13. Heaven Tonight. Waysted

El segundo año de la Universidad las cosas proseguían casi, casi, en la misma línea. Aprobaba más o menos bien e iba afianzando la relación con mis dos compañeros que ya no se limitaba, únicamente, a tenerlos como proveedores de apuntes. Poco a poco, iba ganando algo de confianza y cuando era realmente importante, es decir, para preguntar en los exámenes, era capaz de hacerlo independientemente del sexo del preguntado, ¡todo un avance!

En El Plantío seguíamos con nuestra dinámica de partidos de fútbol a cualquier hora o condiciones meteorológicas a pesar de que aquel campo sufría las duras condiciones del invierno, charcos, agujeros, tierra congelada, nieve e incluso lluvia andante semipararela. Todo aquello no conseguía desanimarnos y seguíamos con nuestra afición favorita. En aquellos días, a través del padre de uno de mis amigos que tenía contactos en el Real Madrid y que solía venir a vernos jugar a muchas de esas pachangas, conseguí hacer una prueba en los antiguos terrenos de la Ciudad deportiva, donde ahora se encuentran las torres o las salchichas, como las conocen mis hijos. La primera fase fue razonablemente bien y me convocaron para una segunda en la que, a los pocos minutos de empezar, en un choque con otro jugador, bastante más fuerte que yo, noté como mi tobillo se ponía mirando a Cuenca. Por puro pundonor apreté los dientes y seguí jugando, pero no pude hacer mucho más y allí se acabó mi intento por ser jugador profesional de fútbol. Por primera vez probaba las hieles de la decepción y recuerdo pasar varios días sin levantar cabeza. Era la primera vez que me acercaba a hacer algo que realmente me gustaba y se me había escapado de entre las manos, mejor dicho, de entre los pies. Lo peor de todo es que ni siquiera había podido intentarlo, realmente no me habían visto jugar y eso me dolía mucho más que mi hinchado tobillo.

Era el año 1992 y en verano se celebraron las Olimpiadas en Barcelona. Como amante del deporte era un acontecimiento único. Sin embargo, a pesar de su importancia, a mí me sirve más bien para localizar, sin posibilidad de fallo, el año de mi segunda gran experiencia vital. El verano del 92, en plenas Olimpíadas, mi pandilla emprendió su primer viaje a solas: Miguel, Quique, Víctor, Javi, David y yo. El lugar elegido fue una aldea llamada Mezana junto al río Navia en Asturias. Uno de la pandilla tenía unos parientes entre los 10 habitantes de esta aldea escondida de la civilización, lo que la convertía en el lugar idóneo para cinco jóvenes urbanitas deseosos de nuevas experiencias. La primera parte del viaje, hasta Avilés, la hicimos en tren, donde estuvimos a punto de perder a Quique que abrió una de las puertas del tren y se sentó para echarse un cigarro. En un momento dado el tren hizo un extraño movimiento que le levantó de su improvisado asiento y en el último instante consiguió aferrarse con fuerza a la barra de la entrada. Al volver al vagón, con la cara desencajada, nos contó lo que había pasado y, tras el susto inicial, las risas fueron generalizadas. Empezábamos bien el viaje. El resto del recorrido, por mucho que intento recordar, no consigo estar seguro, creo que nos acercaron en coche y después cogimos un autobús que nos dejaba razonablemente cerca de la aldea.

