El mes de marzo de 1972 fue extrañamente caluroso. Las temperaturas sufrieron un incremento inesperado principalmente en las dos últimas semanas del mes con el mercurio subiendo a niveles más propios de finales de la primavera.
Luis, que era de natural caluroso, dormía con la chaqueta del pijama desabrochada y una delicada brisa entraba por su ventana favoreciendo la intrusión en la zona prohibida a escasos centímetros de su pecho.
Era su cumpleaños y anhelaba su regalo.
Te ahorraré los detalles y te contaré solamente donde empiezan mis recuerdos.
Luis yacía boca arriba de nuevo en su zona asignada, jadeando por el esfuerzo.
En un abrir y cerrar de ojos, me encontré siendo disparado a toda velocidad dentro de una sombría cavidad junto con millones de compañeros que repentinamente se encontraban en la misma situación que yo.
Los gritos, la excitación, la incertidumbre, nos invadió a todos que corríamos sin ningún sentido en varias direcciones intentando escapar de la trayectoria original.
Al mirarme bien, vi que no tenía posibilidades de agarrarme a ningún sitio, no tenía brazos, ni piernas y una larga cola salía de mi cuerpo.
Los millones de compañeros que estábamos allí nos sentimos llamados por una atracción que no entendíamos de dónde venía.
Lo único que sabíamos era que había que dirigirse hacia el fondo de aquel oscuro túnel.
Parecía que el camino iba a ser largo y peligroso.
Yo, que ya por aquel entonces era de llamar más bien poco la atención, seguí la dirección que todos seguían. Ya empezaba a sentir que esa larga cola era la que me ayudaba a avanzar y a cambiar de dirección y al cabo de un buen rato navegando por aquella viscosa corriente, yo ya controlaba perfectamente mis movimientos.
Muchos de mis compañeros, decidieron realizar el viaje juntos y charlaban animadamente. Se notaba quiénes eran los líderes, quienes los inteligentes y quienes los más valientes.
Muchos de ellos desaparecieron justo al pasar por una gran estrechez. Algunos no la vieron y otro cuantos no habían practicado lo suficiente con sus largas colas como para sortear esa barrera. A mi me resultó bastante fácil.
La criba fue brutal, muchos de los compañeros quedaron allí y nunca volvimos a verlos.
Ese fue el primer peligro del viaje. No sabíamos lo que nos esperaba más adelante. Más estrecheces, cuevas en las que si caías ya nunca podías volver a salir y zonas en las que un simple roce acababan con tu vida.
El número de compañeros iba menguado de forma ostensible en cada parte del viaje.
Y lo peor estaba por llegar.
Según nos íbamos acercando pude verlo. Una gran estrechez se divisaba y la mayoría de los compañeros que intentaban pasar se estrellaban contra las paredes y perecían. El espectáculo era dantesco, miles y miles de compañeros que hacía pocos minutos cantaban y reían juntos, ahora eran irremediablemente fulminados por aquella estrechez con forma de trompa.
Yo me acercaba irremediablemente hacia la zona, pero antes de llegar me fijé en cómo unos pocos aprovechaban una pequeña apertura que se abría y cerraba rítmicamente.
Me dirigí hacia esa zona y cerrando los ojos en un acto de fe me lancé hacia allá deseando no estamparme contra las paredes.
No sé cómo, pero lo conseguí.
Ahora sí que quedábamos muy pocos compañeros. La mayoría agotados, otros habían perdido sus colas y les era imposible seguir avanzando, otros simplemente no querían seguir avanzando paralizados por el miedo.
La llamada era clara, yo podía escucharla y nada me iba a hacer desistir. Yo, y unos pocos valientes más, continuamos en la carrera.
Al poco tiempo lo vimos. Una gran esfera luminosa era la responsable de la llamada. Solo quería llegar hasta allí y acurrucarme junto a ella para descansar.
Al llegar vi que muchos compañeros estaban luchando con todas sus fuerzas por entrar. Sin duda eran del grupo de los valientes, pero no de los inteligentes. Muchos lo intentaban una y otra vez hasta que caían rendidos de cansancio y morían en el intento.
En mi primera aproximación no tuve suerte, cogí toda la carrerilla que mi cansada cola pudo darme y me lancé sin pensarlo a derribar aquella enorme puerta. Salí rebotado hacia el lado contrario bastante aturdido.
Medio mareado por el golpe y tambaleándome intenté buscar otra manera de entrar, pero parecía que estaba totalmente cerrado.
