Faltaban aún unos diez minutos para que dieran las nueve de la noche. La mesa estaba preparada ya con todos los adornos navideños y cada cual tenía, más o menos, asignado un sitio en aquella larguísima mesa formada por varios tableros unidos entre sí a distintas alturas.
Ese año había un sitio menos en la mesa y aunque los abrazos y las risas eran las mismas que otros años, todos sabían que faltaba algo.
Entre el bullicio natural y los villancicos que salían de aquel viejo vinilo que solo sonaba en Navidad, el timbre del teléfono se perdía o quizás se ignoraba conscientemente.
Aún así, alguien lo descolgó:
—Madreeeeeeeeee, madreeeeeeee.
—¿Qué?
—Un señor pregunta por ti
—¿Qué señor?
—No lo sé, ponte, ponte.
—Sí, ¿dígame?
Al otro lado del teléfono sonó una voz grave, sería y que dentaba autoridad, que por un momento asustó a la buena mujer.
—Soy el Comandante Salgado, jefe del cuartel del ejercito del aire en Getafe y llamo simplemente para felicitar la Navidad a usted y a su familia y para agradecerles personalmente el servicio que su hijo Marcos está prestando a España en estos momentos del cual puede usted sentirse orgullosa.
Ninininiiini, nini nini, ¿el comandante qué?
Salgado
¡El que tengo aquí colgado!
¿Eso lo he dicho en alto? ¡Qué grosero!
Aquella fue la única Nochebuena que me he perdido en mi vida lejos de mi familia, de mis padres y de mis hermanos. Cómo me dolió.
—Qué servicio ni que ocho cuartos, —pensaba yo mientras me reía internamente de la rima que le acababa de hacer al señor comandante Salgado.
El discurso del comandante no me sirvió ni muchísimo menos de alivio, así que en cuanto colgó empecé a dar buena cuenta de las bandejas de marisco que trajeron para la cena y del entrecot que me metí entre pecho y espalda.
Como seguía sin conseguir levantar el ánimo, no me quedó más remedio que intentar ahogar mis penas en whisky escocés que algún compañero había traído y con algún cigarrito, que no sé qué llevaría, pero que me hizo olvidarme de dónde estaba y partirme de risa con mis compañeros de garita, que esa noche más bien parecía un garito.
No recuerdo mucho más de aquella noche, pero me llegan ciertas imágenes de mí mismo durmiendo en alguna cama que no era la que me habían asignado a mi y de la garita de entrada al cuartel totalmente desprotegida por la baja de todos los soldados que nos había tocado defender a España aquella noche del 24 de diciembre de ya no recuerdo el año.
¿Sería 1995? ¡Qué más da!
Fairytale of New York
Hoy no vengo a filosofar sobre nada, no vengo a herir los sentimientos de nadie con mis verdades de filosofo incómodo (y barato) ni a expresar mis inquietudes sobre la vida. Hoy solo vengo a contarte las emociones que despiertan en mi estas fechas.
Quizás haya alguna en la que coincidamos o quizás seas un hereje antinavideño con traumas infantiles insuperables porque entre los regalos a los pies del árbol nunca tuviste lo que realmente querías, un poquito de amor.
Aunque después de tres años leyéndome muchos penséis que soy un hippie, anticapitalista, que reniega de las economías de consumo y además un poco punky, la navidad me encanta.
No puedo remediarlo. Igual que hay muchas canciones que me recuerdan a mi vida adolescente, la navidad me lleva directamente a mi más tierna infancia.
Recuerdo ir al banco donde trabajaba mi padre a recoger los regalos, recuerdo las largas y oscuras tardes en el piso de Rafael Herrera viendo películas de Navidad y jugando con mis hermanos y hermanas en el pasillo.
