Stop the Clocks. L.A.

Hoy no pensaba pasarme por aquí. Lo tenía claro, me merezco un descanso, una pausa, coger fuerzas para continuar, un retroceder para coger carrera y poder impulsarme lo más lejos posible.

Bueno, pues no he podido.

Ayer mientras afrontaba la segunda hora de entrenamiento por la montaña me empezaron los remordimientos.

¿Y si escribo algo, aunque sea cortito?

¿Y si hablo de…?

No, mejor de esto otro…

¿Y la canción?

Venga, la siguiente que me salga (ya sabes que siempre corro con música) seguro que me puede servir.

No, esta no.

Ni esta.

Tampoco.

A ver la siguiente…

No me vale.

2:45 de entrenamiento y llego a casa sin canción y sin tener claro de qué voy a hablar.

2:45 y ni siquiera tengo claro si voy a hablar de algo hoy.

Bueno, una ducha calentita y me pongo a ello, seguro que algo sale, no tengo más que levantar la mirada ligeramente hacia la izquierda para activar el lóbulo temporal y poner en marcha la maquinaria.

Salgo de la ducha y empiezo a buscar el reloj para decidir si me visto o si me pongo ya el pijama. No tengo ni idea de qué hora es y todavía no acabo de acostumbrarme a los días largos. Nada, no aparece por ninguna parte.

¿Qué hora será?

Por fin lo encuentro, dentro de una zapatilla con restos de barro como si las casi tres horas de recorrer los montes no hubiera sido suficiente.

Si llega a ser un lóbulo me come.

Y me río, yo solo, como tantas otras veces. Me río de mi mismo. Ojalá hubiera apuntado en una libretita la mitad de los chascarrillos, chistes inventados y juegos de palabras de mi vida.

Una libretita no hubiera sido suficiente. Hubiera necesitado varios miles de ellas, pero ahora nadaría en la abundancia. Anda, que eres más tonto que Abundio.

Son las nueve de la noche. Definitivamente me pongo el pijama. Yo ya no salgo de casa.

Cuando salgo de la ducha, los chicos están encendiendo la tele para ver el partido del Barça.

—¿Qué hay de cenar?, me preguntan cómodamente instalados en el sofá.

—No tengo ni idea, —contesto yo exigiendo mi lugar en el sofá.

—¡Échate pá ya!

El mayor empieza a revolver la nevera en busca de algo que calme su hambre.

—Hay huevos duros, puedes hacerte unos huevos rellenos, —le aconsejo.

—Ná, no me apetece.

—Pues un sándwich.

—Que va, necesito algo diferente.

Justo en ese momento encuentra una bolsa de espinacas frescas.

—¿Qué puedo hacerme con esto?, me pregunta mientras mastica una hoja directamente sacada de la bolsa.

—Aaaargggg, qué malo está esto.

Aún así está decidido a hacerse algo con las espinacas.

—Pues hazte unas espinacas a la crema en la Termomix (no, no me pagan nada).

Se pone manos a la obra siguiendo los pasos que la maquina le va indicando. Al cabo de media hora tiene unas deliciosas espinacas a la crema con huevo poché.

—Me voy, —me dice, voy a ver la segunda parte del partido con mi amigo.

Y allí deja ese manjar. Uuuummm, deliciosas.

Cuando acaba el partido, recojo todo y pongo el lavavajillas cruzando los dedos para que funcione correctamente. Lleva un par de días que no lava bien.

Recojo la cocina y me siento al ordenador mirando hacia arriba. Cuanto más miro hacia arriba más pesan mis párpados. Sigo sin canción y sin saber de qué voy a hablar.

Mañana, mañana. Necesito descansar.

Ya en la cama, mi mente no para de darle vueltas, se me ocurren cientos de ideas y otras tantas canciones que poco a poco se van deslizando por el tobogán de los sueños resbalando suavemente hacia las fértiles tierras del olvido.

Suena la alarma. Casi una hora después surte el efecto deseado. No puede ser…yo que quería tenerlo todo listo para la hora acostumbrada, algo, algo, aunque sea cortito, simplemente para que sepas que pienso en ti, aunque necesite un descanso.

El lavavajillas sigue sin funcionar. Error 09. Solución: Llama a un técnico de Balay (no, tampoco me pagan nada) y empieza a organizar turnos con los niños para que se ocupen de fregar sabiendo que acabaré haciéndolo yo.

Cuando me dispongo a empezar a fregar veo la luz roja de la caldera parpadeando. No hay agua caliente. Definitivamente no es mi día.

