You can´t always get what you want. Rolling Stones

Las semanas pasan a toda velocidad. Las palabras de un viejo profesor del colegio que un día se quedaron fijadas a mis recuerdos, encuentran, por fin, significado en mi cabeza.

El tiempo, o más bien su percepción, cambian con la edad. Lo que para vosotros ahora es un mundo para vuestros abuelos es un suspiro.

Todos los compañeros de clase nos mirábamos extrañados unos a otros. La mayoría no entendía nada, otros, que aprovechaban cualquier momento para liar alguna, empezaban ya a maquinar otra de sus maldades y unos pocos, como yo en otras tantas ocasiones, miraban hacia la ventana vigilando de cerca la campana que marcaba el final de la clase.

Ese día, por alguna intervención divina, yo estaba escuchando al profesor, y recuerdo cómo me llamó la atención aquella reflexión. No era capaz de entender que cada uno percibiera el tiempo de una manera diferente. Sesenta segundos son sesenta segundos tengas 2, 10 ó 80 años y una oreja son 60 minutejos.

Al llegar a casa, le conté a mi madre lo que nos había explicado aquel loco profesor y para mi sorpresa me confirmó que era verdad. Se habían vuelto todos locos.

Este mismo lunes me di cuenta que se había acabado el verano y que, una vez más, nos había pillado el toro. Comprar los libros, los cuadernos y el material a última hora, abono transportes, mochilas, ¿cómo que no tienes zapatillas?, ¿cuál era la clave para educamadrid? Esa no funciona, no hay nada para hacer el desayuno del cole, mi botella de agua gotea, solo encuentro una chancla, vamooooos que llegamos tarde!!! El primer día, SIEMPRE IGUAL!!!! VAAAAMOOOOOOSSSSSSS!!!!

En ese momento de caos organizativo, sin motivo alguno recordé las palabras de mi viejo profesor y entendí todo. Casi podía sentir la mano delgada, envejecida y repleta de venas del profesor sobre mi hombro mientras me susurraba detrás del oído algo así como:

“Te lo dije”.

Al darme la vuelta para agradecérselo me encontré de bruces con Sprocket que saltaba encima de mí y me lamía la cara con la clara intención de borrar la imagen del maestro.

Dentro de un mes, que para mi ahora pasa a toda pastilla, me enfrento de nuevo a mi particular reto personal deportivo de intentar acabar por segunda vez el GTP. El año pasado pude cruzar la meta con algunas horas de colchón todavía para el cierre de la prueba. Una gran sobrecarga en la pierna izquierda (siempre es la pierna izquierda la que sufre las lesiones y es extraño teniendo en cuenta el gran manejo de la mano izquierda que poseo), me tuvo arrastrándome por los montes de la Sierra de Madrid durante más de 20 horas pero al final lo conseguí.

Este año mi propósito vuelve a ser el mismo: acabar y si puede ser sin dolor, mejor. En realidad, sé que el dolor terminará apareciendo, solo pido que no sea tan limitante como el año pasado.

La preparación está funcionando bien y aunque me cuesta organizarme para intentar llegar a todo, de una manera u otra, con un capote de Paula por aquí y otro por allá y con una privación importante de horas de sueño, voy consiguiendo hacer el camino. Entrenos de 4 y 5 horas, cuestas en el cerro, cambios de ritmo. Voy cumpliendo sin obsesionarme demasiado si en algún momento me salto alguno por estar demasiado cansado o por tener algo más importante que hacer.

Los fines de semana, a toda la vorágine habitual de la casa, hay que añadirle mis horarios en el restaurante. Otra muestra clara de cómo pasa el jodido tiempo. Un año y medio desde que empecé. Al principio pensé que sería una oportunidad estupenda para sacar un dinero extra durante un periodo de tiempo en las que las cosas no iban demasiado bien. Ahora se ha convertido en un ingreso más de la familia y los fines de semana me encierro allí para producir euros que rápidamente pasan al poder del BM.

You can´t always get what you want

He de reconocer que cada vez que me afeito delante del espejo para ir a trabajar siento una ligera punzada. Será el orgullo que intenta joderme. “Si fueras realmente bueno escribiendo y comunicando deberías tener tu agenda llena, tu correo repleto de numeritos azules de mails sin tan siquiera haber sido vistos y tu cuenta del banco lo suficientemente saneada como para pensar a qué restaurante podrías llevar a tu mujer para pasar un rato con ella que todo se lo merece, y no estar afeitándote para ir a trabajar en ese mismo restaurante”.

Que le jodan al orgullo. Solo hace daño, no te ayuda jamás. Lucha contra esa mierda.

