Only my heart talkin´. Alice Cooper

Llevo toda la semana desde el miércoles pasado intentando pararme unos minutos a escribir. Estamos a lunes y, por fin, dispongo de un ratito.

El mayor está estudiando, el segundo con un amigo en el polideportivo, y las niñas…viendo el móvil.

Sí, no somos unos padres tan buenos como pueda parecer por lo que os voy contando. También hay un lado oscuro.

No nos gusta verles enganchados a una pantalla y mi mayor lucha diaria es esa. Las pantallas les abducen, les chupan la vida y no quieren hacer nada más.

“Cuando no teníais pantallas, jugabais, pintabais, escuchabais música, y ahora si no tenéis una pantalla os aburrís”. Esa es mi gran frase, pero no parece afectarles mucho.

Es una batalla perdida. Si quiero tener un tiempo para escribir, para trabajar, para dormir la siesta o para cualquier cosa, tengo que permitir a uno con la Play, a otro con el ordenador, a otra con un móvil, y a la otra con el otro.

Eso es así y yo no he conseguido hacerlo de otra manera.

Only my heart talkin´

Me jode, me enerva, me enciende que estén todos viendo una pantalla, y sé que en el castigo está la penitencia, pero hay veces que no tenemos más remedio. No es una excusa ni una justificación, es la vida que te pone en encrucijadas y elijes el camino cómodo, aunque sepas que no es el mejor.

Paula me apoya y les dice que se están perdiendo la vida detrás de una pantalla, pero a ella le pasa igual que a mi. Si quiere un rato para ella, tiene que pagar el precio y su móvil acaba en las manos de alguno de los zombies.

Lo difícil llega en el momento en el que ordeno la desconexión total de todas las pantallas. Su fábrica de excusas empieza a generar razonamientos inverosímiles que se convierten en el combustible inflamable perfecto para hacer explosionar mi ira.

La caldera se va calentando y pese a los repetidos avisos…”Os juro que un día tiro todos los móviles, la Play y los ordenadores a la basura”…ellos siguen con sus navegaciones.

Y ahí es el momento en el que las barreras, las cadenas y los grilletes no sirven de nada y el Hulk que tengo dentro (y que me liberó un día de la tiranía de mi hermano cuando ejercía de Pochongolas), sale y empieza a romper con todo.

Sí, tengo un puto Hulk dentro que a veces no puedo controlar. No sé si todo el mundo lo tiene y si todos lo que lo tienen también son incapaces de guardarlo bien dentro siempre sin que pueda escapar.

A mi se me escapa, se me escapa desde pequeño, muy pocas veces, pero recordadas.

Grito, grito mucho.

Estoy tan descontrolado que intento que mis palabras tengan algún sentido, pero el lenguaje de Hulk, que no es el mismo que el del resto de mortales, lo impide y lo único que salen de mi boca son comienzos de frases que podrían tener algún sentido, pero acaban siempre con unos gruñidos ancestrales y un lamento universal: ¡¡¡hasta las narices!!! (poniendo aquí la palabra favorita de cada uno que sale de manera inconsciente en esos momentos).

Cuando las cosas han empezado así, lo más probable es que acaben peor y en alguna ocasión (pocas, pero recordadas) hemos agradecido no tener vecinos arriba y tener a una pobre señora mayor que no escuchaba nada como vecina lateral. Aún así, estoy seguro que el resto de vecinos me ha tenido que escuchar alguna vez y como la imaginación es libre (al menos la mía), imagino los pensamientos de mis vecinos ante tales escándalos:

«Pobre, si es que no me extraña…y ahora con dos perros».

Sé que no es la mejor manera de enseñar a mis hijos, ni la más académica, ni la más empática, ni la más nada, pero también sé, porque lo veo en sus miradas, que cuando llego a esos niveles, a ellos también se les encienden todas las alarmas de Warning, bajan las orejas y procuran correr todos hacia sus madrigueras para dejar pasar la tormenta.

De todas maneras, las apariciones de Hulk nunca vienen provocadas por una pantalla, creo que no tienen tanto poder. Son las faltas de respeto entre ellos, los insultos, los golpes, los abusos y las injusticias las que tienen el verdadero poder. Lo que pasa es que estas cosas suelen ser provocadas, primero por las pantallas, segundo por el fútbol y tercero por la comida.

A veces, tras esas apariciones, quedan algunos rayos y centellas dentro de mí que tardan en salir y se van convirtiendo en ascuas que pueden durar algunos días. No estoy diciendo que sea rencoroso, para ser rencoroso hace falta tener mucho tiempo y mucha memoria y yo carezco de ambos, ambas o como coño se diga.

