Don´t say it´s over. Gun

Hay historias que empiezan sin darte cuenta, disimuladamente, sin llamar la atención. Crecen por sí solas, en la sombra, en el patio trasero de nuestras vidas.

Cuando les llega su momento, se han convertido en verdaderas lecciones de vida, en conexiones inesperadas, en puntos de unión con personas que de repente se transforman en lágrimas de emoción de las que no sabes de dónde brotan, que sacuden tus pilares y que te demuestran que estás en el camino correcto.

Hoy te traigo una de esas historias. Una que mezcla trabajo, pasión, convicciones y emociones.

La historia empieza un viernes de marzo de 2024 con un mail de respuesta a una newsletter de vueltasalacabeza.

La Ñusletter, se llama.

No son tantas las respuestas que recibo a las Ñusletter. Sé que la gente las lee, pero mi inseguridad todavía se pregunta si pierdo el tiempo, si esta hora que dedico cada semana a compartir una de mis pasiones, va a darme sabrosos frutos en algún momento o si solamente me sirve para practicar.

Emocionado por la respuesta, me dispongo a leerla sin saber que esas líneas me van a dar mi primera gran alegría en esta nueva etapa profesional que estoy emprendiendo.

En mitad del correo, una frase destaca por encima y me pone en guardia:

“Lamentablemente no pude registrarme este año porque estoy luchando contra un problema oncológico y me estoy recuperando. ¡Empecé a caminar/correr durante minutos nuevamente esta semana después de la cirugía!

Créeme, seguir vuestras historias semanales en las newsletters y ver el entusiasmo que ponéis en todo lo que hacéis también es una motivación para aquellos que actualmente están al margen como yo.

Esta no es una respuesta esperada, esto va mucho más allá de mis intenciones que se limitaban a tratar de convencer a unos pocos para apuntarse a nuestras carreras. Me sacude las emociones, y me desvela un poder que desconocía tener.

El poder de las palabras.

El poder de las palabras escritas de corazón, de las que crecen dentro sin fórmulas preestablecidas ni ángulos, de las que atraviesan al lector, de las que regalan una meta por la que luchar, de las que motivan para seguir adelante, de las que te confirman que siempre hay alguien dispuesto a escucharte.

No podré daros garantías porque la salud es lo primero, pero lo que puedo decir es que haré todo lo posible para estar en la línea de salida de vuestra carrera en 2025 ¡ya que las ganas son inmensas!

¡Continuad con vuestro inspirador trabajo porque aunque no nos conocemos personalmente puedo decir que soy un admirador vuestro!

Aquel testimonio cambió mi forma de ver, de enfocar, e incluso de escribir. Haber sido capaz de escribir algo que pudiera servir de motivación a alguien que estaba pasando uno de los momentos más oscuros y difíciles de su vida era algo que no entraba dentro de mis objetivos. Nunca imaginé que eso pudiera ser posible. Simplemente nunca se me pasó por la cabeza. Pero la vida no para de mandarte señales que más te vale saber escuchar.

En pleno proceso de crecimiento como Copywriter, como escritor y como persona, cuando trataba de buscar mi propia voz, cuando luchaba contra el miedo del fracaso, cuando mis dedos tecleaban temerosos del rechazo, un desconocido se me acercó al oído para decirme:

“Eres inspirador, te escucho”

Y me lo dijo en bajito, tan bajito que retumbó dentro de mi para recolocar todas mis creencias, sobre todo las creencias en mí mismo, las más difíciles de mover, las que te encadenan al pasado y las que te alejan del crecimiento.

En el mes de julio de 2024, volví a recibir un correo de esta misma persona:

Pues bien, al final espero que por fin que pueda estar en La Parra.

De momento el cáncer no da señales y estoy haciendo mi vida normal y deportiva 🙂 (esperamos que continue así).

Ya os digo que esta vez no me voy a esperar y que, si nada raro pasa,

¡el día 16 me tendréis en los inscritos de la carrera!

¡Que siga vuestro trabajo e ilusión que sigue siendo espectacular observar!

El viernes pasado, repartía los dorsales entre los participantes de la cuarta edición de la Backyard Ultra La Parra. La concentración es máxima en esos momentos. No te puedes equivocar de dorsal, tienes que apuntar los que has dado, los que faltan, camisetas, indicaciones, imperdibles, dudas, preguntas, hay que terminar de poner las lonas, las banderolas, la decoración de las vallas, comprobar el cronómetro, confirmar que nos llega internet, comprobar que las cámaras para retransmitir funcionan, enlazarlas a nuestros perfiles de redes sociales, instalar las pizarras donde se apuntan las vueltas de cada corredor, hacer el listado de los no presentados para enviar al seguro, silbatos, avituallamiento, balizar el recorrido, organizar la posterior fiesta de la pasta, miles y miles de detalles para tener todo listo.