De repente, casi sin darme cuenta, tropecé con un compañero caído y, rebotando de un lado a otro sin hacer prácticamente ningún esfuerzo, conseguí meter mi enorme cabeza por una rendija que nadie había visto.
Una vez metí la cabeza, el resto de mi cuerpo entró sin problemas y la cola desapareció por la rendija mientras escuchaba una mezcla de insultos y vítores que sin duda provenían del resto de compañeros que no habían podido dar con esa diminuta entrada.
El lugar era maravilloso, calentito, con todas las comodidades. Entre eso y el agotamiento físico del emocionante viaje, me acurruqué en un mullido colchón y descansé.
Descansé.
Descansé.
Esa fue la única carrera que he ganado en mi vida, la más importante sin duda.
Silent Lucidity
No sé cuánto tiempo pasó cuando de repente comencé sin previo aviso el viaje contrario. Ya tenía manos, piernas y un pequeño apéndice entre las mismas. Mi larga cola había desaparecido y tenía que volver a pasar por esas estrecheces con el pedazo de cabezón que tenía ahora.
No sabía si lo conseguiría.
Un gran chorro de agua y los continuos pujos que no sabía de dónde venían hicieron el resto.
Y salí.
Al principio un gran fuego invadió mis pulmones y me puse a berrear y a jurar en arameo todos los tacos que sabía. Al cabo de un rato me acostumbré a ese aire que entraba por mis narices.
Me limpiaron, me pusieron una ropa calentita y me dejaron en brazos de una voz que llevaba tiempo escuchando y que me tranquilizaba cada vez que hablaba.
Entonces lo escuché por primera vez.
¿Cómo estás Blanca?, preguntó firmemente.
Menuda inocentada vamos a dar a toda la familia, añadió con una mezcla de humor y cansancio.
Esa voz, esa manera de decir “Blanca”…
Inmediatamente supe quién era.
Era el cabrón que me había disparado a aquel oscuro túnel y me había dejado, sin brazos ni piernas, solo antes aquellos tremendos peligros donde había perdido a millones de amigos.
Quise decirle de todo, cómo se había atrevido, cómo había podido…pero únicamente me salió un pequeño vómito que le manchó su arrugada camisa.
Sin embargo, al mirarle a los ojos, algo cambió y todo ese rencor se transformó en confianza, en tranquilidad y en amor.
De repente supe que esos pequeños ojos verdes estarían siempre allí para quererme y para cuidarme, y sin saber cómo, sonreí por primera vez en mi vida.
Estaba con mi padre.
Ayer cumplió ochenta y ocho años y esos pequeños ojos verdes volvieron a decirme una vez más que seguían aquí para cuidarme.
Mis primeros recuerdos con mi padre tienen olor a cloro y a patatas fritas de la piscina del club Chamartín, donde jugaba al tenis y donde pasábamos algunas calurosas tardes de verano.
Excavo en mis recuerdos para rescatar imágenes de una película de Mortadelo y Filemón que fue la primera que mi padre alquiló cuando compramos nuestro primer video Beta, y los primeros sonidos basculan entre los botes de las pelotas de tenis en la arcilla de la pista y los sonidos de la aguja del tocadiscos cuando ponía sus discos de música clásica.
El intenso olor a cigarrillo negro nada más ser encendido en el coche y las largas tardes de junio viendo Roland Garros en la tele tumbado en el sofá marcaron mi infancia.
El miedo y el respeto cuando tenía que entregar mis malas notas y mi frustración cuando me obligaba a cortarme el pelo cuando lo que yo más deseaba era dejármelo largo para parecerme a mis héroes y para ser diferente a todos mis compañeros, marcaron mi adolescencia.
“Eres más vago que la chaqueta de un guardia”
“Si no quieres estudiar dímelo y te meto a lavar platos en un restaurante que es un trabajo muy digno”
“A mi me metieron en un internado con tu edad para que aprendiera”
Todas eran frases que resonaban en casa cada tres meses aproximadamente cuando teníamos que entregar nuestro boletín de notas.
Yo no lo entendía, pero mi padre estaba cuidándome tal y como yo había sentido la primera vez que estuve en sus brazos.
Y sé que seguirá cuidando de mi
Y sé que me ayudará a conseguirlo
Y sé que me protegerá en la noche
Y sé que estará sonriendo a mi lado en silenciosa lucidez
Durante estos dos años que llevamos conociéndonos ya os he confesado que corro solo porque me gusta, que escribo solo para mi madre y que la cosa más importante que me ha enseñado mi padre es a respetar las decisiones de los demás.
