Metidos ya en pleno mes de agosto, empezamos a dar forma al proyecto que nos iba a convertir en empresarios. Las primeras semanas, íbamos poniendo todo en marcha e instalamos una cocina muy rudimentaria en el jardín de la casa de los padres de Juan.
Varios aros de gas y sus correspondientes botellas, resistencias, calentadores, microondas, una nevera antigua, cuatro ollas y cinco sartenes, utensilios varios que íbamos recopilando de acá y de allá, formaron el primer equipamiento de la empresa. Desde ese centro de operaciones bastante cutre cubierto con carpas de chichinabo que se nos volaban en cuanto se levantaba un poco de viento y que tuvimos que anclar una y mil veces, empezamos a dar nuestros primeros servicios de catering, principalmente para grabaciones de publicidad, donde teníamos algunos contactos.
Entretanto, creamos la empresa y lo pusimos todo en orden dentro de la más absoluta legalidad (salvo el pequeño detalle de la cocina). Mientras seguíamos haciendo algunos caterings, comenzamos con la búsqueda de un local comercial para desarrollar nuestro verdadero proyecto. Un local de comida rápida pero realizada con ingredientes de calidad y hecha de una manera casera. La carta contenía varios tipos de pollo (árabe, oriental, al romero, indio), algún guiso de carnes como las codornices con chocolate o el rabo de vaca, varios tipos de croquetas y no recuerdo qué más.
La comida se servía sobre una especie de Naam, que es un pan indio y se comía como una fajita. El Nham, que así se llamó el local, era una idea de negocio difícil de poner en marcha y hacerlo funcionar, pero que, teniendo una cocina central, podría proveer fácilmente a otros locales y, por tanto, podía tener un buen recorrido. Sobre el papel todo era mucho más fácil.
Tras una intensa búsqueda, por fin conseguimos un local, bastante pequeño pero que nos permitía tener una cocina para atender el local, los caterings e incluso para poder cocinar para otros futuros locales, y una pequeña sala donde atender a los clientes. El local situado en el barrio de Chamberí parecía tener potencial por el gran número de personas que paseaban a todas horas por la zona, así que allí nos lanzamos.
Lo primero era realizar una obra para acondicionar el local y poner una cocina nueva. La obra se llevó todo el otoño y gran parte de nuestro capital inicial pero lo realmente importante es que estábamos en marcha, seguían saliendo trabajos de catering y las ilusiones seguían intactas. Mi relación con Paula seguía viento en popa, nos ayudaba en todo lo que podía con la empresa y una vez fuera pasábamos todo el día juntos. Yo estaba completamente feliz viviendo una vida complemente plena, creando a la vez una vida profesional y una vida privada a partes iguales. La felicidad y el optimismo de aquellos primeros días de otoño no me dejaron ver, como las hojas caídas de los árboles, el suelo que estaba pisando.
Una noche viendo una película con Paula en la buhardilla de casa de mis padres, de repente sin verlo venir, el suelo de mi vida se abrió por completo y caí en la más absoluta negrura. Sin ninguna razón aparente, Paula me comentó que no quería seguir conmigo, que algo no estaba bien, que no conseguía sentirse a gusto y que lo mejor era que lo dejáramos. Yo al principio no entendía o no quería entender lo que me estaba diciendo, pero después de llevarla a su casa y que me confirmará que lo nuestro se había acabado, me sumió en el peor de los inviernos. En esos momentos comenzó la época más oscura, triste y desoladora de mi vida y el frío y la noche tomaron al asalto mi corazón.
Aquella noche no pegué ojo, lo que no había llorado en todos mis años de juventud, lo lloré esa noche y muchas noches siguientes. Como dice mi admirado Robe, lloré tanto tanto que apagué hasta el infierno. Al día siguiente, cuando llegué a casa de Juan que era donde teníamos la oficina, intenté ser profesional y aguantar el chaparrón pero la fortaleza me duró justo hasta que Juan, nada más abrir la puerta, me preguntó: ¿Qué te pasa? A pesar de llevar toda la noche derramando lágrimas sin parar, aquella fuga no había manera de controlarla y de nuevo me vine abajo. Siempre recordaré el detalle de Juan, cerró todo lo que estaba haciendo, salimos de la oficina y me llevó al cine a una sesión de mañana. No recuerdo la película porque fue el único momento de aquel día que conseguí dormir un rato seguido.