En aquellos tiempos y sobre todo en aquel paraje perdido de la mano de Dios, se nos permitió poner nuestras tiendas de campaña y, junto al lago, establecimos nuestro campamento. Todos y cada uno de los consejos/advertencias/prohibiciones que nuestros padres nos dieron fueron escrupulosamente desatendidos, uno por uno, por nosotros. No hagáis fuego, precaución al bañarse en el lago que tiene corrientes, no saltéis al agua, tened mucho cuidado, no hagáis locuras, en fin… Vivimos como auténticos salvajes durante los cuatro días que pasamos allí. Para mejorarlo todo nos dejaron utilizar una barquita (chalano en asturiano) que se convirtió en nuestro medio de transporte. Un día nos acercábamos a la orilla opuesta del lago donde, mientras unos subíamos a lo más alto posible para saltar, los otros inspeccionaban el lugar de la caída para verificar que no había ningún obstáculo submarino. Otro día cogíamos la barca y decidíamos remontar el río que teníamos más cerca, un pequeño afluente del Navia, hasta donde nos permitía el nivel del agua y a partir de ahí continuábamos nuestra expedición a pie. Allí se forjó la leyenda de GI Joe del primo Mike que os paso a relatar: Mientras remontábamos el rio ya a pie, llegamos a un punto en el que no había posibilidad de continuar si no queríamos meternos totalmente en el agua. Como siempre Mike era el de las grandes ideas. A no mucha distancia de donde nos encontrábamos había una rama de un árbol y se le ocurrió que, si saltaba, se agarraba bien a la rama y continuaba avanzando con las manos por la misma, podía llegar perfectamente al otro lado sin mojarse y continuar desde allí. Un plan sin fisuras. Al grito de “GI Joooeeee” saltó con todas sus fuerzas. Ese fue el único punto del plan que salió bien y consiguió aferrarse a la rama, sin embargo, esta no aguantó su peso y se quebró haciendo caer a Miguel al agua a la vez que le golpeaba en la cara. Resultado: el primo Mike completamente empapado, la cara ensangrentada con una herida, no demasiado importante, en la nariz, con la rama en las manos y con una expresión de “¿Cómo ha podido suceder?”. En aquella ocasión fui yo y el resto de los espectadores quienes no pudimos contener la carcajada a salvo desde nuestras respectivas rocas.

Por las noches, ya metidos en las tiendas, recibíamos la visita de animales salvajes que buscaban comida y conseguían congelarnos el corazón de miedo con los ruidos que hacían hasta que, alguno de nosotros, se armaba de valor y empezaba a hacer ruidos, más extraños aún, con la intención de ahuyentarles. Si era un oso, un lobo, un jabalí, un zorro, un perro o una cabra, nunca lo sabremos, pero la historia queda mucho mejor asegurando que fueron un par de osos bien grandes.

Las comidas eran lo peor porque, debido a nuestra nula experiencia en viajes, no llevamos comida suficiente y allí no había posibilidad de ir a comprar nada, así que tuvimos que racionar los víveres durante los cuatro días. Menos mal que el último, los familiares nos hicieron una gran tortilla de patatas que nos supo a todos a gloria y aplacó nuestro voraz apetito. En fin, un viaje de esos que guardas en tu memoria en un rinconcito especial, imborrable, en el que la sensación de libertad fue absoluta, en el que no había que dar cuentas a nadie y en el que solamente nos teníamos que ocupar de una cosa: vivir. Creo que para todos nosotros fue como estar en el cielo.

Ese mismo verano tuvo lugar otro hecho que condicionó el resto de mi vida.  A principios de septiembre habíamos quedado de nuevo con los de la “cuesta larga” a jugar el primer derbi de pretemporada. Mientras iba hacia el campo, me encontré con dos de ellos, Emilio e Iván, hablando con un señor mayor (con 20 años todo el que supere los 30 ya es un señor mayor), llamado Luis o Luisón. Cuando me acerqué a ellos, para mi sorpresa, me preguntó si quería meterme en un equipo de fútbol 11 que es lo que más deseaba en mi vida. Desde ese mismo momento entré a formar parte del Sallema, un club de fútbol que por aquel entonces tenía dos equipos, uno en regional y otro en una liga de veteranos. Empecé en el de veteranos, primero porque les faltaba gente y segundo porque nunca había jugado al futbol 11. En el primer partido, en un campo completamente embarrado y lleno de charcos demostré, al poco de empezar, mis cualidades. Tantos años de jugar al baloncesto, de dar saltos y más saltos, derivaron en una potencia de piernas y en una arrancada que siempre sorprendía a mis rivales. En ese primer partido me hicieron dos penaltis con expulsión y allí comenzó mi carrera futbolística a nivel aficionado que duró hasta los 45 años cuando una lesión muscular, una entrada criminal y cuatro hijos me hicieron dejarlo, gracias a lo cual descubrí otra de mis pasiones: correr. Pero de esto ya os contaré mucho más adelante.