En medio de esa vorágine, un nuevo corredor se acercó a la mesa donde teníamos todos los dorsales dibujados por los más pequeños del pueblo.

—¿Marcos?, —me preguntó.

No hacía falta que dijera nada más, yo ya sabía quién era.

Me levante a darle un abrazo. No le conocía, pero me alegraba enormemente que estuviera allí por todo lo que eso significaba. Dentro llevaba palabras mías que le han acompañado, que le han motivado, que le han hecho poner un pie delante de otro, que le han dado otra meta que alcanzar.

Una sonrisa sincera me lo confirma. Ya sé quién es el verdadero ganador de este año. No hace falta dar la salida. Él hace tiempo que tomó la salida. Ya ha pasado por las peores dificultades. Su victoria probablemente comenzó en el momento en el que le diagnosticaron.

Aún así, quiere estar entre los corredores, quiere experimentar los nervios de la salida, la incertidumbre de cómo responderá su cuerpo al paso de las horas y los kilómetros, quiere demostrar una vez más, que la ilusión es la mayor y más potente fuente de energías de los seres humanos, quiere vivirlo, sentirlo en su piel, en sus músculos y pedirle a su cabeza que le lleve donde nunca ha llegado.

Tiene un objetivo: 10 horas. 67 kilómetros. Más de lo que nunca ha corrido antes.

Para ello, tendrá que vencer grandes enemigos y la lluvia será uno de ellos.

Sabe que puede conseguirlo y quiere aprender realmente lo que es una Backyard.

Una Backyard Ultra no es solamente poner a unos cuantos locos a dar vueltas a un circuito.

Una Backyard Ultra es una experiencia de vida, un simulacro de la misma, un banco de pruebas para conocer tus límites, para comprobar cómo, igual que en la vida, hay que conocerse a uno mismo para poder avanzar. Una Backyard Ultra es un momento de lucha, de pelea, de levantarse, de exprimirse, de quererse a uno mismo, y de saber decir basta.

Una Backyard Ultra es una fiesta, una celebración del compañerismo, una batalla sin enemigos contra la extenuación, una ceremonia de la fraternidad en la que todos los asistentes tienen un papel protagonista, el suyo propio, el que han venido a representar, un papel que muchos llevan meses ensayando, un papel que va a enseñar a todos los que se atrevan a ponerse en la línea de salida de cada una de las vueltas mucho más de lo que pueden intuir.

Una Backyard Ultra es, con 52 años, estar deseando que llegue para dormir en el coche como si fuera un joven en busca de aventuras. Para revivir aquellos días en los que lo menos importante era saber dónde ibas a dormir. Para sentir que todavía no he dejado entrar al viejo y que estoy lejos de hacerlo, y que, aunque los años se van acumulando, las ganas de hacer cosas siguen intactas.

Una Backyard Ultra es ver a un corredor en chancletas de playa y pantalón corto inflando un colchón hinchable en mitad de la calle a las once la noche.

Una Backyard Ultra es compartir experiencias, caminos embarrados, dolores, risas, lágrimas, comida, ropa, objetivos, ánimos, sensaciones, subidas y bajadas, pasión. Una Backyard es compartir la vida, es cocinar nuestra pasión a fuego lento para conseguir un fondo con la esencia de cada corredor que consigue un resultado final que dejara un sabor inolvidable, una lección aprendida, un paso más dado en la búsqueda de la felicidad, una felicidad que puede verse en los ojos de todos los que poco a poco van rindiéndose al cansancio, que puede sentirse en sus abrazos y que puede palparse en sus agotadas sonrisas.

Una Backyard Ultra también es compartir horas interminables con los asistentes de los corredores, los padres que acompañan a su hijo que recién estrena su mayoría de edad, abuelos que cuidan nietos para que su hijo no tenga que preocuparse más que de correr, parejas que han vivido ya mil y una aventuras y que siguen haciéndolo porque saben que al otro le hace feliz, hijos que conducen orgullosamente a su madre hasta el lugar de la carrera para mostrar altanero que ya tiene su carnet de conducir y que cuidan a su madre durante toda la carrera como queriendo devolverla todas y cada una de las noches en vela que ella pasó cuando él era un bebé. Amigos que vienen a apoyar y a ayudar, aunque no comprendan nada de lo que allí está sucediendo.

Un vínculo especial surge entre todas esas personas que comparten el reducido espacio y que son capaces de interrumpir conversaciones para retomarlas una vez han atendido a sus protegidos. Eso, aunque se vea menos, también es una Backyard Ultra.

Cuando llegó la vuelta 10 y nuestro protagonista consiguió su objetivo, sucedió la magia. Una magia que todos llevamos dentro y que surge solo cuando lo deseamos de una manera inamovible.

A pesar de la lluvia, del frío, de la noche, del cansancio y de la prudencia, decidió seguir.

