Life is a rollercoaster. Ronan Keating.

Exhausto y con una leve cojera en uno de los pies sin calcetín, me refugio tras los restos de la batalla.

Altas columnas y filas interminables de cuerpos inertes ocupan la mesa del salón en una especie de banquete macabro.

Macabro de despertar, esa es la verdad.

Y se me lengua la brata…traba, perdón.

¡Macabro en diez!, estarás pensando.

Vale, paro ya.

Pero sí, la batalla contra el despreciable cubo de la ropa, ha sido intensa hoy.

Toallas aliadas con calcetines cobardes que querían abandonar a sus parejas y no sabían cómo hacerlo. Bragas avergonzadas escondidas detrás de muebles, camisetas apiladas en los cojones (eso ha sido la dislexia fijo) de armarios escondidos a ojos escudriñadores, pantalones que pasan del tendedero directamente al odioso cubo de la ropa sin ningún motivo una y otra vez, paños de cocina que se mulitiplican como los Gremlims si les pongo en el programa largo y pequeñas colinas de ropa limpia y perfectamente doblada que son olvidadas sobre el congelador y allí, junto a taza de café frío, se convierten en un objeto más de decoración de hoja caduca.

La batalla ha sido intensa. Pero la guerra no ha acabado.

Ese volcán de ira y fuego volverá a escupir toallas humeantes, calcetines solitarios y ropa sudada. Manteles y sábanas formarán una densa lava que poco a poco irá subiendo y se irá desparramando por sus laderas arrasando todo a su paso y las mantas y edredones subirán como nubes de ceniza y algodón.

Hoy, por fin, después de muchos años de búsqueda, creo que tengo casi todas las respuestas a las grandes preguntas.

—Papá, ¿dónde está mi camiseta del equipo?

—Papá, ¿tienes calcetines?

—Papá, ¿cómo puede ser que no tenga mis pantalones negros si los eché a lavar hace tres días?

—Papá, ¿acaso no sabes que estas bragas ya no me valen?

—Papá, ¿me quieres?

—Claro, hija.

—Como hoy no me lo has dicho…—y me sonríe con sus ojos azules mientras recoge los últimos restos de ropa usada que salpicaban el suelo de su habitación y un tímido calcetín pide auxilio enganchado desde hace tiempo a la pata de la mesa y a su soledad.

Hoy los indicadores locales y niveles sismográficos están situados en zona de seguridad para alivio de todos los habitantes de este pequeño universo, pero debemos permanecer en alerta ante cualquier alteración fuera de los parámetros establecidos para actuar con prontitud y diligencia.

Como en el viejo Oeste.

Se espera la colaboración ciudadana para limpiar y desescombrar el epicentro del desastre, pero mucho me temo que antes de llegar a sus respectivos cajones, harán varias escalas intermedias. El zapatero, los peldaños de la escalera de la litera, la silla, el respaldo del sofá o la cama junto al edredón hecho almohada, son lugares muy concurridos.

La prueba más cruenta y que mejor representa el dolor causado en esta guerra la podemos encontrar entre nosotros. Restos de historias olvidadas, kilómetros compartidos y perdidos, sueños arrastrados y relaciones amputadas.

Y algunas recuperadas.

La bolsa de los calcetines olvidados es un ecosistema vivo. Un conglomerado de colores, olores y dolores. Viejos calcetines que hace tiempo perdieron la esperanza de recuperar su amor.

Calcetines nuevos, despistados, inocentes que ayer disfrutaban de las mariposas de un amor incipiente en su interior hoy vagan entre calcetines blancos con agujeros negros en sus almas, esperando que llegue el día del que todos hablan allí.

Calcetines que perdieron su camino por no saber nunca si eran izquierdos o derechos y calcetines descoloridos convertidos en algo que nunca quisieron ser.

Al menos están acompañados. Demasiado quizás a veces.

No sería la primera vez que encuentro un jovenzuelo calcetín de deporte pillado infraganti tratando de introducir su puntita en una reseca media de fútbol curtida en mil batallas.

Todos ellos esperan nerviosos el día de la uña caída.

No tiene un día fijo en el calendario. Simplemente sucede. De vez en cuando. Cuando el espacio se comprime dentro de la bolsa y cada uno lucha por encontrar su lugar y no perder a sus compañeros. Cuando falta el aire y estallan los roces. Cuando en mitad de un enredo infinito les parece reconocer a sus amadas, pero la masa sin forma devora los rostros y los recuerdos.

Algunos han llegado a estar espalda con espalda y nunca han llegado a verse.

Un día en el que todos los miembros de la comunidad se encuentran fuera de la bolsa para compartir sus vivencias, respirar aire fresco, estirar sus contraídas fibras y disfrutar de un espacio abierto.

Pero lo más importante de ese día no es eso.

Todos esperan ansiosos que llegue ese día para comprobar si son ciertas las historias de reencuentros que se propagan como la pólvora incendiada en tertulias nocturnas de verano. Los habitantes de la bolsa, por mucho tiempo que lleven institucionalizados en ella, conservan unas briznas de esperanza.

Hoy, para algunos de ellos ha sido un día feliz. Después de vagar perdidos por la bolsa, algunos durante mucho tiempo, se han reencontrado con sus parejas.

