Juro por lo más sagrado que esta vez sí que tenía una idea clara, incluso había empezado ya a escribirla y confiaba en que pudiera extenderla hasta encontrarle una canción.
La vida tenía otros planes y mi idea ha sido secuestrada por un cliente que me ha pedido un texto urgente y no he tenido más remedio que entregársela.
Espero que al menos le guste, aunque por el momento no he recibido respuesta. Suele ser así, para pedir tenemos mucha prisa, pero para responder parece que nos lo tomamos con más calma.
Así que hoy se me ha ocurrido hablar de telones.
Telones, murallas, muros, fortificaciones, barreras, empalizadas.
Ahora me vas a decir que no tienes.
No te creo.
Todos construimos los nuestros desde que somos pequeñitos. Es un mundo hostil y hay que protegerse.
Contra el fracaso, contra ser peor que otros, contra los abusones, contra nuestros miedos. Sí, sobre todo contra nuestros miedos.
Ya sabéis que hace tiempo que en casa decidimos cerrar la ventana de entrada de muchos de esos miedos y aunque hemos conseguido tenerlos bastante controlados, no podemos evitar que de vez en cuando haya fugas y entren por donde menos te lo esperas.
En esta ocasión la tremenda tormenta mediática irrumpió en casa y, al menos yo, me he convertido en testigo mudo de la tragedia de Valencia.
Menos mal que tengo los diques de contención. Lo malo esta vez es que la corriente llevaba tanta agua que en algún momento esos diques se han visto desbordados y el agua ha salido por los conductos lagrimales. Menos mal también que los sistemas de control han funcionado perfectamente y en cuanto esa revolución en forma de lágrimas ha aparecido ha sido rápidamente sofocada. ¡Malditos sistemas de control!
El caso es que esos telones son muy prácticos, te dejan avanzar por la vida de una forma constante, sin grandes sobresaltos.
También tienen un gran inconveniente.
Tapan los rayos del solo que iluminan y calientan nuestra alma, y los sentimientos se van enfriando cada día que pasan sin su dosis solar. Pero claro, corremos el riesgo de desborde cuando queremos abrir un poco esas compuertas para dejar pasar la luz.
No sé si son los años que, como los árboles, van añadiendo un nuevo anillo de protección a esas barreras o si es la acumulación de desgracias vividas y observadas desde el sofá las que han ido enfoscando mi corazón hasta convertirlo en un corazón duro como el cemento o si es que el abuso de sustancias en mi juventud me han dejado inmunizado al dolor y a la tragedia o quizás sea simplemente la avalancha de obligaciones del día a día, pero el caso es que he tratado, en la medida de lo posible, de evitar que me afectara.
¿Seré un psicópata insensible?
¿Seré un cobarde acomodado que ni se plantea ir ayudar parapetándome tras las excusas de las obligaciones diarias?
¿Yo?, imposible, a mi no me mires, tengo que llevar a las niñas al cole, tengo que trabajar, tengo que preparar las comidas y sacar la lavadora.
Mientras hay niños sin cole porque ha sido devorado por una riada y su lavadora está llena de barro.
Los demonios luchan dentro.
¿Me sentiría mejor?
¿Podría soportarlo?
¿Sería puro postureo?
¿Son las lágrimas de otros falsas? ¿por qué pienso eso? ¿por qué creo que muchos de los que ayudan tienen más interés en que se les vea ayudar que en realmente hacerlo?
Viva la gente, decía la canción.
Con más gente a favor de gente en cada pueblo y nación,
Habría menos gente difícil y más gente con corazón.
¿Habré dejado de creer en la gente?
Me hace gracia cuando hablamos de “la gente”.
“Es que la gente es la leche”
“Es que la gente no tiene ni idea”
“Es que la gente no piensa”
“Es que la gente es gilipollas”
Pero vamos a ver…¿es que tú no eres gente? ¿es que yo no soy gente?
Sí, claro que sí, ¿quiere decir eso que soy la leche, no tengo ni idea, no pienso y soy gilipollas?
