno!!! Seguro que alguna cosa que cuento no fue tal y como lo hago pero bueno…
Temazo!! Y si, recuerdo a los «chalados» que os ibais de vacaciones a la montaña. Me parecía ( y me sigue pareciendo) algo asombroso que alguien cambiase la comodidad de un hotel por una esterilla y una tienda de campaña. Pero aunque seas así de raro, te quiero igual 😉
Y gracias a Nacho Ortiz creo que yo descubrí a Van Halen, por cierto… así que, Nacho, si estás leyendo esto, te debo una.
Pero lo más mítico que he recordado leyéndote hoy, realmente ha sido la foto en la que se te ve con el polo Adidas igual que el de Ivan Lendl. Es una prenda de ropa que asocio a ti al 100%, ja,ja!!
Jajjaja, no eres el primero que me dice que soy raro!!! Ese polo de Lendl me encantaba, no me extraña que lo relaciones conmigo porque lo usaba un montón!!!
Borja que grande leerte. Yo estaba creo entonces ensimismado con el album 5150 de Van Halen. Que descarga de guitarreo. Me acuerdo que la última vez además coincidimos en el plantío en casa de Marcos. La cantidad de veces que hemos vuelto a casa juntos nosotros también. Y que gustándome el heavy a mí casi nos canean unos que nos pidieron un cigarro ¿te acuerdas?. Un placer a ver si hacemos por quedar los tres. Aquí lanzo está radio baliza que espero se cumpla.
Recojo la baliza!!! Ahora lanzo un mensaje en una botella para que le llegue a Borja a Canada! No recuerdo yo esa coincidencia de los tres en mi casa!!!
Chicos, en cuanto vuelva nos juntamos! @Nacho, te he enviado invitación para conectar en LinkedIn
Yo asocio completamente esta canción contigo Marcos, ahora también se porqué. Y no es la única, hay alguna otra, pero esperaré a ver si sale más adelante…
Seguro te pasa con alguna más que vaya a salir!!! ¿Quizás la semana que viene…?
Nunca quise un anillo de prometida pero si lo hubieran hecho de esa forma tan ecológica y original hubiera dicho SI!!!!!
Que buena música
GRACIAS!!!!
Gracias a ti!!! Habrá que seguir leyendo para conocer toda la historia!!!
Gracias, Marcos, por compartir tus recuerdos y tu música.
Nos dejó una maravillosa huella a los que fuimos a Pirineos con Lié e Ignacio Zabala. Qué tiempos!!!
Un día hay que quedar para recordar esas anécdotas 👍🏻🤣
Ya lo creo! Siempre que voy por allí no puedo evitar recordar aquel viaje. Gracias a ti por leerme!!! Un abrazo
Entrando como nueva lectora de este blog. Enhorabuena Marcos, Tus historias nos acercan cada día a tu persona y tu vida. Qué bonito es compartir.
Bienvenida!!! Me alegro de verte por aquí!!!