Suspicious Minds. Elvis Presley

Recuerdo las bochornosas tardes de verano en casa de mis padres. La mejor manera de combatir el tremendo calor de mediodía era tumbarse en alguna de las habitaciones de la casa que tenía el suelo de cerámica.

El frescor del suelo era lo único que podía aplacar el sofocante calor del mediodía.

Las horas de después de comer eran las peores, porque aún seguía vigente la absurda norma de no poder bañarse tras la comida.

Algunos intentaban restar fuerza a la norma, asegurando que, si lo hacías inmediatamente después de comer, casi con la cuchara del postre en la mano, entonces no había problema.

Yo odiaba esa norma, pero me tenía que aguantar, principalmente porque la piscina a la que solíamos ir, cerraba al mediodía, así que por mucho que me fastidiara, no podía hacer nada por saltármela.

Os voy a confesar algo.

Esta primera parte que acabáis de leer la he escrito antes de cenar. Tenía clara la idea y por dónde desarrollarla, así que viendo que los ánimos estaban hoy un poco más caldeados de lo normal, he preferido parar y continuar después de la cena.

Acabo de sacar a los perros que se portan mejor si no les llevo cogidos de la correa que si les llevo cogidos. ¿Acaso nos debería sorprender eso? Son perros, no gilipollas, ¿A quién le va a gustar vivir sujeto a una correa que no te deja moverte libremente o que coarta tus movimientos?

Bueno, el caso es que cuando me he vuelto a sentar, he pensado:

¿A qué venía yo aquí? Uy, no, perdón, eso ha sido un poco antes mientras buscaba la escoba para barrer las pruebas de la cena de hoy.

En seguida me he dado cuenta que nuestras nuevas aspiradoras perrunas ya habían dado buena cuenta de esas pruebas. Yo creo que ha sido eso lo que me ha despistado.

¿Qué quería yo contar? Se me ha olvidado.

POR COMPLETO

Con todo lo que estoy aprendiendo de planificación y de generación de contenidos y zaaaas, en casa del herrero, cuchillo de palo. ¡Apúntate las ideas en algún sitio que se te van!

Haz memoria, haz memoria…

Nada, no quiere volver y, ¿Quién soy yo para obligar a ningún pensamiento mío a volver? Ese pensamiento ya no me pertenece, ha volado solo, ¿Quién diablos sabe por dónde andará?

Me parece que voy a necesitar un extra de inspiración y de concentración si quiero acabar pronto (Paula me ha dicho que no tarde….Yujuuuu!!!)

Para evitar ruidos y desconcentraciones he decidido ponerme la sexta sinfonía de Beethoven, La Pastoral, la favorita de mi padre.

Sé que ya lo he dicho muchas veces, pero esas primeras notas…Dios…esas primeras notas…

No quería abrir los ojos porque sabía que en ese momento iba a acabar el viaje a mis 15 años cuando escuchaba esta misma pieza en el coche de mi padre mientras esperaba que él y mis hermanos llegaran al coche que previamente yo había calentado.

Ahora es mi hijo mayor el que anda ya cerca de los 15 y soy yo el que desea tener un poquito del mando que tenía mi padre. No nos hacen ni caso.

Suspicious Minds

Nunca he sabido mandar, casi no he sabido ni enfadarme. Pocas veces lo he hecho, pocas pero recordadas, aunque he de reconocer que desde que tengo (tantos) hijos es más común de lo normal.

En la época en la que tuvimos nuestro propio restaurante, hace ya casi 20 años, era uno de los grandes defectos que me achacaba mi amigo, socio, jefe.

Un día, nuestro proveedor de panes, que eran la base de todos nuestros productos, no recuerdo el motivo, no nos entregó el pedido.

Desastre total

“Llámale ahora mismo y cágate en su puta madre” – me dijo el amigo, más que nunca en su papel de jefe.

“Que se entere y que nos traiga el pan, pero ya. Voy a estar escuchándote”, amenazó. “No te preocupes, ahora mismo le llamo”, contesté yo decidido.

Ring, ring…

“Menganito, escucha, no nos han llegado los panes y los necesitamos ya”.

