Lo primero que Paula me dijo nada más levantarme el día de mi 35 cumpleaños, mientras veía las calles de Madrid completamente nevadas, fue que, ya que no conseguíamos quedarnos embarazados, quería un perro.
Poco a poco tuve que ir haciéndome a la idea porque Paula no daba su brazo a torcer. Para ponerme en mi papel de macho alfa accedí con una condición. Toda mi vida había tenido perros grandes y los perros pequeños siempre me habían dado un poco de repelús, así que, si íbamos a tener un perro en casa, exigía que, al menos, no fuera pequeño. A principios del mes de febrero, Paula y yo, acompañados de la prima Ana y su pareja de aquel entonces, Davo, cogimos el coche y nos plantamos en un pueblito de Badajoz para recoger a nuestro flamante perrito: Un teckel, tal y como yo había exigido.
Habíamos quedado con una criadora que acababa de tener una camada de unos siete cachorros de teckel de pelo duro y debíamos elegir al nuestro. Esta vez sí, estaba completamente decidido a imponer mi criterio y elegir el que más me gustara. Cuando llegamos a la finca, la dueña nos comentó que además de una camada de teckels también tenía una nueva camada de Fox Terrier, más que nada para avisarnos de la jauría de pequeños cachorros que se formaba cada vez que abría la puerta donde los tenía a todos.
En el momento que se abrió aquella puerta montones de perritos empezaron a salir disparados en busca de libertad y del tiempo de juego para ellos y aquello se convirtió en una especie de ataque de gremlims que correteaban entre nuestras piernas para salir disparados en busca de una nueva diversión.

Mientras todos los perrillos jugaban a revolcarse y a perseguirse, una pequeña hembra de pelo rubio se acercó a los pies de Paula, que disfrutaba sentada en una piedra de la algarabía canina, y comenzó a subirse a su regazo y a lamerle la cara sin despegarse de ella a pesar del juego de sus hermanos. Otra vez mi exigencia de elegir había quedado relegada al olvido. Ellas dos, dueña y cachorra, ya se habían elegido mutuamente.
Así llegó a nuestras vidas el primer miembro de nuestra familia, La Truja, y su llegada revolucionó nuestras vidas de una manera que jamás podríamos haber pensado.

