Entrábamos en un nuevo siglo y, a pesar de todas las amenazas y profecías, el mundo siguió girando y nada raro sucedió. Después de unas merecidas vacaciones tocaba volver a nuestra vida británica.
Nuestra casa, situada en el 123 Roundhay Road, nos esperaba y, a los pocos días de nuestra vuelta, recibíamos una notificación judicial para que nos presentáramos ante los tribunales por el caso del alquiler. De los tres habitantes de la casa únicamente podía acudir uno junto con nuestro abogado. Por votación popular fui el elegido para defender nuestros derechos delante del jurado. Llegó el día indicado y acudimos al tribunal. Después de un buen rato esperando a la otra parte, el juez, asumiendo que esta no se iba a presentar, comenzó la sesión.
El Sr. Aktar expuso el caso y después de diversas preguntas dirigidas a nuestro abogado y de sus correspondientes respuestas, el señor Juez se dirigió a mí para preguntarme si quería añadir algo. Allí estaba yo, ese chico que hacía años era incapaz de hablar con sus compañeros de clase o de preguntar alguna duda al profesor de turno, teniendo que defender mis derechos ante un tribunal extranjero, en una lengua que no era la mía y con la responsabilidad de defender también los intereses de mis amigos. No recuerdo bien qué dije, pero estuve un buen rato hablando y al acabar, dando las gracias, me senté y me sentí especialmente orgulloso de mi mismo. Allí sentado, ante aquel tribunal, hice un rápido repaso mental de mi trayectoria vital desde los quince años y esbocé una sonrisa de satisfacción. Para mí, la resolución del caso era lo de menos, lo más importante ya lo había conseguido.
A las dos semanas del juicio, recibimos una carta certificada con la resolución del mismo. Establecía el alquiler oficial en una cuantía mucho menor de la que estábamos pagando y además con carácter retroactivo desde el comienzo del alquiler lo que supuso que, de marzo a junio de aquel año, ya no tuvimos que pagar más. Las penurias sufridas en las primeras semanas en aquella casa inhabitable se veían ahora plenamente compensadas. No habían podido con nosotros.
Las cosas nos iban muy bien, vivíamos sin demasiados problemas y sin demasiadas preocupaciones hasta que la vida se encargó de recordarnos, en este caso a mí únicamente, que todo puede cambiar de un día a otro. Una oscura tarde de invierno, mientras andaba haciendo los deberes de mis clases de inglés, recibí una llamada de mi casa de Madrid. Al otro lado del teléfono escuché la voz de mi hermana Camino que me comunicaba una malísima noticia. El padre de mi primo Mike había fallecido en una operación a corazón abierto, simplemente no había aguantado. En ese momento, sentado en las escaleras que subían al segundo piso de la casa, se me vino el mundo encima y miles de recuerdos se agolparon en mi cabeza, mientras las lágrimas inundaban mis ojos. Recuerdos de los miles de veces en mi infancia que había ido a casa de mis primos a dormir, de su Seat 127 familiar, color azul, en el que ponía canciones desconocidas para mí, pero que me encantaban, mientras mi primo y yo íbamos tirados en el maletero jugando a cualquier cosa. Recuerdos de tardes ayudándoles con el arreglo de su casa cuando vinieron a vivir a El Plantío, de noches de verano en las que jugaban a las cartas con mis padres, a la canasta más concretamente, y se podían pasar horas que nosotros aprovechábamos para hacer de las nuestras. Recuerdos de paellas y barbacoas en su casa, de tardes de pesca en Valmayor, de alguna bronca compartida con mi primo. Recuerdos de traducirle unos catálogos franceses de maquetas de trenes que eran una de sus pasiones y de ayudarle con la súper maqueta de trenes que habían montado él y mi primo. Recuerdos de una persona que fue realmente importante en mi vida, mi segundo padre y que se había ido sin poder despedirme. Sé que mi primo, mis primas, a las que adoro, y mi tía (necesitaría un capítulo entero para poder mostrar una pequeñísima parte de la importancia de mi tía Maribel en mi vida), estuvieron bien arropados en aquellos tristes días, pero siempre me quedará la espinita de no haberles podido acompañar en persona.