“Es que…” cualquier excusa.

“Ni es que ni osco, ¿Cuándo crees que vamos a poder tenerlos?”

“Pues ya hoy imposible, mañana o dentro de dos días”

«Pero es que…¿no podría ser antes?«

“Como mucho te puedo llevar un par de paquetes esta tarde por hacerte el favor”.

“Bueno, pues si no hay más remedio…muchísimas gracias”.

Al colgar vi la cara de mi jefe desaparecer a la misma velocidad que aparecía la de mi amigo, que me decía, “No tienes remedio, pero por eso te quiero”

Cada uno de nosotros nos vamos atando nuestras propias piedras al tobillo que nos impiden volar alto. Probablemente no seamos capaces de cortar esas cuerdas por miedo a volar demasiado alto y caer estrepitosamente.

De hecho, con el paso de los años, esas piedras se convierten en parte de ti, estás tan acostumbrado que crees que te definen.

Incluso piensas que alguna de esas piedras te ha ayudado a ser la persona que eres hoy en día, que te han definido durante muchos años. Las asimilas, se convierten en parte de ti y ya casi no puedes ver ni la soga que ata la piedra a tu pie.

Como las cubiertas de los barcos, se van llenando de mejillones y seres vivos que hacen que la piedra, la cuerda y el tobillo se conviertan en una sola cosa.

Lo mismo que les pasa a los marineros de la Perla Negra (Ahora si que lo has visto claramente, ¿verdad?)

Al final no es una, ni dos ni tres piedras. Son tantas las que se han formado debajo de ti que se entremezclan entre ellas formando un todo, tan pesado que no te deja ir a ninguna parte, pero tan cotidiano que piensas que no es para tanto.

Pues bien, amigos, ahora mismo estoy como un loco golpeando esas cuerdas, primero para quitarles los cientos de toneladas de crustáceos adheridas a ellas con el fin último de cortarlas y poder subir a la superficie.

Todo empezó hace dos años, cuando las palabras que iban surgiendo de lo más hondo de mi mismo, iban impactando en esos crustáceos a babor y a estribor.

El proceso era lento, pero podía ver con claridad que no eran tan difíciles de arrancar. Así que continué con la limpieza de las cuerdas, proceso sine qua non (joder, qué ganas tenía de meter esta expresión que siempre nos decía el profesor de filosofía y que yo nunca entendía) para poder empezar a pensar en cortar esas cuerdas.

Al llegar a las últimas cuerdas, me di cuenta de que había muchas más de las que yo había pensado y por un momento sentí pavor.

Marquitos, como cortes todas las cuerdas a la vez vas a salir volando tan alto que te vas a perder irremediablemente (en la locura, probablemente).

Así que, decidí ir cortando poco a poco, con cuidado, eligiendo bien si cortar el cable azul o el rojo para no explotar por los aires.

Algunas de esas pesadas piedras parece que venían de serie y llevan toda la vida conmigo. Otras las he ido yo recogiendo porque en algún momento me llamaron la atención y me ayudaron a jugar el juego de la vida.

Algunas las fui dejando olvidadas en el fondo del mar y nunca volvía pensar en ellas. Otras las encontré por casualidad en el camino e igual que las recogí, las volví a lanzar contra un lago para hacer “ranas” en el agua.

Sé que me quedan todavía algunas, pero también veo que mis alas empiezan a poder moverse, se han quitado el peso de muchas cadenas y empujan fuertemente hacia arriba.

Lo voy a conseguir, puedo sentirlo y no dejaré que nadie ni nada vuelva a encadenarme.

Por muy brillante que sea esa piedra, por mucho que me tiente, por mucho que crea que la necesito, le diré:

Estamos atrapados en una trampa de la que no puedo salir porque te amo demasiado, cariño.

¿Por qué no puedes ver lo que me estás haciendo cuando no crees ni una palabra de lo que digo?

No podemos seguir juntos desconfiando y no podemos construir nuestros sueños
en la desconfianza.

