Help. The Beatles

John Lennon, agobiado por la repentina fama que había cosechado el grupo tras su primera visita a los Estados Unidos, escribe la canción Help sin saber muy bien porqué.

Años después descubriría que realmente estaba pidiendo ayuda para superar todas las cosas que le estaban pasando.

Las dos últimas semanas yo también he gritado eso de «Help me» y dos de las personas más importantes de mi vida han venido a mi rescate. Mi madre y mi hermana pequeña.

Tampoco era algo de vida o muerte. Lo máximo que podía pasar era que te quedaras sin relato esta semana.

Vale, hubieran sido dos semanas.

Realmente pienso que quizás hubiera sido un buen momento para ir dejándolo.

Probablemente la primera semana te habrías acordado.

¿Mañana es miércoles? Bueno…tendré cinco minutos diferentes.

Acabarías con cierta decepción casi seguro, pero ya se ocuparía la vida de hacerte olvidar tan pequeño contratiempo.

A la segunda semana, muchos se habrían olvidado ya.

Hoy es miércoles, ¿Qué solía hacer yo los miércoles?

En esta tercera semana, los miércoles ya habrían recuperado sus anteriores tonalidades grises.

¿Todavía es miércoles? Esta semana no se acaba nunca.

Quizás debería hacerlo más. Lo de pedir ayuda, digo.

Esta semana no tengo ni idea, ni canción, ni muchas ganas, la verdad.

Te hablaré de mi fin de semana, como hacíamos con los compañeros del colegio cuando el sábado y el domingo se interponían entre nuestras aventuras semanales.

Las circunstancias fueron variando según pasaba la semana. El miércoles salía hacia Portugal a trabajar con mi hermano y mi primo.

Lo peor de todo, nos íbamos a perder el partido del Madrid porque, al ser los trabajos en un centro comercial, nos obligaban a trabajar por la noche para evitar molestar con el ruido.

Llegamos sobre las 21:00 al centro comercial para localizar la tienda, ver por donde subir las cosas y para organizarnos un poco.

Enseguida divisé una tienda con un gran televisor en el que estaban echando el partido, así que la parte de reconocimiento del terreno se la dejé a mi primo y yo me quedé plantado en la entrada de la tienda.

Tuve la suerte de que la tienda era un local abierto de esos de centros comerciales que se cierran con una gran valla que sale desde el techo.

Vamos…que no tenía que estar dentro de la tienda, lo cual hubiera sido un poco extraño.

Antes de que acabará la primera parte, subimos a cenar algo y bajamos justo para empezar a ver de nuevo la segunda parte del partido.

Los dependientes me miraban raro, pero en ningún momento me dijeron nada.

Ahí estaba yo, con mi hermano y con mi primo, plantados los tres frente a una tienda de suministro energético de Portugal con el corazón en un puño.

Hay que ver cómo se quedan los sufrimientos grabados cuando eres niño, cómo, sin saber por qué, probablemente por herencia familiar, te haces seguidor de un equipo y cómo eso, se convierte en una emoción que no puedes ni entender, ni ocultar, ni controlar.

Lo reconozco, es de una absurdez superlativa, ver a veintidós personas corriendo detrás de un balón para ver quién consigue meterlo en una portería debe de ser de las cosas menos importantes de la vida.

Si al menos fuera o hubiera sido yo uno de esos hombres seguidos por millones de ojos esperanzados en todo el mundo, sería capaz de comprenderlo.

Pero no, nunca lo he sido. Yo, como mucho, era reconocido en Majadahonda como “el cabrón ese que no hay manera de quitarle el balón y que corre como el rayo”.

Hay algo completamente inconsciente en ver y sufrir así el fútbol y en seguir a un equipo de una manera tan emocional.

Hace tiempo que dejé de discutir de fútbol. Recuerdo una discusión con un amigo seguidor del Barça. La tensión, al menos la mía, iba subiendo con cada frase que decíamos. De repente tuve una revelación.


«¿Se puede saber qué demonios haces enfadándote con uno de tus mejores amigos por si un equipo es mejor o peor?» No tenía sentido, y afortunadamente lo comprendí.

“No pienso discutir nunca jamás con nadie por un equipo de fútbol”. Esa decisión tomé y esa decisión he respetado todos estos años.

Mi cerebro tiene clara esa premisa y aborta cualquier conato de discusión futbolera si sé que se puede poner tensa. Lo siento, pero NO, no discuto de fútbol.