La rutina de trabajos, clases y salidas nocturnas que habíamos establecido en los primeros meses continuó sin grandes cambios. Cada poco tiempo recibíamos visitas e hicimos varios viajes para conocer la isla. Entre ellos destacan el que llevamos a cabo con mi hermana Arancha y su novio Ángel o cuando nos visitó mi hermano Pichi con un par de amig@s de su equipo de Rugby, en el que decidimos alquilar un coche y conocer Escocia, Edimburgo, las Highlands, Inverness, la isla de skye, el Eilean Donan Castle, Sterling… para acabar en Glasgow. Un país que me marcó por sus paisajes y sus gentes y que está en mi lista de “volverés”.
Aquel año conocimos a un montón de gente, David y Ruth. Ricky, que acabó siendo compañero de piso. Gema, Vanessa, Miriam y Alexis de la Mary Morris, la residencia de estudiantes con mejores fiestas de Leeds, Diego, que era de Valladolid, y alguno más que no recuerdo, sin embargo, uno destaca entre todos. Pablo, un chaval de veintipocos años, sevillano y con una gracia y una valentía que me sorprendían cada vez que hablaba con él. Se lanzó a la aventura británica él solito y sin hablar casi inglés por lo que siempre le tuve una gran admiración.
Pablo se hizo amigo nuestro enseguida y allí comenzó una amistad que todavía mantengo. Aunque empezó buscándose la vida en otros quehaceres, rápidamente se unió a nosotros en el City Catering y nos acompañaba a casi todos los trabajos que hacíamos pasando así a ser el cuarto miembro del Spanish Team. Unos años antes, yo había empezado a curiosear el mundo del Flamenco sin profundizar demasiado y uno de los primeros grupos que escuché fueron los Mártires del Compás (algunos dirán que eso no es Flamenco). Pablo era un gran fan de ese grupo y de Extremoduro y, conociendo la importancia que la música tiene en mi vida, aquello no podía ser una mera coincidencia.
En cuestión de amores yo seguía curando mis heridas y no sé si de una manera consciente o inconsciente estaba bastante reticente o no demasiado abierto a cualquier posibilidad. Es curioso que, con el paso del tiempo, te das cuenta que algunas decisiones que tomas sin saber bien por qué y que, aparentemente, no son demasiado importantes, podrían haber cambiado tu vida. Pude haber tenido una bonita historia de amor, pero una mal entendida amistad y un falso sentido de la lealtad hicieron que tomara una decisión que impidió siquiera empezar aquella fugaz historia. Ignoro donde nos podría haber llevado, pero tengo la certeza que mi vida hubiera sido distinta y hasta aquí puedo y quiero leer.
El verano se iba acercando y teníamos que tomar una decisión porque la primitiva idea era estar fuera un curso académico. Antes de nada, nos tocó examinarnos, a mí del Advanced y a mis amigos del First Certificate. Los exámenes fueron muy bien y todos conseguimos sacar nuestros títulos. El Chuso, cansado ya de tanta lluvia, decidió que quería volver a España y empezar a buscar trabajo. El Chalamon y yo decidimos que queríamos continuar nuestra aventura y, además, hacerlo donde no habíamos sido capaces de hacerlo desde el principio: en Londres.
Para ello aplicamos a un hotel que sabíamos que necesitaban gente de cara al verano y los dos fuimos aceptados. De esta manera volvíamos donde había empezado todo, pero con varios meses de experiencia, con un nivel de inglés mucho mayor y con un trabajo fijo que, además, ponía alojamiento. Nuestra aventura en Londres tenía un nombre: El Royal National Hotel, un hotel enorme bastante céntrico muy cercano a King´s Cross St. Pancras (la estación de Harry Potter) y también al British Museum.