A las pocas semanas, después de un largo paseo con la Trujita, al llegar a casa, Paula se sentía bastante cansada y con una sensación rara. Nada que una buena ducha, una cena preparada con cariño y un rato de sofá bajo la manta mientras veíamos la serie del momento, no pudiera reparar, pensé yo.
A los pocos días, el cansancio había desaparecido, pero la sensación rara seguía ahí. Paula, en su infinita sabiduría, decidió comprarse en secreto un test de embarazo para descartar esa opción. Una tarde, después de pasar mi media hora de rigor buscando sitio para aparcar en nuestro barrio después del trabajo, llegué a casa. Después de dejar el ordenador y de ponerme más cómodo, mientras liaba mi recompensa tras una larga jornada de trabajo, Paula se sentó a mi lado y dejó sobre la mesa un objeto que tardé en identificar. El objeto, una especie de bolígrafo con una pantallita con dos rayitas de color rojo en medio, no me dijo demasiado en un primer momento. La mirada de Paula, el brillo en sus ojos y la sonrisa de felicidad, me dieron la pista que necesitaba para relacionar todo lo que estaba pasando.
No podía ser, ¡estábamos embarazados! La llegada de la Truja había relajado nuestras ansias de ser padres y en el momento que todo aquello se aflojó y dejó de ser una preocupación para caer en cierta manera, no tanto en el olvido, sino en una especie de limbo en nuestras mentes, el milagro de la vida se hizo realidad y la misma se abrió camino para instalarse en el útero de Paula.
Gracias al convenio que tiene la empresa de Paula, se hacía necesaria la inmediata visita al ginecólogo para que verificara la buena nueva, ya que, desde el momento de quedarse embarazada, Paula obtenía la baja por tratarse de un trabajo de riesgo.
A los pocos días, rebosantes de felicidad, acudimos al centro de salud que nos correspondía para realizar una ecografía que confirmara el test de embarazo y para verificar que todo estaba bien.
No os podéis hacer una idea de la dicha que nos invadía mientras el médico corroboraba nuestras sospechas. Habían sido muchos meses intentándolo sin éxito, una decepción mes tras mes y muchas ilusiones frustradas. Aun siendo conscientes de que hay parejas que tardan muchísimo más en conseguirlo, a nosotros se nos hizo muy largo, así que ver aquellas imágenes en el ecógrafo, a pesar de no tener ni la más mínima idea de lo que estábamos mirando, llenaba nuestros corazones de esperanza y de alegría.
En un momento dado, una extraña reacción del médico nos hizo ponernos en alerta. “¿Pasa algo, doctor?” Preguntamos preocupados. “Nada malo”, respondió con una media sonrisa en los labios. “Solamente que aquí veo dos fetos”.
Paula y yo nos miramos y sin mediar palabra, comenzamos a reír. No nos importaba, la felicidad iba a ser doble, estábamos preparados para lo que viniera y teníamos amor para dar y tomar. Si la sonrisa con la que llegamos a la consulta era grande, la sonrisa con la que salimos era el doble de grande y luminosa. No era momento de agobios, ni de preocupaciones, ni de adelantarnos a lo que se nos venía encima, era momento de reír, de disfrutar y de gritar a los cuatro vientos que íbamos a ser padres por partida doble, tanto amor había generado todavía más amor y la bendición de la Truja nos había dado mucho más de lo que jamás habíamos esperado y como dice la canción, nos enseñó a “empezar la casa por el tejado, a poder dormir cuando tú no estás a mi lado. Menos mal que fui un poco granuja, todo lo que sé me lo enseñó la Truja”
Como buenos embarazados primerizos e inexpertos, la noticia corrió como la pólvora entre familiares y amigos. Nuestras ansias y las ganas de compartir pudieron más que la discreción y durante las primeras semanas debimos atender nuestras obligaciones de comunicación.
Una de las más contentas con el nuevo estado de Paula era la prima Ana. En aquella primavera Ana, que atravesaba una época complicada, tenía con nosotros una cita ineludible todos los martes que le sirvió como terapia para superar esos convulsos momentos. El programa de cada martes era hamburguesa de una conocida marca (no pienso hacer publicidad), regada con un buen tinto que soltara la lengua y apaciguara el espíritu. Esas noches de búrguer y vino hicieron que nuestra relación se afianzara para todo lo que estaba por venir.
A las pocas semanas nos tocaba de nuevo una revisión rutinaria en el centro de Pontones, donde nos atendía un obstetra mayor que era todo amor, sensibilidad y cercanía. Mientras pasaba el ecógrafo por la barriga de Paula su rostro cambió, el semblante se le puso más serio. De los dos fetos solamente podía ver el latido de uno, aunque debido a que su ecógrafo estaba un poco obsoleto, era posible que no se viera bien. Sin embargo, el doctor no quiso arrancarnos todas las esperanzas y nos dijo que volviéramos en quince días. Fueron dos semanas de tensa espera, de división de pensamientos, de pena por la posible pérdida de uno de los gemelos y de esperanza porque el otro seguía adelante, era como si el sacrificio de uno de los dos fuera a dar fuerza al otro a continuar su desarrollo.
A los quince días regresamos al mismo doctor quien, tras estudiar bien las imágenes, nos dio la peor noticia posible, la que no estábamos preparados para recibir. No conseguía encontrar el latido de ninguno de los dos. De nuevo nos dio un resquicio de esperanza y volvió a esgrimir la baza del viejo ecógrafo. Nos urgió a acudir a urgencias de la Fundación Jiménez Díaz, donde contaban con unos equipos más modernos y potentes. Allí acudimos con el alma en vilo, la respiración entrecortada, los nervios a flor de piel y agarrados a ese clavo ardiendo.
