Esta vez la decimoquinta me dio absolutamente igual.
Escribía hace poco que por alguna extraña razón siempre he sido y soy un seguidor del Real Madrid. Hay algo mágico en ser seguidor de un equipo. Cómo una victoria o una derrota puede cambiar tanto tu estado de ánimo, es algo completamente irracional.
Quizás sea simplemente eso. Es tan irracional que no hay manera de explicarlo y solo puede sentirse.
Sin embargo, el sábado pasado había un evento mucho más importante y emocionante para mí que eclipsó por completo la final de la Champions por muy final que fuera, por muy Madrid que fuera, por muy Wembley que fuera.
Concierto de Green Day con los niños. Regalo de Reyes (Una vez más desde aquí, muchas gracias a los Reyes Magos sin cuya colaboración hubiera sido imposible).
Siempre me han gustado, aunque he de reconocer que nunca he sido fanático de ellos como lo he sido de otros grupos. No he quemado sus cintas hasta que el walkman o el cassete que tenía en mi habitación se las comían (literalmente), no he tenido posters en la pared de mi habitación y tampoco he buscado desesperadamente las letras de sus canciones.
Fueron de las pocas cosas buenas que me llevé de la mili, donde mi amigo Iván me llevaba cada día del cuartel hasta la estación de Metro de Delicias mientras ponía al trío californiano a todo lo que daba el equipo de sonido preparado especialmente para su coche.
¡Cómo sonaba aquello!
Es de mis recuerdos favoritos de la mili. No era solamente que me ahorraba más de tres cuartos de hora de viaje si iba con él, es que además íbamos con la música a todo trapo y eso me encantaba.
El día anterior al concierto fui cruelmente atacado por una gripe preveraniega como me viene sucediendo desde hace años. Gracias a esos mismos años, sé que esa pequeña gripe me dura un par de días como mucho, aunque me deje con la nariz taponada alguno más.
La noche del viernes al sábado aproveché y contraté 10 horas seguidas de cama que me dejaron casi como nuevo. La siesta de 90 minutos, como un partido de fútbol, previa al concierto, terminó de arreglarme el cuerpo y dejarlo listo para lo que se nos venía encima.
Salimos a las 18:00 para intentar ver a The Hives. No conocía más que un par de canciones, pero me dejaron un gran sabor de boca.
Unai, que se había pasado la tarde jugando al fútbol, estaba tranquilamente sentado a la sombra apoyado en una valla descansando. Mientras, su hermano y yo, veíamos al grupo sueco cuando noté un par de toquecitos en la espalda.
Al darme la vuelta una chica con una amable sonrisa me preguntaba si el niño sentado era mío.
“Le he visto ahí tan solo que le he preguntado si estaba bien”. Fue la primera de muchas muestras de emoción que nos regalaron esa noche.
“Perdona que te lo diga”, me dijo un rato después mientras yo bailaba con mis hijos…bueno, si a eso que hacíamos se le puede llamar bailar.
“Os miro a los tres juntos y me emociono. Ójala en unos años pueda ir yo a muchos conciertos con mis hijas. De verdad, me encanta veros. Gracias”
Fue un “gracias” sincero, sentido, completamente de verdad que yo agradecí también en el alma.
Cuando acabó el concierto de los suecos, nos dimos una vuelta por el recinto para tratar de recuperar fuerzas. Misión imposible. No había ni un solo Food Track que no tuviera más de media hora de cola.
Un par de refrescos, agua y para dentro de la multitud.
45 minutos antes de que empezara el concierto ya no podíamos avanzar más hacia delante así que nos hicimos fuertes en nuestro metro cuadrado y allí esperamos a que empezara el concierto.
La cantidad de gente y la nula visibilidad empezaron a hacer mella en Unai que no parecía estar demasiado contento con la ubicación seleccionada.
Yo le abrazaba sabiendo que eso le reconfortaba y le decía que cuando empezara el concierto todo iba a ser diferente.
Muchos de los que compartían la espera con nosotros, le miraban con una mezcla de ternura e incomprensión. No tenían ni idea de en qué se iba a convertir en cuanto sonaran sus canciones favoritas.