Recuerdo el tanque que podía manejar con un control no remoto, con un largo cable, los huevos pasados por agua de cena, mi pijama azul y amarillo y hasta un sueño que viví nítidamente en el que el niño Jesús me traía toda la colección de Madelmans (no hace falta que lo mires, eran los años 70) y cómo me levanté de la cama de un brinco para abrir el armario y descubrir decepcionado que solo había sido un sueño.
Recuerdo tardes de Reyes en casa de mi abuela Rosa en Madrid, con todos los primos jugando por el pasillo de aquella gran casa, con la camisa ya por fuera y con nuestros rostros completamente rojos por el calor de la calefacción central y la actividad incesante.
Recuerdo el frío golpeándome la cara al salir de aquel piso y sentir un gran alivio por la sensación de reducir drásticamente la temperatura corporal hasta que mi madre me colocaba de nuevo el verdugo de lana gris que había tejido mi abuela durante todo el año y nos había dejado como regalo de Reyes.
Recuerdo a mi padre llevándome de la mano a una tienda de deporte que tenía cerca de su oficina para comprarme lo que yo quisiera por mi cumpleaños (que por cierto, es el sábado que viene, se aceptan felicitaciones adelantadas, transferencias y bizums…no bizums no, que ya sabéis que soy un hippie anticapitalista y no tengo bizum).
Recuerdo el frío en las manos cuando, ya viviendo en el Plantío, quedábamos con los amigos para irnos a las obras de la zona a hacer agujeros en los montículos de arena de rio que se amontaban en la inexistente puerta de entrada a las nuevas casas.
Recuerdo la sensación de éxito total cuando cada uno empezaba un agujero por un lado del montón y conseguíamos juntar nuestras manos en la parte central para que alguien, justo en ese momento saltara encima del montón provocando el colapso de los túneles excavados.
Y sobre todo recuerdo las cenas de Nochebuena, atiborrándome de langostinos con mi primo, robando los primeros sorbos de vino que realmente detestaba y disfrutando de la sensación única y maravillosa de estar acompañado por gente que quería tanto.
Una sensación de pertenencia, de seguridad, de saberme querido, de alegría y de pesadez de estómago, me llenaba en todas y cada una de las nochebuenas que celebraba y aún celebro con mi familia.
No me puede gustar más la Navidad, aunque sea un jodido punky porque, aunque lo sea, sigo teniendo un corazón de niño que vuelve a latir cada 24 de diciembre con la misma ilusión con que lo hacía en los años en los que la magia de la Navidad late más fuerte dentro.
No puedo evitarlo y me gustaría no poder ni querer hacerlo durante muchos años más.
Lo sé, soy un afortunado…uuuhmmm, no sé si queda lo suficientemente claro, te lo diré de otra manera: tengo una suerte de cojón de pato y aunque hayas leído durante este año mis quejas, mis miedos y mis excusas hoy solo quiero agradecer la suerte de tener una familia que me quiere, que me apoya, que me respeta y que me anima.
Y soy, solo un egoísta más, por tener todo y pedir más.
Puedo ser punky pero no soy un idiota desagradecido, así que solo me queda despedirme ahora de ti, dándote las gracias por no haberme dejado caer, por haberme ayudado a mantenerme en pie durante este año y por haberme regalado diez minutos de tu tiempo cada miércoles.
Sé, porque me lo has dicho, que te sientes identificado con muchas de las cosas que escribo y eso nos hace estar más cerca de lo que realmente pensamos y sentimos.