Después de explicar nuestro caso, nos comentaron que esperáramos a que el ginecólogo de guardia terminara su turno, que nos podría atender en ese momento. Los minutos se hicieron eternos y cada segundo que pasaba nos hacíamos más pequeños dentro de aquella sala de espera. No podía ser, no queríamos creerlo, no nos merecíamos aquello.
Cuando la enfermera pronunció el nombre de Paula nos levantamos los dos como un resorte y entramos en la sala, donde un desaliñado doctor, con cara de haber pasado una larga guardia y con un humor de perros, nos atendió de manera bastante poco amable y profesional: “Entre en esa sala y quítese la ropa interior” ordenó a Paula. El tacto demostrado por el obstetra de nuestro centro de salud distaba mucho de la poca sensibilidad que mostraba este joven médico que nos estaba atendiendo en esos difíciles momentos.
Paula aguantaba estoicamente las lágrimas mientras el doctor, en la última demostración de mal gusto y de mínima empatía, según revisaba las imágenes del moderno ecógrafo, nos decía: “No sé para qué habéis venido, los dos fetos están muertos. Pedid cita para mañana mismo para que te los saque. Puedes vestirte”
Para mí fue un cubo de agua fría, pero el dolor que sintió Paula por la pérdida fue mucho más hondo de lo que su rostro reflejaba. Lo primero que pudo comentar fue que le gustaría tener la posibilidad de continuar y de ser ella misma quien los expulsara, pero hacerlo sin prisas, cuando tuviera que ser y estando tranquilamente en casa. Por primera vez nos enfrentábamos a los estrictos protocolos médicos y a las miradas de reprobación y, después de decirnos que aquella era una locura sin sentido, nos convencieron para intervenir con un legrado y extraer los dos fetos de las entrañas de su madre.
En aquellos momentos, Paula no contaba todavía con los conocimientos, la experiencia, ni el valor para enfrentarse a estos protocolos médicos, pero, sin duda, aquella situación le afectó de tal manera que, mientras nos llamaban locos, ella decidía internamente que se formaría y recabaría toda la información posible para que algo parecido nunca más le sucediera y que ningún protocolo médico le haría ir contra su intuición o contra la propia naturaleza nunca más.
Missing you
La tristeza se instaló durante un tiempo en casa. Mis sentimientos eran confusos, me debatía entre la congoja por la pérdida y la necesidad de intentar mantenerme firme para estar a disposición de lo que Paula necesitara. Es difícil de explicar esa sensación de pérdida para un hombre. Yo solamente pude ver una imagen borrosa de algo que me decían que eran mis hijos, pero nunca pude sentirlos, nunca pude notar sus latidos, ni su falta de latidos, no podía entender la sensación de tener dos vidas creciendo dentro de mí, para primero perder una y después la otra.
Los gemelos duraron 7 y 9 semanas y dejaron un gran vacío en nuestras vidas, especialmente en la de Paula.
Poco a poco fuimos desplazando esa tristeza y dejando el espacio necesario para empezar a agradecer a los gemelos la (breve) alegría que nos habían proporcionado. Gracias a este pensamiento positivo que Paula me contagió conseguimos, sin olvidarnos nunca de ellos, ser capaces de agradecer la experiencia y de aprender de ella. Desde entonces siempre han formado parte de nuestra familia. Nuestros hijos conocen la historia y hablan de ellos con naturalidad, no están entre nosotros, pero nunca se han ido.
Hay una canción de los años 80 que siempre ha formado parte de la historia de nuestra familia y que estoy seguro que todos mis hermanos han echado de menos en esta lista. Aparecía en una de esas cintas de video VHS que solíamos grabar para volver a ponernos una y mil veces. Aunque todavía no entendíamos muy bien las letras, con las imágenes podíamos entender qué quería expresar. La canción era “Missing you” de John Waite, que se convirtió en su gran éxito mundial. La letra habla de una pérdida que quiere ser superada y para ello, lo mejor es negarla: “No te echo de menos, no te echo de menos”, cuando todo lo demás de la canción muestra lo contrario.
Esa sensación es la que tenía yo con la pérdida de los gemelos, mis palabras mostraban que todo estaba bien, que estaba superado, pero en el fondo sabía que ese hueco que habían dejado sería difícil de llenar.
No hay una canción mejor para expresar los sentimientos que me asaltaron en aquellos días y aunque no fuera una canción que escuchara especialmente en esa época de mi vida, siempre me ha acompañado y siempre ha tenido algo especial para mí. Aún hoy me transporta al sofá de casa de mis padres, viendo el video con mis hermanos y sufriendo cada vez que el protagonista se pone los cascos para escuchar música justo unos instantes antes de que la mujer de su vida llame a su puerta.
La vida siguió y nos llegó la invitación para nuestra primera boda gay que se iba a celebrar en el mes de septiembre. Era una magnífica ocasión para olvidarnos un poco de las desgracias del año y tratar de conseguir disfrutar de las alegrías de la vida. La ceremonia y la fiesta se iban a celebrar en un pequeño hotel rural en el que Paula y yo teníamos una habitación reservada. Con la excusa de no tener que conducir, dejamos que el alcohol corriera sin control para acabar celebrando aquella unión de la mejor manera que se puede celebrar el amor. La pasión tomó las riendas y sin ningún tipo de presión y sin pensarlo ni medio segundo, conseguí, todavía no sé muy bien cómo, meter un gol por toda la escuadra y dejar embarazada a Paula.