Hoy, un día después de su 88 cumpleaños, sigo aprendiendo de él y de su necesidad de ayudar a los que tiene cerca.
Eso ha sido su vida y lo seguirá siendo hasta que, ese que hace 2000 años dijo las palabras que han marcado su vida, «amaos los unos a los otros como yo os he amado«, decida que quiere tener cerca a mi padre.
Solo espero que sea dentro de muchos años para seguir aprendiendo y asimilando todo lo que me queda y ser capaz algún día de hacer que esa mirada de amor que desprenden sus vivos ojos verdes, viva durante muchos años más en los ojos de mis hijos, y que su sueño de amar al prójimo permanezca vivo, sea mi guía y que…
Siga cuidando de mi
Me ayude a lograrlo
Me proteja en la noche
Y que esté siempre sonriendo a mi lado.
Hush now, don’t you cry
Wipe away the teardrop from your eye
You’re lying safe in bed
It was all a bad dream spinning in your head
Your mind tricked you to feel the pain
Of someone close to you leaving the game of life
So here it is, another chance
Wide awake you face the day, your dream is over
Or has it just begun?
There’s a place I like to hide
A doorway that I run through in the night
Relax child, you were there
But only didn’t realize and you were scared
It’s a place where you will learn
To face your fears, retrace the years
And ride the whims of your mind
Commanding in another world
Suddenly you hear and see this magic new dimension
will be watching over you
(I) am gonna help you see it through
(I) will protect you in the night
(I) am smiling next to you, in silent lucidity
I can’t do this
Visualize your dream, record it in the present tense
Put it into a permanent form
If you persist in your efforts, you can achieve dream control
How’s that then, better?
Dream control, dream control
Help me
If you open your mind for me
You won’t rely on open eyes to see
The walls you built within
Come tumbling down, and a new world will begin
Living twice at once, you learn
You’re safe from the pain in the dream domain
A soul set free to fly
A round trip journey in your head
Master of illusion, can you realize
Your dream’s alive, you can be the guide but
will be watching over you
(I) am gonna help you see it through
(I) will protect you in the night
(I) I’m smiling next to you
Calla ahora, no llores
Limpia la lágrima de tu ojo
Estás tumbado a salvo en la cama
Todo fue un mal sueño dando vueltas en tu cabeza
Tu mente te engaño para que sintieras el dolor
De alguien cercano a ti dejando el juego de la vida
Así que aquí está, otra oportunidad
Despierto te enfrentas al día, tu sueño ha terminado
¿O acaba de empezar?
Hay un lugar donde me gusta esconderme
Una puerta que atravieso en la noche
Relájate niña, estabas allí
Pero no te diste cuenta y estabas asustada
Es un lugar donde aprenderás
A enfrentar tus miedos, retroceder los años
Y montar los caprichos de tu mente
Comandando en otro mundo
De repente escuchas y ves esta nueva dimensión mágica
estará velando por ti
(Yo) te ayudare a ver a traves de ella
(Yo) te protegeré en la noche
(Yo) estoy sonriendo a tu lado, en silenciosa lucidez
No puedo hacer esto
Visualiza tu sueño, grábalo en tiempo presente
Póngalo en forma permanente
Si persistes en tus esfuerzos, puedes lograr el control del sueño
¿Cómo es eso entonces, mejor?
Control del sueño, control del sueño.
Ayúdame.
Si abres tu mente para mí
No dependerás de ojos abiertos para ver
Los muros que construiste dentro
Se derrumban, y un nuevo mundo comenzará.
Viviendo dos veces a la vez, aprenderás
Estás a salvo del dolor en el dominio del sueño
Un alma libre para volar
Un viaje de ida y vuelta en tu cabeza
Maestro de la ilusión, ¿puedes darte cuenta
Tu sueño está vivo, puedes ser el guía pero
estaré velando por ti
(Yo) te ayudaré a verlo realizado
(Yo) te protegeré en la noche
(Yo) estoy sonriendo a tu lado
Qué bonito, Marcos. Me has emocionado y seguro que tu padre no ha podido recibir mejor regalo de cumpleaños
Te lo dije ayer y te lo repito hoy. Me admiras. Qué orgullosa estoy de ser tu tía!!!
Verdes como los tuyos…