Allí, nos asignaron a cada uno un puesto de trabajo y una habitación para los dos en unas instalaciones muy cercanas al hotel. Trabajábamos por las tardes de 15:00 a 23:00 y nos aprovechábamos de todos los servicios que nos permitían utilizar. Por las mañanas íbamos al gimnasio, a las 12:00 nos íbamos a almorzar la comida de personal que el restaurante ponía a disposición de los trabajadores y a las 13:00 volvíamos a la habitación a echar la siesta hasta la hora de volver a trabajar. Además, en nuestros días libres, nos apuntábamos a las excursiones de turistas, para las que teníamos un descuento importante, y visitamos los lugares más interesantes de la zona, Stonehenge, Bath, Brighton, Oxford, Cambridge, etc. Esa, y alguna salida nocturna para conocer la noche londinense, fue básicamente nuestra vida durante esos tres meses maravillosos de verano.
Ese mismo año, mi amigo Mario, el que me descubrió a The Cranberries, estaba viviendo y trabajando en Londres y retomamos el contacto. El gran acontecimiento del verano fue ir a ver a Bon Jovi al estadio de Wembley en el que fue el último concierto realizado antes de su remodelación integral. Un concierto que los dos recordamos por la versión acústica que hicieron de su primer gran éxito “Runaway” y que como aficionado al fútbol guardo en mi memoria por haber estado en medio del césped del mítico estadio de la capital inglesa.
Una vez que nuestros contratos en el Hotel acabaron, el Chalamon volvió a Madrid, pero yo decidí quedarme unos días más, no tengo claro por qué extraña razón quería ser el último en abandonar nuestra aventura, y así lo hice. Las últimas dos semanas las pasé en casa de Mario que me acogió con los brazos abiertos y en ese tiempo fui despidiéndome de todos los recuerdos y vivencias que había ido acumulando en aquel año tan especial en mi vida y que marca una línea temporal muy clara en la misma dividiendo mis recuerdos entre los de antes de Inglaterra y los de después de Inglaterra.
Una experiencia vital tan intensa como enriquecedora, en la que los malos momentos, que también los hubo, se van difuminando y convirtiéndose en pelusillas en un rincón de tu cabeza y los buenos se amplifican y se convierten en tesoros que nunca nadie podrá robarte. Si además esos tesoros son compartidos con personas tan especiales como mis dos acompañantes iniciales o como mi anfitrión en Londres, entonces sabes que, utilizando un símil futbolístico, ya nunca caminarás solo.
Además de los Mártires del Compás, musicalmente tengo muchas canciones y discos que me recuerdan a ese año, “Californication” de los Red Hot Chilli Peppers, “Honestidad Brutal” de Calamaro, “The Man who” de Travis, “Pure Shores” de all Saints, “Porcelain” de Moby, “All the small things” de Blink 182, “Yellow” de Coldplay, varias de Mel C (Sí, la de las Spice Girls), “Paradise by the dashboard lights” de Meat Loaf que enseñaba a mis compañeros de piso para que fueran aprendiendo inglés. Incluso Shania Twain que sonaba en todas las discotecas y Abba y su “Dancing Queen”, por la que los ingleses sentían auténtica devoción, son canciones que tienen algo especial que inevitablemente relaciono con aquellas vivencias y que me producen ligeros escalofríos y cierta felicidad, mezclada con nostalgia, cada vez que las oigo.
La canción de esta semana, aunque es mucho más antigua y de uno de esos grupos que en mis comienzos fueron rechazados por ser demasiado blandos, está íntimamente relacionada con esas últimas semanas que pasé en Londres en casa de Mario.
Durante esos días no le veía demasiado porque sus jornadas laborales eran larguísimas. Sin embargo, un domingo que parecía que estaba todo bastante calmado, decidimos crear una cinta entre los dos en la que cada uno iría poniendo las canciones que más le gustaban. Después de desplegar todos los CD´s y vinilos que tenía en su casa, y de varias elucubraciones, empezamos con la grabación. Me tocaba a mí comenzar y mi primera elección fue Romeo and Juliet.
La letra habla de lo que hubiera sido la relación de los dos amantes en caso de no haber muerto. Se dice que está dedicada a una ex de Mark Knopfler con la que no acabó demasiado bien y aunque Romeo vuelve a declarar su amor y no entiende cómo su amada ha podido cambiar tanto, Julieta parece que ya no está por la labor. La canción la escuché por primera vez en uno de los discos de mi hermano mayor en la época del colegio y enseguida me cautivó. Como tenía que ser fiel a mis principios musicales, tenía que escucharla a escondidas para no reconocer que me encantaba y desde esas primeras escuchas clandestinas siempre me ha acompañado en mi vida.