Otra cosa es lo que dicta el corazón, y el mío palpitaba a toda velocidad descontroladamente y hacía oídos sordos al cerebro cuando faltaban 10 minutos para acabar el partido y el Madrid iba perdiendo por un gol.

En esos momentos el cerebro cede el paso a las emociones y los gestos reflejan la tensión interna.

Estiro una pierna para cortar ese balón, armo la otra pierna para disparar y cambió de idea en el último segundo para engañar al contrario y dejarlo tirado buscándome (como solía hacer cuando jugaba de verdad), me como las uñas, me muevo de adelante a atrás, levanto los brazos para protestar una jugada…todo un espectáculo.

Me encanta el fútbol, recuerdo la Francia de Platini, Tigana, Giresse ganando la Eurocopa a España, recuerdo el Madrid de la Quinta del Buitre siendo vapuleado por el Milan de Sacci, recuerdo el virtuosismo del Barça de Guardiola y de la selección española de la Eurocopa/Mundial/Eurocopa. Esos equipos han sido diferentes y visualmente siempre he disfrutado de ese tipo de juego.

Ese Barça de Messi, Iniesta, Xavi, Busquets, etc…es lo más parecido a la perfección que yo he visto nunca. Lo reconozco, me encantaba ese fútbol.

Pero el nerviosismo, la tensión, las sensaciones que experimento cuando el Madrid gana o pierde, eso no lo siento con ningún otro equipo (menos la selección) y eso, insisto, racionalmente es una soberana tontería que mi corazón es incapaz de comprender por mucho que intento explicárselo.

Él va a su aire.

Y no trato de hacer un alegato a favor del Madrid y de sus virtudes, simplemente reflexiono sobre lo que nos hace sentir, de donde nace esa pasión, porqué se produce ese estado de excitación y nervios. No hablo de colores, hablo de sentimientos.

En fin, volvamos al pasillo del centro comercial.

El primer gol fue celebrado con moderación, sin llamar mucho la atención.

El segundo gol fue celebrado de forma más efusiva. No pude controlarlo, el grito salió. Duró poco, lo suficiente.

En ese momento me di cuenta que los dependientes de la tienda apoyaban sin duda alguna al Bayern. No entiendo mucho el portugués, pero entiendo perfectamente el lenguaje corporal y esos aspavientos solo podían significar una cosa: No estaban contentos en absoluto.

El hecho de bajar las cortinas completamente opacas de la entrada de la tienda segundos antes de que el arbitro pitara el final del partido refrendó mis sospechas.

Pude escuchar perfectamente su pensamiento: “Han ganado, pero tu te jodes y te quedas sin ver las celebraciones”

Así daba gusto trabajar.

Está claro que la semana ha tenido un marcado carácter balonpédico y aquel era únicamente el primer episodio reseñable.

Pues bien, vamos a por el segundo episodio.

Por algún sortilegio que no alcanzo a entender mis hijos han salido del Deportivo. ¡Ya sabes, las Meigas, haberlas hailas!

Ellos también sufren mucho con su Depor, y lloran y se enfadan, pero este año lo han hecho menos.

El Depor se jugaba su ascenso a segunda división nada más y nada menos que en Riazor y contra el Barça B.

No me preguntéis cómo, pero Paula que además de gallega es medio meiga, consiguió entradas para el partido y para allá que se fue con los dos mayores a ver el partido. El sábado por la mañana cogieron el coche y se plantaron en la ciudad de su infancia y adolescencia.

Unai, el segundo, iba completamente engañado. Él no sabía que tenían entradas y pensaba que habían ido solo para vivir el ambiente y formar parte de él.

Con eso tenía más que suficiente.

Que conste en acta que la idea de ocultarle semejante notición fue de su hermano mayor, la persona que más le hace rabiar, que más le ningunea, que más le putea, por decirlo claramente, del mundo. Pues esa misma persona también fue la más feliz del mundo viendo la cara de sorpresa y de felicidad de su hermano pequeño cuando Paula sacó las entradas.

Lo demuestra pocas veces, pero son tan reales y tan verdaderas que merece la pena estar presente. El domingo tuvieron dos o me atrevería a decir que tres.

Una al entrar.

Otra al marcar el gol.

Otra al finalizar el partido y consumarse el ascenso del Depor.