Pues sí, querido amigo, eso es exactamente lo que quiere decir porque irremediablemente tú y yo somos también gente.
Pero claro, es mucho más fácil culpar a “la gente” que culparse a uno mismo. Será que nos subimos a lo alto de nuestras murallas para ver el exterior, pero no tenemos el valor (o los cojones, como prefieras) de mirar hacia dentro.
¿Tengo derecho a la frialdad? ¿Es solo una barrera defensiva o es una incapacidad de empatizar? ¿Es la necesidad de seguir adelante la que me hace subir un tramo más en mi fortificación?
No tengo ni idea o quizás es que no quiero saberlo para no encontrarme realmente con quien soy. ¿Seré también un sepulcro blanqueado?
Demasiadas preguntas hoy, demasiado lodo revuelto dentro de mis murallas.
¿Compartes tú alguna de estas preguntas o quizás tu bizum a Cruz Roja y la ropa que tenías guardada en una bolsa en el armario ya han servido para limpiar tu negro corazón?
¿Y si es solo miedo? ¿Normal y lícito miedo?
También tienes otra posibilidad, una que gusta a mucha gente (recuerda que gente también eres tú y yo), la de cargar el odio contra los que mandan, valientes inútiles bufones.
Venga lancémosles barro, piedras, cualquier cosa que encontremos a nuestro alcance, el odio que guardamos en los bolsillos y que alimenta a las ideologías, de ese nos sobra mucho, lánzalo, lánzalo fuerte, lánzalo alto, que todo el mundo nos vea lanzándolo escondidos entre la masa.
Hurt
Siempre me han impresionado esos árboles que salen de una roca a la que no se sabe bien cómo han conseguido fijarse, o esas pequeñas plantas que crecen en las grietas del asfalto convirtiéndolas en pequeñas cicatrices verdes en el negro suelo.
Esa capacidad de salir por donde nadie se lo espera, de abrirse camino siempre me han parecido maravillosas, casi milagrosas.
Hoy, gracias al fluir de las palabras he intentado abrir una pequeña grieta en mi corazón enfoscado por la que ha querido salir una diminuta planta verde que empiece a cambiar las líneas rojas que me impiden darme completamente, por líneas verdes que me permitan cambiar la gris existencia que nos rodea.
Me he herido a mi mismo hoy
Para ver si todavía siento
Me concentro en el dolor
Lo único que es real
I hurt myself today
To see if I still feel
I focus on the pain
The only thing that’s real
The needle tears a hole
The old familiar sting
Try to kill it all away
But I remember everything
What have I become?
My sweetest friend
Everyone I know goes away
In the end
And you could have it all
My empire of dirt
I will let you down
I will make you hurt
I wear this crown of thorns
Upon my liar’s chair
Full of broken thoughts
I cannot repair
Beneath the stains of time
The feelings disappear
You are someone else
I’m still right here
What have I become?
My sweetest friend
Everyone I know goes away
In the end
And you could have it all
My empire of dirt
I will let you down
I will make you hurt
If I could start again
A million miles away
I would keep myself
I would find a way
Hoy me he hecho daño
Para ver si aún siento
Me concentro en el dolor
Lo único que es real
La aguja hace un agujero
La vieja y familiar punzada
Trate de matarlo todo
Pero recuerdo todo
¿En qué me he convertido?
Mi más dulce amigo
Todos los que conozco se van
Al final
Y tú podrías tenerlo todo
Mi imperio de suciedad
Te decepcionaré
Haré que te duela
Llevo esta corona de espinas
Sobre mi silla de mentiroso
Lleno de pensamientos rotos
que no puedo reparar
Bajo las manchas del tiempo
Los sentimientos desaparecen
Eres otra persona
Yo sigo aquí
¿En qué me he convertido?
Mi más dulce amigo
Todos los que conozco se van
Al final
Y tú podrías tenerlo todo
Mi imperio de suciedad
Te decepcionaré
Haré que te duela
Si pudiera empezar de nuevo
A un millón de kilómetros
Me guardaría
Encontraría una manera
Joderrrrr Marcos, ¡cuanta razón!