De repente se apagaron las luces y empezó a sonar Bohemian Rapsody. ¿Por qué? No tengo ni idea, pero aquello animó a todos los allí congregados que cantábamos al unísono la canción de Queen
Oh mamma mia, mamma mia
Mamma mia figaro
Magnifico
A continuación, pusieron el Blitzkrieg bop mientras un loco vestido de conejo saltaba en el escenario.
¿Por qué? No tengo ni idea.
Por último, sonó la marcha imperial de Star Wars. ¿Por qué? No tengo ni idea, pero por fin salieron al escenario.
La cara de Unai ya no tenía esos tintes de agobio anteriores y aunque seguía sin ver nada su sonrisa ya asomaba para iluminar a todos los que le rodeábamos.
Ibón disfrutaba cada canción. Es al que más le gusta el grupo y por fin iba a un concierto en el que conocía casi todas las canciones.
Llegó el turno de Basket Case y la emoción se multiplicó en la misma medida que los empujones, bailes descontrolados, encontronazos y puños en alto.
Entre ese tumulto surgió la figura de los dos niños que empujaban (no sé si por diversión o por supervivencia) a los mastodontes que tenían a un lado y a otro sin ningún tipo de vergüenza o de respeto. Muchos no sabían de dónde les venían los empujones hasta que no bajaban la mirada y veían a Unai dándolo todo, momento en que les cambiaba la cara y se acercaban a él para chocarle y felicitarle.
Un padre rockero como yo no podía estar más orgulloso.
«El mejor concierto de mi vida» me gritaba Unai entre empujón y codazo, para justo después juntarse de nuevo con su hermano para empujar más fuerte entre los dos.
Los dos haciendo equipo, luchando contra esas moles, empujando juntos y disfrutando como si no hubiera un mañana. Esa imagen no se me olvidará nunca. A ellos se les olvidaría antes, pero tendrás que seguir leyendo para enterarte de esa parte.
Así estuvimos una hora y cuarto hasta que la vejiga de Unai no pudo más y nos salimos, despidiéndonos entre vítores de todos nuestros nuevos colegas, en busca de un baño.
La segunda mitad del concierto nos lo pasamos en una zona más tranquila con bastante más espacio para nosotros y nuestros bailes. Allí también se nos acercaron varias personas para expresarnos su emoción cuando nos veían a los tres abrazados cantando “Wake me up when september ends”.
Yo, de nuevo agradecí cada una de esas muestras de emoción. Dudo si eran muestras de admiración o de envidia, pero a mi me encantaron y quiero creer que ellos, Ibón y Unai, las recordarán mucho mucho tiempo, incluso cuando yo no esté.
Cuando acabó el concierto nos reunimos con un amigo de Ibón y sus padres e hicimos otra intentona de cenar algo, pero las colas seguían siendo prohibitivas así que decidimos dar por finalizada la jornada y volver a casa.
Qué manera de disfrutar y de unir. Hay que tener tiempo de calidad con los niños, dicen…pues yo lo tuve, a raudales y cargado de decibelios, pero ya sabéis eso de que la felicidad dura poco en la casa del pobre.
Good Riddance
Según ponen un pie en casa parece que ya se les olvida lo vivido y lo gozado juntos, y entran en una espiral de desprecio mutuo, pasotismo y egoísmo que me saca de mis casillas.
El lunes por la noche, volvió a explotar todo.
Será que están buscando su sitio, su forma de protestar, su propia personalidad y su forma de explorar sus sentimientos y sus limites.
Será que las hormonas les tienen revolucionados, que no son capaces de entenderse ni a ellos mismos y que tienen derecho a sentirse el centro del universo.
Será que vivimos en una casa pequeña y cualquier roce se exagera como si fueran futbolistas profesionales para llamar la atención de los árbitros y conseguir una tarjeta roja para el contrario.
Será quizás que nosotros, los árbitros, tampoco estamos en la mejor forma posible y que si por nosotros fuera expulsábamos a los cuatros jugadores y además les sancionábamos con cuatro o cinco partidos.
Será cualquiera de esas cosas que podríamos leer en cualquier libro de “cómo hablar a tus hijos” o que cualquier coach familiar te diría en la primera sesión.
Será que esto de ser padres es más complicado de lo que podría parecer.
Será que nunca sabes si estás haciendo las cosas bien o mal.
Será que el mundo está lleno de peligros y mierdas de las que los quieres proteger, pero a su vez ellos están deseando experimentarlas.
