Paloma. Andrés Calamaro

Llevo con este documento de Word abierto unas cuantas horas y esto es lo primero que se me ha ocurrido escribir.

Vale, ya sé que no es muy brillante, pero es un comienzo.

He tenido que bajar la persiana de la habitación porque entraba tanta luz que cegaba hasta mis pensamientos, y ahora, casi en penumbra, parece que los dedos empiezan a desentumecerse, aunque el cerebro sigue sin dar muestras de querer volver a su correcto funcionamiento.

Por mucho que levanto un poco la cabeza y fijo la mirada en la parte superior izquierda de mi campo de visión donde lo primero que veo es un libro titulado «Mamá» en cuya portada aparece una ilustración de una madre abrazando amorosamente a su hija, las ideas para escribir algo medianamente interesante, siguen sin aparecer.

Lo de levantar la mirada mirando hacia la izquierda dicen que activa tu parte creativa. ¿O era hacia la derecha?

Dime la verdad, acabas de hacerlo, a que sí.

Yo sí.

Y nada.

Pues a ver cómo lo hago porque me he dicho a mí mismo que hasta que no acabe el relato de hoy, no me levantaba de esta silla.

Menos mal que tengo cuatro hijos que suelen salir sin llaves de casa y el timbre seguro que me ayuda a romper mi propia promesa. En cuanto suceda, me levanto, abro la puerta y sin que el ordenador ni la silla me miren, salgo disparado hacia la piscina sin darle tiempo de reacción a mi conciencia.

Ya inventaré alguna excusa mientras hago un par de largos. Dicen que el ejercicio físico también activa el cerebro y la creatividad.

A mi, que entreno muchos días, me pasa, pero últimamente solo pienso en dónde estará la siguiente fuente.

Cosas del calor, sin duda.

Si estuvieras suscrito a mi Newsletter sabrías que hemos estado unos días de vacaciones con mi hermano mayor. Lo sabrías porque conté que uno de esos días fuimos a la playa y que la mejor distracción que encontraron mis hijos fue hacer un hoyo.

En la Newsletter contaba que yo me había acercado a preguntarles que por qué hacían un hoyo, pero en realidad no fue así.

Te contaré la verdad que tenemos confianza.

No fui yo quien se lo preguntó. Fue mi hermano, pero en realidad es un detalle sin importancia, porque lo realmente importante fue la respuesta:

«Hacemos un hoyo para ser felices«

Yo no sé si mis hijos están más colgados que la cola de un mono sin manos, o si son unos superdotados espirituales que han recibido, de alguna manera que desconozco, la sabiduría de los grandes maestros de la vida.

No lo sé, sinceramente.

Esas respuestas me descolocan.

Bueno, el descoloque suele ser bastante breve, hasta que se les ocurre alguna brillante idea de bombero que no dudan en poner en práctica.

Y ya que hemos hablado de mi Newsletter, aprovecho para recordarte que no te has suscrito (tu sí, tranquilo, pero muchos otros no) y que no sé a qué estás esperando.

También hablo de música, así que lo más probable es que te guste y te entren muchísimas ganas de compartirla con gente que conozcas y aprecies, y es posible que esta gente quiera, a su vez, compartirla con otra gente que conozcan y aprecien y quizás, y solo quizás, entre esa gente, haya alguien al que le interese contratarme para escribir sus textos.

A eso se le llama el boca a boca y funciona muy bien para recomendar a gente. No sé si me sigues por dónde voy, que todo hay que explicarlo.

Cierro ya esta cuña publicitaria patrocinada por www.copychuelas.es, textos con enjundia para dejar un gran sabor de boca.

Por ahora no ha sonado el timbre, simplemente una pequeña interrupción para informarme que uno de ellos se va a casa de un amigo y que volverá sobre las 21:00.

En breve llego a las dos hojas completas, aunque sigo sin saber de qué hablar.

Ah, sí, ya recuerdo, te estaba contando que mis hijos se habían puesto a hacer un hoyo en la playa para ser felices.

Filósofos, coaches, expertos en mindfulness, psicólogos de mundo, temblad.

Si quieres ser feliz, es suficiente con hacer un hoyo en la playa.