Gritos de júbilo, saltos, abrazos, muchos abrazos.

Veintitrés parejas abrazadas de nuevo, agarradas de la mano vuelven hoy a su hogar, después de comprobar que la vida no es más que una montaña rusa interminable de subidas, bajadas, vueltas, giros, sorpresas y revolcones.

Hace veinticinco años, mientras tiraba algunas cuerdas de pared a pared en nuestra casa de Leeds para poder colgar la ropa y revisaba debajo de los tres sofás de casa para intentar encontrar un calcetín blanco de deporte que me faltaba, comencé esta batalla contra el cubo de la ropa. Y mientras lo hacía, la compañía inseparable de la radio llenaba mis oídos de nuevas palabras, acentos y cientos de canciones que, a pesar de no ser de mi estilo, fueron, como las millones de gotitas de lluvia que tuvimos que soportar aquel año, calando dentro de mi alma formando recuerdos asociados imborrables.

Esta canción es una de ellas. Una canción que me sube de nuevo en aquella maravillosa montaña rusa que fue aquella aventura, me ajusta los dispositivos de seguridad y me lanza en un segundo a un recorrido casi visual y absolutamente emocional por aquellas vivencias.

Y al bajar de la montaña rusa, cuando acaba la canción y vuelvo a posar mi pie sin calcetín en el suelo, sé que estoy vivo y que todavía tengo un bolsillo lleno de tickets para volver a subir.

You’ve really got my tail in a spin
(Hey, baby)
I don’t even know where to begin
But, baby, I got
One thing I want you to know
Wherever you go tell me ‘cause I’m gonna go

We found love, oh
So don’t fight it
Life is a rollercoaster
Just gotta ride it
I need you, ooh
So stop hiding
Our love is a mystery
Girl, let’s get inside it

You’ve really got me flying tonight (flying tonight)
(Hey, sugar, ooh, ooh)
You almost got us punched in a fight
(That’s all right)
But, baby you know
The one thing I gotta know (know, know)
Wherever you go tell me ‘cause I’m gonna show

We found love
So don’t fight it
Life is a rollercoaster
Just gotta ride it
I need you, ooh
So stop hiding
Our love is a mystery
Girl, let’s get inside it

Listen
Can’t you feel my heart (feel my heart)
Can’t you feel my heart (feel my heart)
Can’t you take my heart

We found love
So don’t fight it
Life is a rollercoaster
Just gotta ride it
I need you, ooh
So stop hiding
Our love is a mystery
Girl, let’s get inside it

Don’t fight it, fight it, fight it
(Na, na, na, na, na)
Don’t fight it, fight it, fight it
(Na, na, na, na, na)
Don’t fight it, fight it, fight it
(Na, na, na, na, na)
Don’t fight it, fight it, fight it
(Na, na, na, na, na)
Don’t fight it, fight it, fight it
(Na, na, na, na, na)
(Na, na, na, na, na)

Love is a mystery girl
Let’s get inside it

Realmente me tienes en vilo
(Oye, nena)
Ni siquiera sé por dónde empezar
Pero, nena, hay
Una cosa que quiero que sepas
Dondequiera que vayas, dímelo, porque yo iré contigo
Hemos encontrado el amor, oh
Así que no luches contra él
La vida es una montaña rusa
Solo hay que montarse en ella
Te necesito, ooh
Así que deja de esconderte
Nuestro amor es un misterio
Chica, adentrémonos en él
Realmente me tienes volando esta noche (volando esta noche)
(Oye, cariño, ooh, ooh)
Casi nos metes en una pelea
(No pasa nada)
Pero, nena, sabes
Lo único que tengo que saber (saber, saber)
Dondequiera que vayas, dímelo, porque te lo voy a demostrar
Hemos encontrado el amor
Así que no luches contra él
La vida es una montaña rusa
Solo hay que montarse en ella
Te necesito, ooh
Así que deja de esconderte
Nuestro amor es un misterio
Chica, adentrémonos en él
Escucha
¿No sientes mi corazón (sientes mi corazón)?
¿No sientes mi corazón (sientes mi corazón)?
¿No puedes tomar mi corazón?
Hemos encontrado el amor
Así que no luches contra él
La vida es una montaña rusa
Solo hay que montarse en ella
Te necesito, ooh
Así que deja de esconderte
Nuestro amor es un misterio
Chica, adentrémonos en él
No luches contra él, lucha contra él, lucha contra él
(Na, na, na, na, na)
No luches contra él, lucha contra él, lucha contra él
(Na, na, na, na, na)
No luches contra ello, lucha contra ello, lucha contra ello
(Na, na, na, na, na)
No luches contra ello, lucha contra ello, lucha contra ello
(Na, na, na, na, na)
No luches contra ello, lucha contra ello, lucha contra ello
(Na, na, na, na, na)
(Na, na, na, na, na)
El amor es un misterio, chica
Adentrémonos en él

4 comentarios en «Life is a rollercoaster. Ronan Keating.»

  1. Y cuando lo que se despista es una sábana bajera? Eso sí que no tiene perdón. A la de arriba le costó recuperarse de la pérdida. Hay veces que todavía se pregunta donde estará. La vida es misteriosa, impredecible y maravillosa. Bravo, Marcos

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