Después de pasar la resaca correspondiente, sin ningún tipo de idea de lo que estaba por venir, volvimos a casa. Al cabo de pocas semanas, de nuevo esas sensaciones raras de Paula y de nuevo el test de embarazo positivo. Los gemelos habían dejado la cama calentita y en muy poco tiempo llegó un nuevo inquilino. Ya os había dicho que los delanteros vivíamos de rachas y con los gemelos entré en una imparable.
El relato de hoy, no es tanto por contar una situación difícil por la que pasamos como matrimonio, es más bien una reflexión para dar voz a todas aquellas madres que alguna vez han pasado por este trance y que probablemente no se hayan sentido ni lo suficientemente acompañadas, ni comprendidas, ni escuchadas. Cuando algo así sucede, tiende a ocultarse, a asimilarlo como algo normal y a no darle la verdadera importancia que tiene. Nosotros tuvimos que pasar únicamente una vez por aquello, pero a muchas mujeres les sucede de una manera repetitiva y tienen que acostumbrarse a escuchar: “No pasa nada, ni siquiera estaba formado, es normal” o tópicos por el estilo, cuando la realidad es que, sí que pasa algo, es una pérdida a la que hay que darle su lugar correspondiente, acomodarla en el rincón adecuado y despedirla como realmente se merece: como una vida humana.
Aunque la alegría fue tremenda, los dos, conscientes de lo que podía pasar, decidimos ser prudentes y esperar un tiempo antes de comunicar la gran noticia.
En una comida familiar que hicimos en casa de mis padres antes de Navidades, mientras comíamos el segundo plato, se escuchó una frase que ya había sido utilizada anteriormente en otra ocasión para comunicar la misma noticia: “Pásame la ensalada, estamos embarazados”
Every time I think of you
I always catch my breath
And I’m still standing here
And you’re miles away
And I’m wondering why you left
And there’s a storm that’s raging
Through my frozen heart tonight
I hear your name in certain circles
And it always makes me smileI spend my time
Thinking about you
And it’s almost driving me wild
And that’s my heart that’s breaking
Down this long distance line tonightI ain’t missing you at all
Since you’ve been gone away
I ain’t missing you
No matter
What my friends sayThere’s a message in the wild
And I’m sending you this signal tonight
You don’t know how desperate I’ve become
And it looks like I’m losing this fightIn your world I have no meaning
Though I’m trying hard to understand
And it’s my heart that’s breaking
Down this long distance line tonightBut I ain’t missing you at all
Since you’ve been gone away
I ain’t missing you
No matter what I might sayAnd there’s a message that I’m sending out
Like a telegraph to your soul
And if I can’t bridge this distance
Stop this heartbreak overload’Cause I ain’t missing you at all
Since you’ve been gone away
I ain’t missing you
No matter what I might sayI ain’t missing you (I ain’t missing you)
No way
Since you’ve been gone away (I can lie to myself these days)
I ain’t missing youAnd there’s a storm that’s raging
Through my frozen heart tonight
And I ain’t missing you at all
Since you’ve been gone away
I ain’t missing you
No matter what my friends sayI ain’t missing you
I ain’t missing you (I can lie to myself these days)
I ain’t missing you at all, I ain’t missing you (No way, baby)No matter what my friends say (I’m doing fine here)
And I ain’t missing you at all
I ain’t missing you
I keep lying to myself every time I think of youI’m okay
I’m doing fine here from day to day
I ain’t missing you
I can lie to myself
Cada vez que pienso en ti
Siempre recupero el aliento
Y sigo aquí de pie
Y tú estás a kilómetros de distancia
Y me pregunto por qué te fuiste
Y hay una tormenta que se desata
A través de mi corazón congelado esta noche
Oigo tu nombre en ciertos círculos
Y siempre me hace sonreír
Paso mi tiempo
Pensando en ti
Y casi me vuelve loco
Y es mi corazón el que se rompe
Por esta línea de larga distancia esta noche
No te echo de menos en absoluto
Desde que te fuiste
No te echo de menos
No importa
Lo que digan mis amigos
Hay un mensaje en la naturaleza
Y te estoy enviando esta señal esta noche
No sabes lo desesperado que me he vuelto
Y parece que estoy perdiendo esta lucha
En tu mundo no tengo sentido
Aunque me esfuerzo por entender
Y es mi corazón el que se rompe
Por esta línea de larga distancia esta noche
Pero no te echo de menos en absoluto
Desde que te fuiste
No te echo de menos
No importa lo que pueda decir
Y hay un mensaje que estoy enviando
Como un telégrafo a tu alma
Y si no puedo salvar esta distancia
No hay más que ver esta sobrecarga de angustia
Porque no te estoy extrañando para nada
Desde que te fuiste
No te echo de menos
No importa lo que pueda decir
No te echo de menos (no te echo de menos)
De ninguna manera
Desde que te has ido (puedo mentirme a mí mismo estos días)
No te echo de menos
Y hay una tormenta que se desata
A través de mi corazón congelado esta noche
Y no te echo de menos en absoluto
Desde que te fuiste
No te echo de menos
No importa lo que digan mis amigos
No te echo de menos
No te echo de menos (puedo mentirme a mí mismo estos días)
No te echo de menos en absoluto, no te echo de menos (De ninguna manera, nena)
No importa lo que digan mis amigos (Estoy bien aquí)
Y no te echo de menos en absoluto
No te echo de menos
Sigo mintiendo cada vez que pienso en ti
Estoy bien
Estoy bien aquí día a día
No te echo de menos
Puedo mentirme a mi mismo

