La aguja inyectando tinta se clavaba en mi piel y la sensación era como si me estuvieran sajando el músculo. El serrato es un músculo complicado porque está pegado al hueso lo cual lo convierte en una zona muy sensible.
Un sudor frío apareció en mi frente y una palidez extrema recorrió mi rostro.
- “¿Estás bien?” Me preguntó el tatuador atento a todas mis señales.
- “¿Quieres parar?”, añadió
- “Sí, por favor”, respondí yo con las últimas fuerzas que me quedaban.
Con 25 años, arrastrado por una tendencia en auge entre los jóvenes que querían buscar su propia imagen y que ésta fuera un reflejo de su personalidad, me hice mi primer, y único hasta el momento, tatuaje.
Era julio y el calor era el protagonista de las noches madrileñas.
Ese verano ya trabajaba como camarero en La Leyenda y cuando llegaba a casa por la noche después de haber doblado todas las mesas y triplicado alguna, me gustaba sentarme en la mesa de estudio que tenía en mi habitación, ponerme el Mezzaninne de Massive Attack y pasar un par de horas dibujando formas imitando el movimiento del polen consumido y convertido en humo.
“Tribales”, se llamaban. Uno de esos tribales lo quise para mí. Algunos otros acabarían por decorar la piel de varios buenos amigos.
Mis hijos dicen que es una araña, mi mujer dice que ella ve dos personas haciendo el amor.
Eso es lo que más me gusta de él. Está abierto a diferentes interpretaciones, cada uno ve o siente una cosa cuando lo contempla y ninguna es cierta porque todas son verdad.
Mi admirado Robe Iniesta dice lo mismo de sus letras o poemas cantados, como cada uno quiera etiquetarlos. Él tiene su propia interpretación de sus creaciones, pero eso no significa que sea la verdadera.
Todos tenemos nuestra verdad y cada uno interpretamos de una manera diferente esas letras. Cada uno las entiende de una manera, las siente distintas, las canta desigual o las vive con un ánimo discrepante, pero a todos, si te detienes a pensarlas un poco, nos remueven por dentro y por eso emocionan.
¿Y por qué te cuento esto? No seas impaciente que ya llega.
No sé por qué absurda razón, sobre todo después de lo mal que lo pasé haciéndome mi primer y único tatuaje, a los pocos días de tenerlo pensé que sería bonito volver a hacerme uno a los 50, otro a los 75 y por qué no, otro a los 100.
Por aquel entonces, me parecía que el segundo tatuaje estaba lejísimos. En aquellos momentos lo estaba.
Hoy ya ha pasado un año de la fecha señalada y todavía no ha llegado el segundo.
Mi mujer y mis hijos, sobre todo mis hijos, conocedores de la historia, se pasaron todo el año pasado insistiéndome en que me lo hiciera para cumplir con esa promesa que me había hecho a mí mismo hacía 25 años.
El regalo de mi cumple fue un bono para hacerme uno.
El regalo llegaba en la fecha límite, así que, aunque no me lo haya hecho todavía, cumple perfectamente con los requisitos establecidos en mi promesa. Y si a alguien le parece que no es así, me da igual porque la promesa, el tatuaje y el dolor son míos y solo yo (y mis hijos y mi mujer) pueden decidir lo que vale y lo que no vale para mi.
El problema ha llegado después, cuando he tenido que decidir qué me iba a poner en la piel para recordármelo cada día de mi vida.
Después de pensarlo mucho, he decidido recurrir a mi poeta favorito y más concretamente a uno de sus versos del último disco que hizo con Extremoduro, “La Ley Innata”
Los versos dicen así:
Se rompió la cadena que ataba el reloj a las horas
Se paró el aguacero ahora somos flotando dos gotas
Agarrado un momento a la cola del viento me siento mejor
Me olvidé de poner en el suelo los pies y me siento mejor
¡Volar, volar!
No voy a ponerme todo porque no aguantaría el dolor, que soy bastante blando. Únicamente usaré la primera línea,
Se rompió la cadena que ataba el reloj a las horas
Como os decía antes, probablemente mi interpretación no tenga nada que ver con la de su autor, pero para mi es una frase muy importante.
Nunca he querido tener una cadena que me atara al reloj, nunca he querido entregar mi tiempo, mis horas, mis días, para que alguien sacara provecho de mi disponibilidad o de mis conocimientos o de mis virtudes, si es que tengo alguna.
Creo que lo más valioso que nos dan cuando nacemos es nuestro tiempo y creo que es nuestra responsabilidad decidir qué hacemos con ese regalo que nos han dado.
Mucha gente decide entregarlo a cambio de una seguridad, de un estatus o incluso de una pasión. Yo no quiero que nadie más que yo pueda disponer de mi tiempo, de lo que hago en cada momento, de lo que debo hacer, de cuando estoy o cuando no estoy, de si quiero entrar o quiero salir, de si quiero estar o quiero desaparecer.
Mi tiempo es mío y solo yo puedo decidir qué hacer con él, a quien entregárselo, cuánto entregar o porqué entregarlo.
No quiero estar atado a un reloj o a un calendario.
No quiero que mi humor cambie si es lunes, miércoles o sábado.
No quiero que un cuadrante marque cuando puedo viajar con mi familia o simplemente dar un paseo.