Marcellus Wallace

Una vez que llego, olvido toda esa mierda y me centro en trabajar y en tratar de llevarme lo mejor posible con todo el que quiera llevarse lo mejor posible conmigo. Yo siempre he sido de no llamar demasiado la atención, mi tamaño siempre me ha permitido pasar desapercibido (hasta que ponían una pelota, ya fuera de fútbol o de baloncesto, por medio) y sé que mi carácter tranquilo hace, como siempre me ha pasado, que poco a poco vaya cogiendo confianza para acabar siendo “acogido” en cualquier grupo. En este caso no ha sido diferente.

No soporto a esa gente que se come el mundo desde el principio y se convierte o quiere convertirse desde el primer momento en el centro de atención. Puedo llegar a reconocer que quizás sea un poco de envidia porque yo no sería jamás capaz de llegar a un sitio de nuevo y tratar a los compañeros como si les conociera de toda la vida.

No las critico, producen en mi más bien una mezcla de admiración y desprecio que nunca sé cómo manejar. Desprecio porque muchas veces suelen confundir ese arrojo y esa valentía con la chulería y el “yolosetodismo” que tanto me irrita. Admiración porque muchas veces me hubiera gustado tener yo una pequeña parte de esa valentía para afrontar las cosas.

Hay un dicho que ha marcado desde hace muchos años mi filosofía de vida. Su autor es desconocido, aunque se sabe que es de origen árabe. Cuentan las historias, pasadas de generación en generación, que fue un gran maestro de la vida y han llegado leyendas sobre sus increíbles riquezas y sus fantásticos dones. La gente venía de muy lejos solo para conocerle y escuchar de sus labios alguna historia que cambiara sus vidas.

Su gran enseñanza, que ahora os paso yo para que la llevéis por todos los confines del globo, mezcla sabiduría, experiencia y un gran conocimiento de la naturaleza humana:

PRISA MATA, COLEGA

Así es, Prisa mata, colega. Desde que fui bendecido con ese pensamiento, me tomo las cosas de manera calmada y todo lo que venga con el sello de urgente me produce una pereza y sobre todo, un estado de alarma y de desconfianza, que procuro desechar cuanto antes.

Pues eso, que poco a poco me he ido integrando en el grupo sin grandes alardes y que, a pesar de mis propias reticencias, al final estoy cómodo. Sigo pensando que estoy de paso, que es una etapa y que vendrán tiempos mejores (aunque no tengo ni idea de cuándo).

Todo esto me sirve como pequeña introducción para contaros algo que me sucedió el sábado mientras transportaba sillas de boda de un lugar a otro pasando siempre junto a la valla donde los burros esperan a que algún alma caritativa les eche unos mendrugos de pan.

En uno de los viajes, justo en el momento de volver a pasar por esa zona, todos los burros comenzaron a rebuznar con toda la fuerza de sus pulmones y a abrir la boca enseñando dos filas de dientes amarillos que dotaban a sus rostros de una expresión a medio camino entre la risa y la burla.

Yo, que dejo volar mi imaginación en cuanto me dan un motivo, rápidamente convertí los rebuznos en vítores y hurras para mi.

Los burros estaban aclamándome, era un puto héroe que lo da todo por sacar adelante a su familia, ese que soporta lo que haga falta y que vuelve con una sonrisa a casa después de diez largas horas de pie para que su hija pequeña le regale un gran “TOMAAAA” junto con un gesto apretando el puño en señal de victoria, cuando le dice que ese día ha ganado 120 €.

Ese héroe se siente orgulloso, tiene recursos para salir adelante, y sabe que lo que hace es igual o más digno que lo que pueda hacer cualquier CEO o gran directivo de multinacional. También sabe que él, y solo él, es dueño de su tiempo, nadie puede decidir por él como lo usa, él maneja su vida y no necesita pedir permiso a nadie para hacer lo que tiene que hacer en cada momento. Me da igual lo que gane ese CEO, todos sabemos que ese héroe es mucho más rico.

Incluso los burros, animales asociados siempre a la falta de inteligencia, son capaces de verlo y le aplauden y le vitorean a su paso mientras otros, presuntamente inteligentes, desprecian su trabajo y su valía. No está hecha la miel para la boca del asno, piensa nuestro héroe, recordando tantas veces que le han rechazado sus ideas.

En el viaje de vuelta, con una nueva pila de sillas cargadas en el carrito, los burros seguían con su concierto o más bien, desconcierto. Esta vez los pensamientos siguieron, pero por alguna extraña razón decidieron irse justo al lado contrario.

En esta ocasión los burros no me felicitaban. Sus horribles rebuznos ahora se habían convertido en insultos, silbidos y exclamaciones de mofa. Incluso el burro, el animal más burro del mundo, se reía de mí, de mi inteligencia y de mis capacidades.

¡Mírale, ese quiere ser escritor! Decían unos

Si no sabe ni llevar las sillas rectas, respondían otros.

Tanto estudiar y mira donde has acabado, gritaban más al fondo.