Tampoco estoy particularmente bien dotado para la valentía que exige pedir perdón, me cuesta, me cuesta mucho. Paula lo sabe y me golpea en ese punto cada vez que me lo merezco.

Eso si que duele, así que hace tiempo que decidí aprender. No he pasado la primera lección todavía pero ya sabéis que nunca fui muy buen estudiante.

Sobre todo, lo intento con los niños. Quizás verles más pequeños que yo (menos al cabrón del mayor que ya es más alto) o la simple autoridad que te da ser padre, me permiten quitarme el peso del orgullo y pedirles perdón cuando creo que Hulk se ha pasado con ellos.

Procuro hacerlo en privado, solos el damnificado y yo, y aunque me cueste creo que es importante que ellos aprendan a hacerlo también desde pequeños. Es la mejor y única manera de deshacernos de nuestro Hulk.

Se requiere mucho valor para ello y yo solo estoy empezando, pero ya sabéis que soy corredor de ultra distancia y espero cruzar esa meta también algún día.

En fin, imagino que es solo mi corazón hablando, diciendo cosas que jamás pensé que diría.

Otro de los momentos conflictivos en los que la caldera se pone al rojo vivo es la media hora previa a salir de casa por las mañanas. Os voy a relatar una mañana normal hasta que dejo a los niños en el colegio. Espero que tengáis tiempo…

Only my heart talkin´

El reloj suena a las 7:00. Me levanto, desayuno mientras miro el móvil (Sí, yo también estoy un poco enganchado, ¿quién no?).

Saco el lavavajillas

Despierto al mayor a las 07:30. Mientras se ducha le preparo el bocata para que se lleve al Instituto. Hoy toca atún. Como es vegetariano (pero come pescado), sabe que sus opciones son atún, tortilla, salmón con aguacate, queso y vegetal sin tomate que no le gusta. Son pocas opciones, pero él nunca se queja. Sabe lo que me cuesta cocinar solo para él y jamás sale de su boca una protesta. Eso me admira de él.

Mientras toma algo que él mismo se prepara, yo aprovecho para quitar la ropa del tendedero y dejarla doblada.

Ibón sale hacia el instituto con mis dos últimos consejos, aparentemente contradictorios, taladrándole los oídos,

—Pásalo bien

—Que no te pongan otro parte, por favor

La salida de Ibón me marca el inicio de mi siguiente actividad mañanera. Saco la lavadora y dejo toda la ropa mojada encima de la mesa para, mientras los otros desayunan, aprovechar para colgar la ropa y dejarla fuera para que se seque.

Perdón, antes de que se vaya Ibón, intento dejar los otros tres bocatas preparados. Estos son más fáciles. Hoy bocata de filete de pollo empanado que sobró de la cena de anoche.

Con la ropa encima de la mesa, comienzo con los desayunos de casa de los tres que me quedan. Cola-cao y tostadas, no hay otra opción.

Despierto a Unai que baja solo de la cama y se pone a desayunar.

Con las niñas es un poco más difícil. Empiezan las primeras discusiones.

Cuando he preparado el desayuno de las niñas, voy a despertarlas. Como sus camas están en alto, espero a cada una, la cojo en brazos y la llevo hasta la mesa donde las espera su desayuno.

—Ayer fui yo primera

—No, fui yo

—No tengas morro, yo no pienso bajar

¿Lo notáis? Empiezan a calentarse las calderas.

Cuando acaba de desayunar, la pequeña ha cogido una costumbre. Cinco minutos. Le gusta meterse en la cama después de desayunar cinco minutos y yo la dejo.

Empiezo a colgar la ropa.

Unai ha acabado.

—¿Has preparado todo ya?

—Que sí, —me dice mientras se pone los cascos para ver los goles de todos los partidos del día anterior. Ya le he perdido.

—África, ponte los calcetines, lávate la cara y los dientes.

Pero África está a otra cosa. No me preguntéis, no tengo ni idea de qué está haciendo.

Me quedan solamente los calcetines para colgar. Tengo una manía, bueno, tengo muchas y quienes me conocen bien las saben, seguro que alguno lo comenta. Los calcetines tienen que estar del derecho y emparejados para poder colgarlos juntos.

Es una manía, lo sé, pero una manía que me facilita la vida a la hora de recoger y doblar la ropa y eso al final me ahorra tiempo. Puestos a confesar manías, el lavavajillas que no me lo toque nadie, por favor. En el cestillo, cucharas con cucharas, tenedores juntos, cuchillos agrupados, fácil, se recoge en un plis plas. No entiendo como no lo hace todo el mundo así.

Y ni si te ocurra ponerme una Coca-cola sin hielo, ¡eso nunca!

