A pesar de ser el mes de las flores, no consigo agarrarme al tallo de ninguna y que me cuente su historia.
Veo sus colores, azules, amarillas, rojas, pero no soy capaz de escuchar su mensaje que el viento trae hasta mi. Presto atención, las miro con deseo, sé que la respuesta está en ese viento que no consigue atravesar mis muros edificados sobre hábitos y tareas que repito mecánicamente día tras día.
No lo dejo entrar porque volaría por los aires todo lo que tengo dentro, desordenado, apilado en montones de emociones sujetas con tablas mohosas y envejecidas.
Y me pierdo el mensaje de las flores, de manera consciente, tras mis muros, aprisionado por el miedo de entender que todo lo que tengo guardado no son más que visiones de mi mismo, una débil estructura de creencias incapaces de sujetarme.
Y lleno la vida de tareas, de cuidados, de hábitos que aplastan mis emociones y mis palabras.
No me salen, no las encuentro, las busco, pero no están.
Pensaba que eran mis aliadas, que habían venido para quedarse, para apoyarme y que a través de ellas podía conseguir volar, pero hoy no consigo levantar los pies del suelo.
Hoy mis pensamientos están anclados a números, a obligaciones, a declaraciones que nada tienen que ver con el amor, a balances que me desequilibran, a cuentas y anotaciones en mi debe, a pesadas cargas que intento sacar de mis espaldas con todas mis fuerzas y que se empeñan en agarrarse fuerte, más fuerte, para quitarme el aire, a miedos empeñados en apagar la única llama que realmente me importa y que resiste a pesar de los baldes de agua helada que caen sobre ella.
Porque esa llama es eterna y baila en el mismo lugar donde la encontré y se alimenta de recuerdos, de besos, de caricias que ahora se esconden temerosas de no ser bienvenidas.
Y sigue bailando a pesar de mis fracasos, de mis incapacidades, de mis bloqueos, de mis torpezas, de mis preguntas sin resolver. Y las palabras siguen sin aparecer, cubiertas de dudas, esperando a que las encuentre, escondidas hasta que las merezca.
Y esa llama lucha para no convertirse nunca en hábito y baila para escapar de la rutina, para conseguir cada día un brillo diferente, un movimiento único, un paso no ensayado. Y aunque una urna hermética de cristal parezca querer quitarle el aire que necesita para sobrevivir, la llama sigue moviéndose, lentamente, calentando mi alma helada, porque sabe que el vacío es imposible entre nosotros dos.
Porque sabe que el oxígeno que necesita encontrará la grieta en el cristal y que entonces la llama iluminará todos los oscuros rincones donde se esconden las palabras que nunca consigo pronunciar.
Báilame hacia tu belleza con un violín ardiente
Baila conmigo a través del pánico hasta que esté a salvo.
Levántame como una rama de olivo y sé mi paloma de regreso a casa
Baila conmigo hasta el final del amor
Baila conmigo hasta el final del amor
Oh, déjame ver tu belleza cuando los testigos se hayan ido
Déjame sentirte moviéndote como lo hacen en Babilonia
Muéstrame lentamente lo que sólo conozco en sus límites
Baila conmigo hasta el final del amor
Baila conmigo hasta el final del amor
Bailame hasta la boda ahora, bailame sin parar
Bailame muy tierno y bailame muy largo
Los dos estamos por debajo de nuestro amor, los dos estamos por encima
Baila conmigo hasta el final del amor
Baila conmigo hasta el final del amor
Bailame hasta los niños que piden nacer
Baila conmigo a través de las cortinas que nuestros besos han gastado.
Levanta una tienda de refugio ahora, aunque cada hilo esté roto.
Baila conmigo hasta el final del amor
Baila conmigo tu belleza con un violín ardiente
Baila conmigo a través del pánico hasta que esté a salvo.
Tócame con tu mano desnuda o tócame con tu guante
Baila conmigo hasta el final del amor
Baila conmigo hasta el final del amor
Baila conmigo hasta el final del amor
Pues para no encontrar las palabras no lo has hecho mal. Sigue adelante
Idem.
Las ideas y pensamientos son como las flores. A veces se revisten de bonitos y alegres colores que son efímeros y desaparecen al menor soplo de viento. Pero la semilla se esparce y perdura. Volverán a aparecer cuando menos lo esperes, es cuestión de abonar como tú lo haces.
Y al final, acabas impregnando los miércoles de todos los aromas de las flores…e iluminando un cachito de los que te leemos