Yo el mío no lo hago en la playa, yo me pongo delante del ordenador, levanto ligeramente la cabeza hacia la izquierda y empiezo a cavar.

Durante el primer hoyo cavé profundo en mis recuerdos. Probablemente lo hice con la misma intención con la que mis hijos empezaron su agujero.

Para pasar el rato.

A medida que cavaba y me sumergía en ese agujero de recuerdos, la sensación de tranquilidad, mezclada con grandes olas saladas de nostalgia, iba en aumento y me gustaba.

Esas olas de recuerdos iban ablandando la dura corteza de la memoria y cada vez me era más fácil cavar dentro de mí y encontrar las sensaciones y los sentimientos que habían producido en mí la primera vez, y las sensaciones y los sentimientos que volvían a producir en mi muchos años después.

Volví a vivir esas historias. Volví a sentirlas. Volvía a abrazar a las personas que salían en cada palada que daba. Volví a sentirlas.

Un año estuve cavando, feliz, cantando y silbando metido en mi agujero sacando arena fuera del hoyo y dejando que mucha gente la viera. ¿Qué más me daba? Eran arena y agua pasadas.

Allí, metido en mi hoyo, descubrí un amor insospechado: escribir.

Como una ola, tu amor llegó a mi vida

Como una ola de fuego y de caricias
De espuma blanca y rumor de caracolas
Como una ola

Me he puesto un poco folcrórico aquí, uno va teniendo ya una edad.

Cuando terminé de buscar recuerdos, debajo de toda esa arena, descubrí que había una nueva capa más dura y resistente. Un sustrato compuesto de miedos, inseguridades, dudas y algunas certezas, metas no alcanzadas y objetivos que perseguir.

Debía seguir escarbando con los dedos de mis manos para seguir sacando lo que había dentro de ese agujero.

Estaba desnudo, mostrando lo más profundo de mi, pero no me importaba porque estaba dentro de mi agujero y allí nadie podía hacerme daño.

Toda esa arena la he ido dejando a la vista no sé si con ánimo exhibicionista, con ánimo de intentar enseñar que la vida se puede vivir de muchas maneras diferentes o, simplemente con el ánimo de sanarme a mi mismo.

Imagino que cada uno lo verá de una manera diferente. Yo mismo tengo la sensación que nunca es una única razón.

Me encanta exhibirme y recibir halagos cada miércoles que alimentan mi sueño de algún día poder dedicarme a esto, me encanta pensar que mi vida es completamente especial y única y quiero enseñar a todo el mundo que la vida está para ser disfrutada y por supuesto, sé que meterme en mi agujero y mirarme bien dentro es la mejor forma de sanar mis males y de expresar mis sentimientos.

Por el momento no tengo problemas en mostrar mi desnudez, quizás algún día me canse o no tenga más que mostrar, tape el agujero y continúe mi camino en la dirección que me marque el viento.

Y a pesar de todo, sigo sin saber de qué hablar hoy.

Paloma

Ya solo me queda un recurso, echar mano del santoral aprovechando que tengo varias Palomas en mi vida.

No quiero empezar a echar miguitas al suelo y que de repente se llene esto de Palomas exigiendo su ración y cagándose en mi camiseta así que hablaré solo de dos.

La primera forma parte de la Santísima Trinidad que me ha acompañado toda mi vida, mi madre y mis dos tías. Siempre presentes, siempre unidas, siempre sonrientes. Sé que mi madre no hubiera sido la persona que es sin sus dos hermanas y sé que yo nunca hubiera sido la persona que soy sin mi madre. Creo que no hace falta decir nada más.

Muchas gracias Tía Paloma por la ropa heredada, por las meriendas en Collado, por darme de comer cuando mis horarios no me permitían ir a casa, por el Aquarius después de la maratón y por querernos tanto.

La otra Paloma llegó volando a mi vida de la mano de una Polilla. La primera vez que la conocí, mi suegra me preguntó que si era verdad que tenía un pollón y un piso,

perdón,

perdón,

un Peugeot y un piso.

Desgraciadamente no tenía ninguna de las dos cosas, pero lo que sí tenía era un enorme, gigante, descomunal, sentido del humor que nos ha unido todos estos años.