En la segunda canción de la grabación, Mario recibió una llamada del trabajo que le requería para ir inmediatamente a su oficina, a pesar de ser un domingo tarde. Aquel proyecto musical acabó allí, pero siempre será una excusa maravillosa para que en algún momento de nuestras vidas sea recuperado.
Un par de días después, tras realizar las gestiones necesarias, cierre de la cuenta bancaria y retirada de todos mis fondos, que no eran demasiados, y unos procesos administrativos para regularizar los impuestos, metí todas mis pertenencias en la enorme bolsa que un año antes me había prestado mi amigo Víctor y con ella en la mano, mi casete con CD en la otra y mis portacds en la mochila a la espalda como mi tesoro más valioso, tomé en Luton el vuelo que me devolvía a casa. Las heridas estaban curadas, el idioma y la autoestima fortalecidos y, por tanto, era ya el momento de dejar la hostelería y empezar a buscar un trabajo que me ayudara a asentarme en la vida. ¡Podre ingenuo de nuevo!
A lovestruck Romeo sang the streets of serenade
Laying everybody low with a love song that he made
Finds a streetlight, steps out of the shade
Says something like, «You and me, babe, how about it?»Juliet says, «Hey, it’s Romeo, you nearly gave me a heart attack»
He’s underneath the window, she’s singing, «Hey, la, my boyfriend’s back
You shouldn’t come around here singing up at people like that
Anyway, what you gonna do about it?»»Juliet, the dice was loaded from the start
And I bet, and you exploded into my heart
And I forget, I forget the movie song
When you gonna realize it was just that the time was wrong, Juliet?»
Come up on different streets, they both were streets of shame
Both dirty, both mean, yes, and the dream was just the same
And I dreamed your dream for you and now your dream is real
How can you look at me as if I was just another one of your deals?
When you can fall for chains of silver you can fall for chains of gold
You can fall for pretty strangers and the promises they hold
You promised me everything, you promised me thick and thin, yeah
Now you just say «oh, Romeo, yeah, you know I used to have a scene with him»»Juliet, when we made love, you used to cry
You said ‘I love you like the stars above, I’ll love you till I die’
There’s a place for us, you know the movie song
When you gonna realize it was just that the time was wrong, Juliet?»I can’t do the talk like they talk on the TV
And I can’t do a love song like the way it’s meant to be
I can’t do everything but I’d do anything for you
I can’t do anything except be in love with youAnd all I do is miss you and the way we used to be
All I do is keep the beat and bad company
All I do is kiss you through the bars of a rhyme
Julie, I’d do the stars with you any time»Juliet, when we made love you used to cry
You said ‘I love you like the stars above, I’ll love you till I die’
There’s a place for us you know the movie song
When you gonna realize it was just that the time was wrong, Juliet?»And a lovestruck Romeo, he sang the streets of serenade
Laying everybody low with a love song that he made
Finds a convenient streetlight, steps out of the shade
He says something like, «You and me, babe, how about it?
You and me, babe, how about it?»
Romeo, enfermo de amor, canta una serenata callejera deprimiendo a todo el mundo con su canción de amor.
Encuentra una farola apropiada, sale de sus sombras, y dice algo así como: ¿Qué hay de nosotros, nena?
Julieta dice: «Ah, ¡es Romeo! Casi me matas del susto.
El bajo la ventana, ella canta «Laralá, Mi chico ha vuelto»
No deberías venir por aquí, despertando a la gente con tus canciones.
De todos modos, ¿qué le vamos a hacer?
Julieta, los dados estaban trucados desde el principio y aposté y estallaste en mi corazón y olvidé, olvidé…la canción de la película.
¿Cuándo te vas a dar cuenta de que, simplemente, no era el mejor momento, Julieta?
Van por distintas calles, calles de vergüenza, ambas sucias, ambas vulgares, y el sueño era el mismo.