Volvamos al momento desayuno. Tenemos a África haciendo no sé qué, a Jara en sus cinco minutos que ya van para diez porque estoy tardando una eternidad con los calcetines y Unai desconectado (más aún que de costumbre) del mundo.

Yo sigo con el pijama puesto así que me tomo un minuto y treinta y seis segundos para vestirme. No me ducho, después saldré a correr un rato así que prefiero esperar.

Hay que apretar porque no llegamos. Echo más carbón a la caldera y el tono de voz se eleva.

—Jara vístete YA

—África, lávate la cara, ponte las zapatillas y guarda el bocata.

—¡UNAIIIIII, deja eso ya! ¿Te has preparado todo?

Termino por fin de colgar la ropa y saco el tendedero a la terraza. Hay un par de cacas de perro y un gran pis. ¡Su perra madre!,

—¿Dónde coño está la fregona?

—JAAARAAAAA, vístete ya, pero YAAAAAAA!

Pufff, cómo está la sala de máquinas, al rojo vivo.

Hay que salir a menos cuarto y a las 8:47 parece que les tengo a todos listos.

Venga vámonos, Unai, coge la basura, por favor.

—Yo la tiré ayer.

—Me cago en todo lo que se menea, coge la puta bolsa de basura y sal ya.

Las niñas ya me miran con miedo, saben que alguna les va a caer.

—Venga, salir, con cuidado que no se escapen los perros. Vamos, vamos, vamoooooossss.

Allá van los dos perros, uno para cada lado de la escalera.

Pillad vosotros a Sprocket y yo cojo a Gato. Después de tres minutos que se hacen una eternidad conseguimos meter a los perros de nuevo en casa y asegurándome que los tres humanos y sus respectivas mochilas están fuera, cierro la puerta y continúo con mi cantinela: Vamos, vamos, vamoooooooossss.

Conseguimos salir de la urba, hay que darse prisa que no me gusta nada llegar tarde (¿otra manía?), Vamos, vamos, vaaaaamooooos.

—¿Dónde vas con la bolsa de basura, Unai? Tírala al contenedor.

—Es que como teníamos prisa….

Unai va con la bolsa medio camino hasta que encontramos otro contenedor.

—Coche amarillo, visto y vacunado, —escucho tras de mí mientras recibo un golpe inesperado en el hombro que me hace más daño del esperado.

La presión en la caldera es máxima y ese golpe hace que todo explote por los aires.

¡!!COOOOOÑOOOOOO ya, estaros quietos que me tenéis hasta los huevos!!!!

Se ponen firmes, avanzan con rápidas zancadas alentados por la posibilidad de que les caiga otra y a mitad de camino, justo a mitad de camino, Unai me mira con cara de preocupación y me dice:

—Papá, se me ha olvidado la guitarra.

Cuando por fin dejo a Jara en su clase y salgo del colegio, ya tengo hecho el día. Acaban de pasar dos horas de una intensidad inimaginable. Me voy un rato al gimnasio que necesito rebajar tensión.

Ya me pueden venir después problemas, clientes o facturas, yo ya tengo el día hecho.

Raro es el día que algo de esto no pasa, aunque vamos mejorando y las salidas cada vez son más fáciles, son momentos en los que sale el pequeño dictador que tengo dentro y toma las riendas de la situación para afrontar esas pequeñas crisis de manera rotunda.

No me gusta nada ese dictador, pero sé que existe. Es pequeño, como todos los dictadores, pero muy cabrón, también como todos los dictadores.

También sé que sale, ordena, grita y se vuelve adentro satisfecho con su minuto de poder. Intento que salga cada vez menos, a ver si algún día deja de hacerlo, pero parece que por el momento resiste.

En fin, imagino que es sólo, sólo, sólo, sólo mi corazón hablando

Sí, es solo, solo, solo, solo mi corazón hablando

Diciendo cosas que nunca pensé que diría

¿No me oyes golpear?

Intenté engañarte, pero no sirvió

Porque mi corazón está hablando, está hablando

Anybody’s dream can fall apart

Anybody’s mask can break

Couldn’t tell you how I wanted you

Enough to make you want to stay

I never said the words out loud

I guess I couldn’t get ‘em straight

Baby, give me one more chance

Before you walk away

It’s only, only, only, only my heart talkin’

Yeah, it’s only, only, only, only my heart talkin’

Sayin’ things I never thought I’d say

Can’t you hear me knocking

I tried to fool you but it wouldn’t play

‘Cause my heart it’s talkin’, it’s talkin’

Oh baby, it’s talkin’