En aquella etapa de nuestras vidas, establecimos la casa de Javi como centro de operaciones. Su madre nos agasajaba con croissants con chocolate y Coca-cola sin medida, su habitación era la más grande, tenía baño propio, sala para el ordenador donde pasábamos horas jugando al Monkey Island y al Blood Money, banco de pesas y un equipo de música bastante mejor que el mío. De entre todos los grupos que les iba enseñando había uno que muy poquita gente conocía y cuyo nombre era Tyketto. El disco que no dejaba de sonar en aquel equipo de música era “Don´t come easy”, un disco de puro hard rock melódico que representaba exactamente mis gustos musicales de aquel entonces. Sintetizadores, melodías muy cuidadas, guitarras que lo llenaban todo, grandes coros y sobre todo la voz del cantante, Danny Vaughn que siempre me ha parecido una de las mejores voces de rock de la historia. Con este grupo vuelvo a tener la sensación de no saber si estoy eligiendo la mejor canción porque el disco es brutal, con canciones como “Forever Young”, “Wings”, “Burning down inside” o la maravillosa balada “Standing Alone”. Sin embargo, me voy a decantar por una canción del anterior grupo del cantante, Waysted y su Save your prayers, que estaba en una línea musical bastante parecida, aunque quizás un poco más dura. La canción se llama “Heaven Tonight” y, para mí, es la canción perfecta de hard rock melódico. Las sensaciones que me trae esta canción son parecidas al “Blood on Blood” de Bon Jovi que ya apareció en la lista. Los protagonistas somos los mismos, pero ya no tan adolescentes y sin saberlo, más cercanos a que la vida y sus acontecimientos empezaran a ponernos trabas que no pudimos, no supimos o no quisimos solucionar todos juntos.

Muchos años más tarde pude ver en directo a la primera banda, Tyketto, en un pequeño club en Madrid. Fue un concierto que me hizo revivir todos estos momentos de mi adolescencia y primera madurez. Como no podía ser de otra manera, al concierto fui gracias a mi amigo Borja que conocía al técnico de sonido y pudimos entrar “por la face”, motivo por el cual no os puedo poner imagen de la entrada.

Aunque muy pocos la conozcáis, espero que le deis una oportunidad (con un par o tres escuchas es suficiente) y podáis disfrutarla.

Standing at the crossroads
It’s a crime of liberty
Where and when or with any luck?
Shine a light for me
They send me down an angel
To help me find a way
Through the long cold lonely nights
Where many dreams are made
Many dreams are made

They lead you to temptation
Make it hard not to follow
In the footsteps down our road
Theres’s joy and sorrow
Falling in and out of love
Never asking why
Taking it as it comes your way
Never once looking back

If I could hold this moment in my hands
Tonight I know I could not let it go
Thats why I keep on searching ‘till I find
Just might destroy myself
But never mind
I’ll be in heaven tonight
Be in heaven tonight

There is no stay and you cannot stand
Burned you to the core
You tried and tried but can’t run away
Frozen to the floor
Well I take you up
Spin you round
Make you feel like leaving
There ain’t no detour on that road
Though I’ll meet you at the end

If I could hold this moment in my hands
Tonight I know I could not let it go
Thats why I keep on searching ‘till I find
Just might destroy myself
But never mind
I’ll be in heaven tonight
Be in heaven tonight

If I could hold this moment in my hands
Tonight I know I could not let it go
Thats why I keep on searching ‘till I find
Just might destroy myself
But never mind
I’ll be in heaven tonight
Be in heaven tonight

Be in heaven if I could hold this moment in my hands
Tonight I know I could not let it go
Thats why I keep on searching
Be in heaven tonight

En la encrucijada

Es un crimen de libertad

¿Dónde y cuándo o con suerte?