Nunca lo he querido y lo sé porque también he estado al otro lado de esa cadena. Ese otro lado de la cadena tiene muchas cosas buenas, muchas cosas que todos buscamos, muchas cosas que yo incluso envidio, pero no eres dueño de tu tiempo.
Ese otro lado de la cadena está también lleno de quejas, de prisas, de atascos, de colas, de gritos, de insultos, de envidias, de celos, de mentiras, de pisotones, de responsabilidades no asumidas y de egos inflados.
Todo eso desaparece al romper la cadena que ata el reloj a las horas, el ritmo es otro, lo mismo que las necesidades. También soy consciente de que renuncio a muchas cosas, en ocasiones a demasiadas.
Am I ever gonna change
Ahí es donde aparecen los miedos y las dudas. ¿Hice bien rompiendo la cadena? ¿Debería arreglarla? ¿Puedo hacerlo? ¿Debo hacerlo? ¿Debería volver al otro lado y encadenarme a cambio de cierta seguridad? ¿Podría estar encadenado o eso me haría completamente infeliz?
Es entonces cuando dejo de confiar, cuando me digo a mi mismo que estoy cansado de ser yo, que no me gusta lo que veo y que no soy quien parezco ser.
Es entonces cuando, arrodillado, rezo por algún cambio, pero según pasa el día, vivo otra mentira y me pregunto si alguna vez voy a cambiar,
que soy el único culpable,
que cuando creo que estoy en lo cierto, lo cierto es que estoy equivocado, y que llevo así demasiado tiempo.
Hace poco reconocía aquí mismo que había llegado la hora de dejarse guiar por otros y en ese proceso estoy. El escribirlo y mostrarlo me está ayudando, pero no sé si tengo el valor suficiente como para seguir haciéndolo y además creo que si mi intención era entretener, en estos momentos no lo estoy consiguiendo, así que no sé muy bien qué será de estos cinco minutos de lectura de los miércoles durante las próximas semanas.
Igual dejo que el humor tome las riendas y me dedico a contaros anécdotas graciosas o momentos hilarantes que también he tenido o quizás no tenga la energía suficiente tampoco para eso.
No lo sé.
No puedo saberlo.
Así que, por favor, dime si es verdad,
¿Soy demasiado viejo para empezar de nuevo?
Porque eso es lo que quiero hacer,
pero una y otra vez
cuando creo que puedo,
me quedo corto al final.
Entonces, ¿por qué lo intento?
¿Importará cuando muera?,
¿Alguien puede oír mi llanto?
I’m tired of being me,
And I don’t like what I see,
I’m not who I appear to be
So I start off every day,
Down on my knees I will pray,
For a change in any way
But as the day goes by,
I live through another lie,
If it’s any wonder why
Am I ever gonna change
Will I always stay the same
If I say one thing,
Then I do the other
It’s the same old song,
That goes on forever
Am I ever gonna change
I’m the only one to blame
When I think I’m right,
I wind up wrong
It’s a futile fight,
Gone on too long
Please tell me if it’s true,
Am I too old to start anew,
Cause that’s what I want to do
But time and time again,
When I think I can,
I fall short in the end
So why do I even try,
Will it matter when I die,
Can anyone hear my cry?
Am I ever gonna change
Take it day by day
My will is weak
And my flesh too strong
This peace I seek
Till thy kingdom comes
Estoy cansado de ser yo,
Y no me gusta lo que veo,
No soy quien parezco ser
Así que empiezo cada día
De rodillas rezaré,
Por un cambio de cualquier manera
Pero a medida que pasa el día
Vivo otra mentira,
Si es de extrañar por qué
Alguna vez voy a cambiar
¿Siempre seguiré igual?
Si digo una cosa
Luego hago la otra
Es la misma vieja canción
Que continua siempre
¿Voy a cambiar alguna vez?
Soy el único culpable
Cuando creo que tengo razón
Termino equivocado
Es una lucha inútil
Ha durado demasiado
Por favor, dime si es verdad,
¿Soy demasiado viejo para empezar de nuevo?,
Porque eso es lo que quiero hacer
Pero una y otra vez
Cuando creo que puedo,
Me quedo corto al final
Entonces, ¿por qué lo intento?
¿Importará cuando muera?,
¿Alguien puede oír mi grito?
¿Voy a cambiar alguna vez?
Tómalo día a día
Mi voluntad es débil
Y mi carne demasiado fuerte
Esta paz busco
Hasta que llegue tu reino
Marcos, amén! Tú eres así, y no cambies por favor, tus textos de los miércoles son un alivio, por lo menos para mí, si hablas en serio o con tu genial humor, da igual. Si no lo escribes, o lo gritas, o lo escupes, se queda agarrado ( creo que esto lo leí en algún sitio). Ánimo con ese tatuaje! Que pupa!
Marcos no pares!! Suerte con el tatooo…
¡Ánimo Marcos!
Sigue igual que siempre, o cambia, lo que hagas estará bien hecho. Aquí estaremos todos los miércoles esperándote. Besos, PalomaC
Marcos lo más maravilloso como bien dices es nuestro tiempo y poder elegir que hacer con el, así que escuchas tu corazón y sin juicios haz lo que te diga!!!!!estamos en constante movimiento en todos los sentidos y fluir con ello es maravilloso!!!!lo que decidas será perfecto si es lo que dicta tu corazón!!!!Un abrazo y me encanta ese futuro tattoo 🥰🥰🥰🥰
Haz Lo que tú corazón te dicte, te queremos en todas tus formas.