¡Qué se habrá creído, es un fracaso!

Yo, tratando de mantener la verticalidad de la pila de sillas corría hacia el otro lado queriendo evadirme y esconderme de toda esa maldad que solo los burros saben generar. La visión del perfil de 7 picos recortado en el horizonte calmó mi ansiedad y la descarga y posterior colocación de las sillas hicieron que mi mente olvidará rápidamente los insultos de los burros.

En ese mismo momento, mientras terminaba de colocar todas las sillas, una melodía reconocible inundaba mis orejas (no los 60 minutejos) y una voz conocida y reconocida me decía:

No siempre puedes tener lo que quieres

No siempre puedes tener lo que quieres

No siempre puedes tener lo que quieres

Pero si alguna vez lo intentas, bueno, podrás encontrar

Que tienes lo que necesitas

I saw her today at the reception
A glass of wine in her hand
I knew she would meet her connection
At her feet was her footloose man

No, you can’t always get what you want
You can’t always get what you want
You can’t always get what you want
But if you try sometime you’ll find
You get what you need

I saw her today at the reception
A glass of wine in her hand
I knew she was gonna meet her connection
At her feet was her footloose man

You can’t always get what you want
You can’t always get what you want
You can’t always get what you want
But if you try sometimes, well, you might find
You get what you need
Ah, yeah
Oh

And I went down to the demonstration
To get my fair share of abuse
Singing, «We’re gonna vent our frustration
If we don’t we’re gonna blow a fifty-amp fuse»
Sing it to me, honey

You can’t always get what you want
You can’t always get what you want
You can’t always get what you want
But if you try sometimes, well, you just might find
You get what you need
Ah baby, yeah
Ah

I went down to the Chelsea drugstore
To get your prescription filled
I was standing in line with Mr. Jimmy
And, man, did he look pretty ill
We decided that we would have a soda
My favorite flavor, cherry red
I sung my song to Mr. Jimmy
Yeah, and he said one word to me, and that was «dead»
I said to him

You can’t always get what you want, well no
You can’t always get what you want. I tell you, baby
You can’t always get what you want, no
But if you try sometimes you just might find, uh, mm
You get what you need, oh yeah, woo!

Ah, woo!

You get what you need, yeah, oh baby
Ah yeah

I saw her today at the reception
In her glass was a bleeding man
She was practiced at the art of deception
Well, I could tell by her blood-stained hands, sing it

You can’t always get what you want, yeah
You can’t always get what you want, ooh yeah, child
You can’t always get what you want
But if you try sometimes you just might find
You just might find
You get what you need, ah yeah
Ah baby, woo!

Ah, you can’t always get what you want, no, no, baby
You can’t always get what you want, you can’t now, now
You can’t always get what you want
But if you try sometimes you just might find
You just might find that you
You get what you need, oh yeah
Ah yeah, do that

La vi hoy en la recepción
Una copa de vino en la mano
Sabía que se encontraría con su conexión
A sus pies estaba su hombre
No, no siempre puedes conseguir lo que quieres
No siempre puedes conseguir lo que quieres
No siempre puedes conseguir lo que quieres
Pero si lo intentas alguna vez encontrarás
Consigues lo que necesitas
La vi hoy en la recepción
Una copa de vino en la mano
Sabía que iba a encontrar su conexión
A sus pies estaba su hombre
No siempre puedes conseguir lo que quieres
No siempre puedes conseguir lo que quieres
No siempre puedes conseguir lo que quieres
Pero si lo intentas a veces, bueno, puede que encuentres
Consigues lo que necesitas
Ah, yeah

Y bajé a la manifestación
Para conseguir mi parte justa de abuso

Cantando: «Vamos a descargar nuestra frustración
Si no lo hacemos vamos a quemar un fusible de cincuenta amperios»
Cántamelo, cariño
No siempre puedes conseguir lo que quieres
No siempre puedes conseguir lo que quieres
No siempre puedes conseguir lo que quieres
Pero si lo intentas a veces, bueno, puede que encuentres
Consigues lo que necesitas
Ah baby, yeah
Ah
Fui a la farmacia de Chelsea
Para que te surtan la receta
Estaba en la cola con el Sr. Jimmy
y se le veía bastante enfermo
Decidimos que tomaríamos un refresco
Mi sabor favorito, rojo cereza
Le canté mi canción al Sr. Jimmy

Sí, y él me dijo una palabra, y fue «muerto»
Le dije

La vi hoy en la recepción
En su vaso había un hombre sangrando
Tenía práctica en el arte del engaño.
Bueno, yo podría decir por sus manos manchadas de sangre, cantarlo

3 comentarios en «You can´t always get what you want. Rolling Stones»

  1. Creo que está semana ha sido una de mis favoritas! Jajajaja
    Me ha encantado tío … los burros pueden decir lo que quieran!

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