Ilumina una luz para mí

Me envían un ángel

Para ayudarme a encontrar un camino

A través de las largas y frías noches solitarias

Donde se hacen muchos sueños

Muchos sueños se hacen

Te llevan a la tentación

Hacen que sea difícil no seguir

En los pasos por nuestro camino

Hay alegrías y penas

Enamorarse y desenamorarse

Nunca te preguntas por qué

Tomando lo que viene en tu camino

Nunca mirar hacia atrás

Si pudiera tener este momento en mis manos

Esta noche sé que no podría dejarlo ir

Por eso sigo buscando hasta encontrar

Sólo podría destruirme a mí mismo

Pero no importa

Estaré en el cielo esta noche

Estar en el cielo esta noche

No hay estancia y no puedes soportar

Te quemó hasta la médula

Lo intentaste y lo intentaste pero no puedes huir

Congelado al suelo

Bueno, yo te subo

Te hago girar

Te dan ganas de irte

No hay desvío en ese camino

Aunque te encontraré al final

Si pudiera tener este momento en mis manos

Esta noche sé que no podría dejarlo ir

Por eso sigo buscando hasta encontrar

Sólo podría destruirme a mí mismo

Pero no importa

Estaré en el cielo esta noche

Estar en el cielo esta noche

Si pudiera tener este momento en mis manos

Esta noche sé que no podría dejarlo ir

Por eso sigo buscando hasta encontrar

Sólo podría destruirme a mí mismo

Pero no importa

Estaré en el cielo esta noche

Estar en el cielo esta noche

Estar en el cielo si pudiera tener este momento en mis manos

Esta noche sé que no podría dejarlo ir

Por eso sigo buscando

Estar en el cielo esta noche

19 comentarios en «13. Heaven Tonight. Waysted»

  1. Grandísimo.
    Quien nos iba a decir que ese encuentro con Luisón nos iba a juntar más o menos 25 años por los campos de tierra, y ya veteranos, de césped artificial de Madrid.

    • Pues si, pura casualidad que te cambia la vida…para bien!!!! Cuántos años y cuantos pases de gol que me habrás dado!!!; jejejeje

  2. David con las manos en llamas; Javi pidiendo una mesa en mitad de la jungla; Quique que se da en la cabeza con un palo que le rebotó al intentar partirlo de un golpe; tú en mitad de una pared sin poder escalar más ni volver a bajar; Javi, David y yo haciendo caso omiso a una araña gigante por no caer al vacío; Mike bajando por las zarzas como quien anda por un trigal para llegar al agua; la mejor Coca Cola de la historia; el pote de berzas y la fabada en cantidades industriales; el plan de pasar la noche caminando para volver; los viejecitos del tren cuando nos vieron entrar; la serpiente bajo una piedra al lado de las tiendas…..El mejor viaje de mis últimas 50 vidas (la memoria no me llega a las anteriores)

  3. Me he partido de risa con la historia de Miguel Ángel!
    Esta canción, como casi todas las tuyas, andan en mi cabeza sin saber de quien son…

  4. Yo he escuchado primero la canción porque no conocía ni la canción ni el grupo, y cuando he leído el texto he entendido porque me sonaba tanto la voz del cantante.
    Con esta me has sorprendido, pensaba que iba a conocer todas tus canciones, pero no

  5. Maravillosos esos viajes inolvidables que nos conectan con la libertad,genial la canción!
    Gracias otra vez por hacerme reír con tus relatos!!!!
    Un abrazo!!!!

  6. 😂😂😂 ¡Buenísimas anécdotas, Mark! Es que leerlas, imaginarnos las escenas y desternillarnos es todo uno. Back in the summer of ’92! Y es que menuda tropa, lástima no haber estado allí con vosotros, aunque así es la vida: nos separaban 6 años de edad (que a esas edades es mucho) y 600 km de distancia…
    Aprovecho la ocasión para lanzar una reflexión al aire y soltar otra de mis teorías gratuitas e indemostrables de cuñao: ¿sería el inglés la lengua universal de no haber sido el idioma por excelencia del rock? ¡Yo estoy convencido de que no!
    Ah, y gracias por otro descubrimiento musical, esperamos deseos@s muchos más hasta el prometido medio centenar de entregas (yo las llamaría regalos). ¡Un abrazo, y buen finde largo a tod@s!

  7. Vaya capitulazo, que de momentazos condensados en una entrega….si salimos vivos de Mezana creo que no habrá ningún elemento externo que pueda con nosotros.
    Y lo de los juegos de ordenador también merece reflexión aparte, para el Blood Money había que pedir cita y tener muuucha paciencia hasta que te tocaba

  8. Hola Marcos: He pensado ¡qué bien mañana es miércoles, tenemos otra nueva historia de Marcos! y me he acordado que no había leído la última. Las vacaciones de S. Santa me han hecho perder el hilo. He pasado mucho miedo con tu salvaje excursión, ya me conoces que soy un poco miedosilla, porque además de ser madre ahora soy abuela y me muero de miedos. Muchas gracias por tus escritos. Un beso. Palomac

  9. Y Blanca, Jorge, Maritere, María Jesús y yo nos fuimos a deciros adiós cuando el tren pasaba por el Plantío y vosotros os asomasteis por la puerta de atrás del último vagón!

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