PD. Aunque evidentemente nunca he podido ver a Elvis en directo, sí que he escuchado esta canción interpretada por la maravillosa Sharleen que siempre acaba sus conciertos con ella, avisando que quién no conozca la canción puede ir abandonando pacíficamente la sala.

We’re caught in a trap
I can’t walk out
Because I love you too much, baby
Why can’t you see
What you’re doing to me
When you don’t believe a word I say?

We can’t go on together
With suspicious minds (suspicious minds)
And we can’t build our dreams
On suspicious minds

So if an old friend I know
Stops by to say hello
Would I still see suspicion in your eyes?
Here we go again
Asking where I’ve been
You can’t see the tears are real, I’m crying
(Yes I’m crying)

We can’t go on together
With suspicious minds (suspicious minds)
And we can’t build our dreams
On suspicious minds

Oh, let our love survive
I’ll dry the tears from your eyes
Let’s don’t let a good thing die
When honey, you know I’ve never lied to you
Mmm, yeah, yeah

We’re caught in a trap
I can’t walk out
Because I love you too much, baby
Why can’t you see
What you’re doing to me
When you don’t believe a word I say?

Well, don’t you know I’m caught in a trap?
I can’t walk out
Because I love you too much, baby
Well, don’t you know I’m caught in a trap?
I can’t walk out
Because I love you too much, baby

Well, don’t you know I’m caught in a trap?
I can’t walk out
Because I love you too much, baby
Well, don’t you know I’m caught in a trap?
I can’t walk out
Because I love you too much, baby

Well, don’t you know I’m caught in a trap?
I can’t walk out
Because I love you too much, baby
Well, don’t you know I’m caught in a trap?
I can’t walk out
Because I love you too much, baby

Well, don’t you know I’m caught in a trap?

Estamos atrapados en una trampa,
no puedo salir,
porque te quiero tanto nena.

Por qué no puedes ver
lo que me estás haciendo,
cuando no te crees una palabra de lo que te digo.

No podemos seguir juntos,
desconfiando el uno del otro
y no podemos construir nuestros sueños,
sobre la desconfianza.

Así que, si una vieja amiga que conozco
se deja caer para decir hola,
todavía veré desconfianza en tus ojos.

Ahí vamos otra vez,
preguntando dónde he estado,
no puedes ver que las lágrimas son reales,
estoy llorando.

No podemos seguir juntos,
desconfiando el uno del otro,
y no podemos construir nuestros sueños,
sobre desconfianza.

Oh, deja que nuestro amor sobreviva, oh no,
o seca las lágrimas de tus ojos,
vamos a no dejar morir una cosa bonita, oh no,
porque cariño, sabes que
nunca te he mentido, sí.

Oh, sabes que estamos atrapados en una trampa,
no puedo salir,
porque te quiero tanto nena.

Por qué no puedes ver,
lo que me haciendo estás,
cuando no te crees una palabra de lo que te digo.

Oh, sabes que estamos atrapados en una trampa,
no puedo salir,
porque te quiero tanto nena.

5 comentarios en «Suspicious Minds. Elvis Presley»

  1. Qué temazo de madurez del Rey, a mí también me trae grandes recuerdos de infancia…
    El lastre, como al viajar en globo, hay que ir soltándolo poco a poco, a medida que uno/a va cogiendo confianza.
    Hermoso relato, amigo, seguimos aprendiendo a volar (aquí también vendría bien el tema de Tom Petty) 😊
    ¡Un abrazo fuerte!

    • GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS, como diría José María Carrascal. Tu comentario me ha traído de vuelta la idea que se me escapó anoche. Quería hablar del libro de Cinco semanas en globo de Julio Verne. Recuerdo que en uno de los episodios tenían que soltar lastre para subir rápidamente porque les perseguían (no se si algún animal o alguna tribu salvaje).

      • ¡Si es que a estas alturas ya tenemos conexión literaria, jajajaja! 😉
        Ya sabes que en esto me tienes cuando quieras para pasarme el relevo, pero en una carrera de las tuyas no me esperes…

  2. We’re caught in a trap…
    Fuck! Y no hay mejor forma de expresarlo!
    Brillante como siempre

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