Será quizás que lo que una vez nos parecía obvio ahora no lo vemos tan claro.
Será que anhelo que en el futuro tengan una relación como la que tengo con mis hermanos y a veces tengo la sensación que el camino que están transitando no les va a llevar allí. Quizás será que estoy olvidándome de las peleas con mis hermanas o la competitividad de mi hermano que no paraba hasta que me ganaba.
Será, quizás, que me estoy equivocando queriendo que se repita la historia y realmente son ellos los que tienen que buscar su camino y decidir cómo quieren vivir su relación y yo solo pueda o solo deba mirarlo desde fuera.
Será que el tiempo te agarra por la muñeca y te dirige hacia dónde ir
Será que hay que hacer esta prueba lo mejor que se pueda sin preguntar por qué.
No es una pregunta, sino una lección aprendida a tiempo
Es algo impredecible
Pero al final es lo correcto
Y espero que se hayan divertido como nunca.
Fuck
Another turning point, a fork stuck in the road
Time grabs you by the wrist, directs you where to go
So make the best of this test, and don’t ask why
It’s not a question, but a lesson learned in time
It’s something unpredictable
But in the end, it’s right
I hope you had the time of your life
So take the photographs and still frames in your mind
Hang it on a shelf in good health and good time
Tattoos of memories, and dead skin on trial
For what it’s worth, it was worth all the while
It’s something unpredictable
But in the end, it’s right
I hope you had the time of your life
It’s something unpredictable
But in the end, it’s right
I hope you had the time of your life
It’s something unpredictable
But in the end, it’s right
I hope you had the time of your life
A la mierda
Otro punto de inflexión, una bifurcación atascada en el camino
El tiempo te agarra por la muñeca, te dirige hacia dónde ir
Así que haz lo mejor de esta prueba, y no preguntes por qué
No es una pregunta, sino una lección aprendida a tiempo.
Es algo impredecible
Pero al final, es lo correcto
Espero que te hayas divertido como nunca
Así que toma las fotografías y fotogramas en tu mente
Cuélgalo en un estante con buena salud y buen tiempo
Tatuajes de recuerdos, y piel muerta a prueba
Por lo que vale la pena, valió la pena todo el tiempo
Es algo impredecible
Pero al final, es lo correcto
Espero que te hayas divertido como nunca
Es algo impredecible
Pero al final, está bien
Espero que lo hayas pasado como nunca
Es algo impredecible
Pero al final, está bien
Espero que lo hayas pasado como nunca
Vaya dos elementos, Ibón y Unai. Simpáticos y nobles donde los haya.
Están buscando su camino, y seguro que lo encontrarán.
¡Qué emoción! Eso queda grabado para siempre.
Y luego…llegar a casa y soltar tensiones con tu hermano! Vamos vamos lo estáis haciendo de maravilla! Mientras no pitéis otro penalti….😝
Se me han puesto los pelos de punta y un nudo en la garganta…
Qué grande eres!
Un abrazo enorme!
Me ha encantado este capítulo también. Describes las dudas paternales estupendamente y con unas palabras que entendemos todos los padres porque esos sentimientos son universales. Me alegro mucho de vuestra experiencia en el concierto. Otra vez me he emocionado. Muchas gracias, Marcos
Será que nos cuestionamos TODO? Que maravilla de experiencia….ellos lo habrán vivido a lo bestia y lo tendrán grabado a fuego….lo de casa es lo natural a esas edades…mientras no falte amor y escucha,todo está bien
Mi más Enhorabuena again y me preguntó donde está Paula???🤪
Un abrazo!!!!
Paula es poco amiga de aglomeraciones y decibelios, así que es difícil verla en algún concierto.
Como padres tenéis el cielo ganado. Y no hablo de un incierto cielo en otra vida, sino al que a menudo nos asomamos en ésta, que es a la que nos aferramos con uñas y dientes, y en la que antes o después todo ocurre para poner a cada cual en su sitio. No me cabe duda de que algún día no tan lejano, desde la atalaya de la experiencia, la vuestra y la de es@s ahora loc@s bajit@s por l@s que todo lo damos, entenderéis que habéis hecho lo correcto, que es lo único que la gente buena y sensata como vosotros puede hacer.
Si no, tiempo al tiempo.
¡Fuerza, pareja! Y gracias, siempre…