Algo dentro de él le decía que no había llegado el momento. Esa voz le preguntaba:

¿Dónde está la magia de tu sonrisa?

No hay manera de que lo deje morir

Sabes que me arrastraré por mil millas.

Daría todo, haría casi cualquier cosa

Por favor, no digas que se acabó.

Quería ver hasta dónde llegaba. Le dolían las piernas, pero el corazón sabía que podía seguir moviéndolas. Había luchado contra el infierno y sabía cómo vencerle.

Antes de dar la salida a la siguiente vuelta se acercó y me lo dijo:

“Una vuelta más”:

Y me lo dijo en bajito, tan bajito que retumbó dentro de mi para recolocar todas mis creencias, sobre todo las creencias en mí mismo, las más difíciles de mover, las que te encadenan al pasado y las que te alejan del crecimiento.

Y volvió a decírmelo cinco veces más, hasta lograr acumular 100 kilómetros, una cantidad que nunca había soñado con conseguir. Y ganó su carrera, una carrera que había empezado más de un año antes, una carrera incierta, una carrera cuyas consecuencias iban mucho más allá de unas agujetas o unas ampollas, una carrera que pudo quitarle la vida, una carrera que consiguió vencer en el mismo momento que decidió enfrentarse a ella.

Y eso es una Backyard Ultra, ni más ni menos. Una carrera que vences con solo decirte a ti mismo:

Una vuelta más.

I’ve been searching all my life
I’ve waited for so long
When it came down to you and me
Now I find that I was wrong
I see the changes in your eyes
Where’s the magic in your smile
There’s no way I’m gonna let it die
You know I’ll crawl for a thousand miles yeh

If we don’t know by now
We could be losing everything
Please don’t say it’s over
And if our love should fall from grace
Please don’t say it’s over

We can’t see eye to eye
Like the way we used to do
When it’s all been said and done
Still a candle burns for you
Forget about the things we said
It don’t matter right or wrong
Sometimes well you just don’t know
What you’ve got until it’s gone yeh

I would give it all
I would do most anything
Please don’t say it’s over
If we don’t know by now
Then it’s too late
Just don’t say it’s over
Don’t say it’s over

All I want is to be near you
All I am is what you see
All I know tell me can you hear me
You’re all I need yeh yeh yeh

If we don’t know by now
We could be losing everything
Please don’t say it’s over
And if our love should fall from grace
Just don’t say it’s over

I would give it all
I would do most anything
Just don’t say it’s over
If we don’t know by now
Then it’s too late
Just don’t say it’s over
Don’t say it’s over

He estado buscando toda mi vida
He esperado tanto tiempo
Cuando todo se redujo a ti y a mi
Ahora veo que estaba equivocado
Veo los cambios en tus ojos
Donde esta la magia en tu sonrisa
No hay forma de que la deje morir
Sabes que me arrastraré mil millas yeh

Si no lo sabemos ya
Podríamos perderlo todo
Por favor no digas que se acabó
Y si nuestro amor cae en desgracia
Por favor no digas que se acabó

No podemos vernos cara a cara
Como solíamos hacerlo
Cuando todo ha sido dicho y hecho
Todavía arde una vela por ti
Olvida las cosas que dijimos
No importa si esta bien o mal
A veces no sabes
Lo que tienes hasta que se ha ido yeh

Lo daría todo
Haría cualquier cosa
Por favor no digas que se acabó
Si no lo sabemos ya
Entonces es demasiado tarde
No digas que se acabó
No digas que se acabó

Todo lo que quiero es estar cerca de ti
Todo lo que soy es lo que ves
Todo lo que se es lo que tu ves
Eres todo lo que necesito yeh yeh yeh

Si no lo sabemos ya
Y si no lo sabemos ya
Por favor no digas que se acabó
Y si nuestro amor cae en desgracia
No digas que se acabó

Lo daría todo
Haría cualquier cosa
Sólo no digas que se acabó
Si no lo sabemos ya
Entonces es demasiado tarde
No digas que se acabó
No digas que se acabó

Traducción realizada con la versión gratuita del traductor DeepL.com

10 comentarios en «Don´t say it´s over. Gun»

  1. Espectacular. Nunca se siente uno más vivo que cuando la vida nos pone a prueba. Una vez más, lo inexplicable no se podía explicar mejor.
    ¡Gracias, maestro! ☺️

  2. Esta es una historia tan emotiva, que los ojos no dejan de brillar, por las lágrimas que quieren salir… por la verdad que hay en las palabras… por el chute de energía que te hace querer salir ahora mismo a correr una de esas Backyard Ultra para poder superarte, quererte y lo mejor de todo compartirlo. Gracias por el impulso.

  3. Leer tu historia mientra me tomaba el cafecito, me ha puesto a tope para todo el día 😁

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