Talkin’ to you

Everytime I take it to the edge

Everytime I’m so afraid

Don’t you know I cry my eyes out, babe

Everytime you look away

Oh, I almost dropped a tear

But I caught it just in time

I’d say those things you want to hear

If you’d help me, help me, help me try

It’s only, only, only, only my heart talkin’

Yeah, it’s only, only, only, only my heart talkin’

Sayin’ things I never thought I’d say

Can’t you hear me knocking

Tried to fool you but it wouldn’t play

‘Cause my heart it’s talkin’, it’s talkin’

Baby, it’s talkin’

Talkin’ to you

Well, I don’t want to hide away

Hide away without you, baby

Don’t you go and run away

Come and help me, baby

Just a little help, baby

Oh, my little baby

It’s only, only, only, only my heart talkin’

Yeah, it’s only, only, only, only my heart talkin’

Sayin’ things I never thought I’d say

Can’t you hear me knocking

I tried to fool you but it wouldn’t play

‘Cause my heart it’s talkin’, it’s talkin’

Baby, it’s talkin’

Talkin’ to you

It’s only, only, only, only my heart talkin’

Yeah, it’s only, only, only, only my heart talkin’

Yeah it’s only only only only only, only only only

My heart talkin’

Talkin’ to you

It’s my heart that does the talkin’

Talkin’ to you

Ah talkin’ to you

El sueño de cualquiera puede desmoronarse

La máscara de cualquiera puede romperse

No pude decirte cómo te quería

Lo suficiente como para que quieras quedarte

Nunca dije las palabras en voz alta

Supongo que no pude decirlas bien

Nena, dame otra oportunidad

Antes de que te vayas

Es sólo, sólo, sólo, sólo mi corazón hablando

Si, es solo, solo, solo, solo mi corazon hablando

Diciendo cosas que nunca pensé que diría

No puedes oírme golpear

Intenté engañarte pero no sonó

Porque mi corazón está hablando, está hablando

Oh nena, está hablando

Hablando contigo

Cada vez que lo llevo al borde

Cada vez que tengo tanto miedo

No sabes que lloro a mares, nena

Cada vez que miras hacia otro lado

Oh, casi se me cae una lágrima

Pero la atrapé justo a tiempo

Diría esas cosas que quieres oír

Si me ayudaras, ayúdame, ayúdame a intentarlo

Es sólo, sólo, sólo, sólo mi corazón hablando

Si, es solo, solo, solo, solo mi corazon hablando

Diciendo cosas que nunca pensé que diría

No puedes oírme golpear

Intenté engañarte pero no sonaba

Porque mi corazón está hablando, está hablando

Baby, está hablando

Hablando contigo

Bueno, no quiero esconderme

Esconderme sin ti, nena

No te vayas y huyas

Ven y ayúdame, nena

Sólo un poco de ayuda, nena

Oh, mi pequeño bebé

Es sólo, sólo, sólo, sólo mi corazón hablando

Sí, es sólo, sólo, sólo, sólo mi corazón hablando

Diciendo cosas que nunca pensé que diría

No puedes oírme golpear

Intenté engañarte pero no sonó

Porque mi corazón está hablando, está hablando

Baby, está hablando

Hablando contigo

Es sólo, sólo, sólo, sólo mi corazón hablando

Si, es solo, solo, solo, solo mi corazon hablando

Sí, solo, solo, solo, solo

Mi corazón hablando

Hablando contigo

Es mi corazón el que habla

Hablando contigo

5 comentarios en «Only my heart talkin´. Alice Cooper»

  1. Ay Marcos, yo te hago la ola pq esas mañanas con la mitad de hijos tb sacan mi Hulka…aunque cada vez menos. La cara de alivio después de dejar a tu tribu es genial. Y eres el mejor doblando la ropa. Yo tb les «amenazo» con tirar todos los juguetes si solo juegan con pantallas, en fin, la vida.

  2. Y lo único que te tranquiliza es saber que en el 99% de las casas con hijos, pasa exactamente lo mismo.
    «Su fábrica de excusas empieza a generar razonamientos inverosímiles que se convierten en el combustible inflamable perfecto para hacer explosionar mi ira», simplemente sublime.

  3. Que levante la mano el que no saca su Hulk de adentro una vez a la semana al menos!!!!
    Yo, solo me repito una frase en mi cabeza cuando me veo en esa encrucijada…Lo que no te mata, te hace más fuerte!
    Lo peor es que, después de una de esas explosiónes, te sientes mal hasta físicamente, te queda todo el cuerpo como si te hubieran dado una paliza jajaja

  4. Ayer mismo saqué mi Hulk por la mierda del ordenador……admirable tus tareas matutinas…lo mínimo es que salga el Hulk y todavía más tener la conciencia de parar y reconocerlo Enhorabuena,un abrazo🤩🤩🤩

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