1. Jealous Guy. John Lennon.

2. Moonlight Shadow. Mike Oldfield

3. Siempre estás ahí. Barón Rojo

4. Cantante urbano. Topo

5. Here I go again. Whitesnake

6. Blood on blood. Bon Jovi

7. We´ll burn the Sky. Scorpions

8. Kayleigh. Marillion

9. Cum on feel the noize. Quiet Riot

10. Can´t Stop this feeling. REO Speedwagon

11. Luanne. Foreigner

12. Hysteria. Def Leppard

13. Heaven Tonight. Waysted

14. Dreams. The Cranberries

15. Summer of ´69. Bryan Adams

16. Making Believe. Social Distorsion

17. You Shook me all night long. AC/DC

18. Kiss me deadly. Lita Ford

19. Descending. The Black Crowes

20. Special. Garbage

21. Salir. Extremoduro

22. Unfinished Sympathy. Massive Attack

23. Romeo and Juliet. Dire Straits

24. Sometimes. James

25. La leyenda del tiempo. Camarón

26. Pure. Lighting Seeds

27. Malandragem. Cassia Eller

28. Black. Pearl Jam

29. Un suspiro acompasado. Robe

30. Disarm. Smashing Pumpkins

31. Voglio vederti danzare. Franco Battiato

32. Shame on you. Gun

33. One Headlight. The Wallflowers

34. Missing you. John Waite

35. Bat Out of Hell. Meat Loaf

36. By your side. Sade

37. King George. Dover

38. Bobby Jean. Bruce Springsteen

39. Échale, échale. Mártires del Compás

40. So in love with you. Texas

41. Us against the world. Coldplay

42. Sandstorm. Darude

43. Sweet Child O´Mine. Guns and Roses

44. Don´t Stop believing. Journey

45. What you give. Tesla

46. Times like these

47. So Long Marianne. Leonard Cohen

48. Next to me. Imagine Dragons

49. Lo bueno y lo malo. Duquende

Pásame la mantequilla!!!!!
Era la mantequilla o quieres decirnos algo?
¡¡Pásame la mantequilla!!
Era la mantequilla o quieres decirnos algo?
Qué experiencia tan jodida… y qué bien la cuentas… Capítulo top, con la Truja y su banda. 😀
Gracias Gon!! Fue complicada pero todo acabó felizmente! Los niños tienen su propia teoría y dicen que ellos son los gemelos pero que vinieron por separado más tarde…quien sabe?
Estuve en este capítulo de vuestra vida muy cerca y os acompañé en todo momento. ¡Qué dura es la vida algunas veces! Me ha encantado recordar junto a vosotros estos tristes días. Pero como estamos rodeados de los cuatro siguientes preciosos niños, la pena se diluye, se transforma en una dulce sonrisa que les mandamos a los dos pioneros que nos abandonaron. Gracias Marcos
Bufff, he reído, he llorado … Todo en los minutos que me ha llevado este año, tan completo y complejo para todos nosotros, que decidimos hacerlo acompañados, como nos gusta a nosotros… Mi primera ahijada Truja, y esa energía de cambios que nos trasmitió a todos…Siempre termino mis comentarios con lo mismo, pero es inevitable… Te quiero Spachh!
Gracias
Inevitable y recíproco!!!! Hay que hacer un burguer wine yaaaaaa!!!!
¿Mientras veías las calles de Madrid nevadas?…
Una y otra semana me emocionas, ya sean alegrías, ilusiones, proyectos o momentos difíciles. ¡La vida misma!
Era el dia de mi cumple y ya sabes que siempre nieva…