Acumulo todos los platos, cubiertos, vasos y cacharros en un ladito y me pongo a desayunar. Cuando termino, miro la pila absolutamente abarrotada de cosas, que me devuelve una mirada lasciva como preguntándome:

¿Qué? ¿me vas a meter mano?

Me tienta, me seduce, me atrae hacia ella, pero algo me aleja. Tengo la sensación de que es mi compromiso contigo que es más fuerte de lo que pensaba el que me aleja de esa pila seductora.

Sí, es eso, estoy casi seguro. Ya puedo mirar hacia arriba y hacia la izquierda porque sé que ese compromiso me va a ayudar a volver a conectar contigo. Sin embargo, al abrir los ojos y mirar ligeramente hacia abajo y hacia la derecha veo que es uno de los perros el que me reclama su sesión de mimos mañaneros mordiéndome ligeramente la manga de la sudadera para asegurarse que le estoy prestando la atención que se merece.

Y ahí estoy, sentado en el sofá con dos perros encima recibiendo su dosis diaria de amor, con una pila enorme de cacharros sucios mirándome lascivamente, con la caldera parpadeando en rojo, con la lavadora esperando pacientemente a que la ropa de la secadora sea sacada y doblada convenientemente para ocupar su lugar en un ciclo interminable y con los primeros miembros de la familia asomándose para volver a sus aposentos al ver la lista de tareas del día.

Y así pasa la vida, con los minutos cayendo delante de la pantalla de un ordenador compartiendo todos sus segundos con caricias animales, luces parpadeando al mismo ritmo que mis ideas que van y vienen hasta que soy capaz de capturar alguna y detener los relojes para siempre en una hoja en blanco que permanecerá incrustada en tu memoria como el queso quemado de las espinacas a la crema en la fuente, hasta que decidas limpiarla con el estropajo del olvido, o al menos hasta el próximo miércoles.

Porque todo sucede demasiado rápido
Ahora es parte de mi pasado
Todo cambia tan rápido
Detén los relojes para siempre
Detén los relojes para ti y para mí
Detén los relojes para siempre
Detén los relojes

PD. Para todos los relojes y disfruta de tus vacaciones

Listen to me,
There’s only one thing you cannot see
Every time you talk.
Millions of things,
There’s only one that you cannot see,
Every time you talk.
You can’t stop the clocks forever,
Listen to what i say,
Stop the clocks for you and me.
Listen to me again,
Stop the clocks forever.
Listen to me,
There’s only one thing you cannot see
Every time you talk.
Millions of things,
There’s only one that changes everything.
Every time you fall.
You cannot stop the clocks forever.
Listen to what i say
Stop the clocks for you and me.
Listen to me again
Stop the clocks forever
Stop the clocks for you and me.
Everything happens too fast
Now it’s a part of my past
Everything changes so fast.
Stop the clocks forever,
Stop the clocks for you and me
Stop the clocks forever
Stop the clocks…


Escúchame
Sólo hay una cosa que no puedes ver
Cada vez que hablas
Millones de cosas
Sólo hay una que no se puede ver
Cada vez que hablas
No puedes detener los relojes para siempre
Escucha lo que digo
Detén los relojes para ti y para mí
Escúchame otra vez
Detén los relojes para siempre
Escúchame
Sólo hay una cosa que no puedes ver
Cada vez que hablas
Millones de cosas
Sólo hay uno que cambia todo
Cada vez que te caigas
No puedes detener los relojes para siempre
Escucha lo que digo
Detén los relojes para ti y para mí
Escúchame otra vez
Detén los relojes para siempre
Detén los relojes para ti y para mí
Todo sucede demasiado rápido
Ahora es parte de mi pasado
Todo cambia tan rápido
Detén los relojes para siempre
Detén los relojes para ti y para mí
Detén los relojes para siempre
Detén los relojes

2 comentarios en «Stop the Clocks. L.A.»

  1. Ningún tiempo mejor que el tiempo detenido que dedicamos a nosotros/as mismos/as o a los demás.
    Gracias por procrastinar tus obligaciones hogareña para cumplir una semana más con los que esperamos tus palabras como solecito de mayo (de agua, este año ya vamos servidos…)
    ¡Buena Semana Santa a todos/as!

  2. Me gusta eso del estropajo del olvido…esos segundos de dejarlos pasar también son parte de la vida…igual no son tan pasajeros y tienen su significado…
    Me chiflan los miércoles

Los comentarios están cerrados.