Hoy tengo un sentimiento
De que este año es para ti y para mi
Y no puedo ver un tiempo mejor
Para que nuestros sueños se conviertan en realidad
It was Christmas Eve babe
In the drunk tank
An old man said to me, won’t see another one
And then he sang a song
The Rare Old Mountain Dew
I turned my face away
And dreamed about you
Got on a lucky one
Came in eighteen to one
I’ve got a feeling
This year’s for me and you
So happy Christmas
I love you baby
I can see a better time
When all our dreams come true
They’ve got cars big as bars
They’ve got rivers of gold
But the wind goes right through you
It’s no place for the old
When you first took my hand
On a cold Christmas Eve
You promised me
Broadway was waiting for me
You were handsome
You were pretty
Queen of New York City
When the band finished playing
They howled out for more
Sinatra was swinging
All the drunks they were singing
We kissed on a corner
Then danced through the night
The boys of the NYPD choir
Were singing Galway Bay
And the bells were ringing out
For Christmas day
You’re a bum
You’re a punk
You’re an old slut on junk
Lying there almost dead on a drip in that bed
You scumbag, you maggot
You cheap lousy faggot
Happy Christmas your arse
I pray God it’s our last
The boys of the NYPD choir
Still singing Galway Bay
And the bells are ringing out
For Christmas day
I could have been someone
Well so could anyone
You took my dreams from me
When I first found you
I kept them with me babe
I put them with my own
Can’t make it all alone
I’ve built my dreams around you
The boys of the NYPD choir
Still singing Galway Bay
And the bells are ringing out
For Christmas day
Era Nochebuena nena
En la celda de los borrachos
Un viejo me dijo, no verás otra
Y luego cantó una canción
The Rare Old Mountain Dew
Volví la cara
Y soñé contigo
Conseguí uno con suerte
Llegó 18 a 1
Tengo un sentimiento
Este año es para ti y para mí
Así que feliz Navidad
Te quiero nena
Puedo ver un tiempo mejor
Cuando todos nuestros sueños se hagan realidad
Tienen coches grandes como barras
Tienen ríos de oro
Pero el viento te atraviesa
No es lugar para los viejos
Cuando tomaste mi mano por primera vez
En una fría Nochebuena
Me prometiste
Broadway me estaba esperando
Eras guapo
Eras guapa
Reina de Nueva York
Cuando la banda terminó de tocar
Aullaban pidiendo más
Sinatra se balanceaba
Todos los borrachos cantaban
Nos besamos en una esquina
Luego bailamos toda la noche
Los chicos del coro de la policía de Nueva York
Cantaban Galway Bay
Y las campanas repicaban
Para el día de Navidad
Eres un vagabunda
Tu eres un punky
Eres una vieja puta drogada
Yaciendo allí casi muerto en una gotero en esa cama
Escoria, gusano
Maricón barato y asqueroso
Feliz Navidad tu culo
Ruego a Dios que sea la última.
Los chicos del coro de la policía de Nueva York
Siguen cantando Galway Bay
Y las campanas suenan
Para el día de Navidad
Yo podría haber sido alguien
Como cualquiera
Me quitaste mis sueños
Cuando te encontré por primera vez
Los guardé conmigo nena
Los puse con los míos
No puedo hacerlo todo solo
He construido mis sueños a tu alrededor
Los chicos del coro de NYPD
Siguen cantando Galway Bay
Y suenan las campanas
Para el día de Navidad
Punkyyyyyyyyyy!!!!!! Marculon te quiero
Feliz 🎄 navidad….me siento muy identificada..grandes familias y muy unidos…suerte la nuestra!!!!
Este año el primero sin mi madre😞….espero que siga disfrutando a partir del año que viene…este…. me hubiera metido en una cueva y no hubiera salido hasta el 8 de enero!!!
Agradecida de todas esas vivencias que sin duda no se puede comparar ni con el mejor regalo del mundo.
Sentir que formas parte de una tribu que se quiere y se apoya no tiene precio…
Felices días,gracias por hacerme recordar!!!❤️❤️❤️
Que bonita es esta Navidad de los Pogues, donde dejan entrever la imperfección de la realidad, que nada tiene que ver con los anuncios de la tele con decorados pluscuamperfectos y sonrisas de plástico.
Brindo por esa Navidad, la Navidad que no viene envasada en un «cluster» fuera del centro comercial.
Gracias Marcos, por tu regalo.