Y soñé tu sueño por ti y ahora el sueño es real.
¿Cómo me puedes mirar como si yo fuera uno más de tus líos?
Puedes ceder por cadenas de plata, puedes ceder por cadenas de oro, puedes enamorarte de atractivos desconocidos y de sus promesas. Tu me lo prometiste todo, me prometiste el oro y el moro, y ahora sólo sueltas: «¿Romeo? Ah sí, tuve una historia con él»
Julieta, cuando hacíamos el amor solías llorar
Te decía: «Te quiero como a las estrellas del firmamento, te querré hasta la muerte»
Hay un lugar para nosotros, ya conoces la canción ¿Cuándo te vas a dar cuenta de que no era el momento apropiado, Julieta?
No sé hablar con lo hacen en la TV y no sé hacer una canción de amor como se debería hacer.
No lo puedo hacer todo, pero cualquier cosa por ti.
No puedo hacer nada excepto estar enamorado de ti.
Todo lo que hago es extrañarte, y a la forma como estábamos
Todo lo que hago es mantener el latido y las malas compañías
Todo lo que hago es besarte a través de los versos de un poema
Julieta, haría las estrellas contigo en cualquier momento
Julieta, cuando hacíamos el amor solías llorar.
Te decía: «Te quiero como a las estrellas del cielo, te querré hasta la muerte»
Hay un lugar para nosotros, ya conoces la canción ¿Cuándo te vas a dar cuenta de que no era el momento apropiado, Julieta?
Romeo, enfermo de amor, canta una serenata callejera deprimiendo a todo el mundo con su canción de amor.
Encuentra una farola apropiada, sale de las sombras, y dice algo así como: ¿Qué hay de nosotros, nena?
PELOS DE PUNTA!!! Siempre digo… esta semana ha sido mi favorita y… me vuelves a hacer esto
Jajajaja, y eso que no he llegado todavía a la parte que te toca más!!!
Dioooooooos, ese pelo «oxigenao», tengo unas cuantas fotos en casa de aquellos días de esas que generan gran nostalgia y no pocas risas…
Quiero verlas!!!!
que grandes historias primo, me encantan.
Gracias Paloma, en realidad son pequeñas historias pero contadas desde el corazón!!
¡¡Esos «blandos» son una de las mejores y más singulares bandas de la historia del rock, sacrílego!! (te lo digo a ti, no al rock, jajajajaja) Ya, ya sé que esto no va de discutir de gustos musicales, pero tenía que decirlo… 😬😎
¡Y qué gran victoria personal la vuestra contra la pérfida Albión! ¡El Spanish Team sí que fue la verdadera Armada Invencible! 💪
¡Gracias, chaval, hasta la semana que viene!
Han tenido que pasar los años para que me diera cuenta de eso, pero sí, lo reconozco, son una de las mejores bandas, pero a mis 15-16 años no los aguantaba!!!
Me vuelves a hacer llorar, y al mismo tiempo, revivir momentos que golpean el corazón de emoción.
Suerte de ser tu hermana
Elige: 1) Roxanne o 2) Red Light…
Jajajjaja, spanish party!!!
Que buen capitulo…aquellos días en Londres fueron muy intensos!
Ya sé que voy con retraso en los comentarios jajaja, pero no quiero dejar de hacerlos. Más vale tarde que nunca 🙂 La verdad que todas estas historias que te tocan tan de cerca remueven mucho todos tus sentimientos. Que afortunado me siento de haber compartido ese última aventura contigo en London Hammond. El broche de oro a un viaje vital que como bien dices marca un antes y un después en nuestras vidas. Ese tramo final fue nuestro.. que maravillosa rutina de gimnasio, comida y siesta jajaja… y luego con las chicas que se alojaban en el mismo hotel viendo como nos acicalábamos antes de ir a trabajar… éramos los veteranos, como había cambiado el cuento desde que llegamos como niños ingenuos y algo asustados, pero siempre con un sentimiento de unión… que nos hizo indestructibles.. Y que siempre permanecerá..
Indestructibles es la palabra!! Fue un verano genial y no había nadie mejor para compartirlo!