Sé que ese fue un momento compartido que perdurará para siempre en sus retinas, sé que esos abrazos contenían emoción pura y pura emoción y que les unirán incluso cuando nosotros ya no estemos.

¿Qué coño me importa a mi que sea el Depor el equipo de sus vidas? Que compartan esa felicidad es, para mi, llenar su vida de colores y a mi no me importa si solo es blanco o es blanco y azul.

Sé que cuando se necesiten, estarán allí el uno para el otro, sé que cuando la vida les apriete, que lo hará, ellos podrán gritarse “Help me” y que el otro acudirá y le abrazará como el día que sintieron una de las emociones más grandes de su vida, aunque fuera viendo a 22 hombres persiguiendo un balón.

(Help)
I need somebody
(Help)
Not just anybody

(Help)
You know I need someone
(Help)

When I was younger, so much younger than today
I never needed anybody’s help in any way
But now these days are gone, I’m not so self assured
Now I find I’ve changed my mind and opened up the doors

Help me if you can, I’m feeling down
And I do appreciate you being ‘round
Help me get my feet back on the ground
Won’t you please, please help me?

And now my life has changed in, oh, so many ways
My independence seems to vanish in the haze
But every now and then I feel so insecure
I know that I just need you like I’ve never done before

Help me if you can, I’m feeling down
And I do appreciate you being ‘round
Help me get my feet back on the ground
Won’t you please, please help me?

When I was younger, so much younger than today
I never needed anybody’s help in any way
But now these days are gone, I’m not so self assured
Now I find I’ve changed my mind and opened up the doors

Help me if you can, I’m feeling down
And I do appreciate you being ‘round
Help me get my feet back on the ground
Won’t you please, please help me?

(Ayuda)
Necesito a alguien
(Ayuda)
No a cualquiera

(Ayuda)
Sabes que necesito a alguien
(Ayuda)

Cuando era más joven, mucho más joven que hoy
Nunca necesité la ayuda de nadie de ninguna manera
Pero ahora esos días se han ido, no estoy tan seguro de mí mismo
Ahora descubro que he cambiado de opinión y he abierto las puertas

Ayúdame si puedes, me siento mal
Y aprecio que estés por aquí
Ayúdame a poner los pies en la tierra
¿No me ayudarás, por favor?

Y ahora mi vida ha cambiado en, oh, tantas maneras
Mi independencia parece desvanecerse en la bruma
Pero de vez en cuando me siento tan inseguro
Sé que te necesito como nunca lo he hecho antes

Ayúdame si puedes, me siento mal
Y te agradezco que estés por aquí
Ayúdame a poner los pies en la tierra
¿No me ayudarás por favor?

Cuando era más joven, mucho más joven que hoy
Nunca necesité la ayuda de nadie de ninguna manera
Pero ahora esos días se han ido, no estoy tan seguro de mí mismo
Ahora descubro que he cambiado de opinión y he abierto las puertas

Ayúdame si puedes, me siento mal
Y aprecio que estés por aquí
Ayúdame a poner los pies en la tierra
¿No me ayudarás, por favor?

Traducción realizada con la versión gratuita del traductor DeepL.com

5 comentarios en «Help. The Beatles»

  1. Vaya partidazo el del Madrid. Y el del Depor supongo que también, sobre todo para Ibón y Unai.

  2. Aaaah, la pasión futbolera, sentimiento inefable… Maravillosa semana para nosotros/as los/las merengues
    Ya lo dijo un filósofo del deporte Rey: «el fútbol es la cosa más importante de las cosas poco importantes de la vida»
    Una vez más, muy bien expresado por tu pluma (mejor por tu tecla): lo realmente importante es el vínculo que creamos con nuestros compañeros de alegrías y penas forofiles… 😊
    ¡Abrazotessss!

  3. Yo prefiero los Beatles al fútbol, así que está semana también estoy de celebración con la canción

  4. ¡Qué pasada ver que detrás de esa rivalidad hay un amor de hermanos con mayúsculas!
    Enhorabuena por vuestro trabajo como padres Paula y Marcos.

  5. Grande. Cómo todos los miércoles. A mí el fútbol ni fu ni fa (soy más de meigas, como la Pauliña) pero me ha encantado tu relato sobre todo porwue ahora entiendo un poquito más de algo que es (casi) incompresible para mí.
    Grande. ¡Gracias!

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