Paloma siempre tiene una sonrisa en su rostro, aunque por dentro sufra, ella siempre está dispuesta a ayudarnos, a sujetarnos, a cuidarnos y a apoyarnos, aunque muchas veces no comparta nuestra manera de ver la vida, y sé que nunca tendré las palabras que ella se merecería por hacer todo lo que hace por nosotros.

Como yo soy de disfrutar de las pequeñas cosas de la vida, creo que será suficiente con darte las gracias por tener siempre una Coca-cola fría en la nevera y una tarrina de Strawberry Cheescake en el congelador.

La canción de hoy viene cargada con un montón de arena repleta de nostalgia, amigos que nunca dejarán de serlo, experiencias que moldearon nuestras vidas bajo una incesante lluvia inglesa que caló en nuestros corazones.

Un año que cambió nuestras vidas y una canción que estará siempre vinculada a ese año, una canción que viene una y otra vez

si me olvido de vivir,

colgado de sentimiento,

voy a vivir para repetir otra vez

este momento.

PD1. Al irme he metido las manos en los bolsillos y he notado dos migas de pan más, una para mi prima Paloma A. que parecía que iba a ser la última y fue destronada dos veces más, y otra para mi prima Paloma O. que se emociona y me anima cada semana.

PD2. Lo que da de sí un hoyo, ¿verdad?

Mi vida, fuimos a volar
Con un solo paracaídas
Uno solo va a quedar
Volando a la deriva

Vivir así no es vivir
Esperando y esperando
Porque vivir es jugar
Y yo quiero seguir jugando

Le dije a mi corazón
Sin gloria, pero sin pena:
«No cometas el crimen, corazón
Si no vas a cumplir la condena»

Quiero vivir dos veces
Para poder olvidarte
Quiero llevarte conmigo
Y no voy a ninguna parte

No te preocupes, paloma
Hoy no estoy adentro mío
Tu amor es mi enfermedad
Soy un envase vacío
No te preocupes, paloma
No hay pájaros en el nido
Las ilusiones se irán a volar
Pero otras dos han venido

Si me olvido de vivir
Colgado de sentimiento
Voy a vivir para repetir otra vez
Este momento

Te bajaría del cielo, mujer
La luna hasta tu cama
Porque es muy poco de amor
Solo una vez por semana

Puse precio a mi libertad
Y nadie quiso pagarlo
Te cambio tu corazón por el mío
Para mirarlo y mirarlo

Ampas de gloria, mujer
Quiero un pedazo del cielo
Para invitarte a dormir
En la cama o en el suelo

Un sacrificio ritual, bien o mal
Yo quiero hacerle a mi estrella
Sin principio ni final
No puedo vivir sin ella

Quiero vivir dos veces
Para poder olvidarte
Quiero llevarte conmigo
Y no voy a ninguna parte

No te preocupes, paloma
Hoy no estoy adentro mío
Tu amor es mi enfermedad
Soy un envase vacío
No te preocupes, paloma
No hay pájaros en el nido
Dos ilusiones se irán a volar
Pero otras dos han venido

5 comentarios en «Paloma. Andrés Calamaro»

  1. Lo interesante, además de la respuesta, es la pregunta que la precede. No todo el mundo es capaz de preguntar a sus hijos: ¿por qué hacéis un hoyo? Y su respuesta les hace conscientes de su propia felicidad. No dejéis de hacerlo.
    Felicidades a las maravillosas Palomas

  2. Buenos días Marcos, me siento recompensada e importante por salir en tus bonitos escritos y que te acuerdes, en este día tan importante en el santoral y en Madrid, de tu madre, de tu tía, de tu suegra y de tus primas. Todas te queremos y nos encanta cada semana acompañarte para ver que has encontrado en tu agujero de recuerdos. Besos y gracias. PalomaC

  3. Sigue sacando arena, Marcos de mí vida. Cuanto más profundo es el hoyo más ligero te vuelves (o más feliz como bien filosofan tus hijos).

  4. Que bonito homenaje para las Palomas de tu vida. Gracias por compartirlo! y porque sigas cavando y escarbando en tus agujeros 😜

Los comentarios están cerrados.