Los días pasaban y yo no conseguía superar aquello. Seguía teniendo algo de contacto con Paula y pude enterarme de que un proceso depresivo (y la necesidad de cerrar su anterior etapa de la forma correcta, aunque de esto me enteré más tarde) eran las causantes de nuestra ruptura. Yo seguía sin saber qué hacer o cómo comportarme, así que decidí dejarla espacio con la escasa esperanza de que ella sabría encontrar el camino de vuelta.
Los descensos a los infiernos que sufrí con María unos años antes deberían de haberme servido de entrenamiento, pero esta caída parecía no acabar nunca. Lo único que podía hacer era sentarme en un lado de la escalera de la vida a esperar que algún rayo de sol calentará mi alma helada. Y eso fue lo que hice, no sin antes llamar a su madre para decirla que si en algún momento necesitaban algo de mí que no dudara en hacerlo.
La espera se hizo larga y dura. En aquellos oscuros meses de mi vida tuve la enorme suerte de contar con varias luces que me guiaron y me ayudaron. Juan con el que pasaba el mayor tiempo y que procuraba tenerme entretenido con el trabajo, Jesús, mi compañero de Leeds que me sacaba, me animaba y me cuidaba, Víctor que me acompañaba en todos los entrenamientos del equipo de fútbol y me ayudaba a poner los pies en la tierra con sus conversaciones, mi madre que me observaba en silencio y me abrazaba cuando más lo necesitaba, mi hermana Blanca que era la que decía y hacía las chorradas que solía hacer yo para intentar mejorar mi ánimo y mi amigo Quique que fue capaz de mirarme a los ojos y decirme, «reacciona Marquitos, así no puedes seguir«. Sin esas luces que fueron marcando el camino no sé dónde hubiera llegado.
El grupo que más sonó durante aquella etapa fue The Strokes y su disco This is it no salía del cargador de CD´s del coche. Sin embargo, había una canción de otro grupo que me torturaba y me oprimía pero que era incapaz de dejar de escuchar.
Conocí a Pearl Jam muchísimos años antes. El padre de Víctor, José María, un hombre de pobladas cejas que a primera vista asustaba, sobre todo si eras un niño como yo cuando le conocí, pero que después te dabas cuenta de que era una de las personas con mayor capacidad para retorcer las palabras e inventar chistes sin parar, uno de mis grandes maestros en el arte de la generación de chascarrillos, trabajaba en Radio Nacional de España siempre en el turno de noche. Una noche de verano antes de irse a trabajar nos preguntó a Víctor y a mí si queríamos ir a la radio a conocerla.
Después de pedir el permiso paternal oportuno, nos fuimos a la radio y al menos yo, acudí con una emoción descontrolada porque iba a tener acceso al archivo de todos los discos que quisiera y encima podía grabarlos. Desgraciadamente, la tecnología de aquel entonces no era la misma que ahora y para grabar un disco teníamos que escucharlo entero, así que entre que buscábamos, elegíamos y grabábamos, al final solamente pudimos grabar dos discos. Uno de ellos, el Ten de Pearl Jam, su albúm de debut. Ese disco me voló la cabeza y se convirtió en uno de mis grandes discos que he escuchado no sé cuántos millones de veces desde aquella noche en la radio.
La canción Black se convirtió en mi favorita del disco, pero tuve que esperar unos cuantos años para realmente entender de qué estaba hablando. No solo lo entendía, lo vivía y lo sufría. Toda la letra de la canción expresaba perfectamente mis sentimientos y mi dolor, pero cuando Eddie Vedder llegaba a la parte de: “I know someday you’ll have a beautiful life, I know you’ll be a star, In somebody else’s sky But why, Why, Why can’t it be, Oh can’t it be mine, Sé que algún día tendrás una vida hermosa, Sé que serás una estrella, En el cielo de alguien más, Pero por qué, Por qué, Por qué no puede ser, Oh, no puede en el mío” entonces me volvía a romper en mil pedazos de nuevo una y otra vez.
Dicen que las desgracias nunca vienen solas y aunque el dolor por la separación era el más intenso, tuve varios percances que no hacían sino refrendar la teoría de que me había mirado un tuerto. El día 1 de enero, decidimos subir a esquiar a Valdeski, pensando que seríamos de los pocos con esa misma idea…Un consejo: Nunca lo hagáis. Mientras bajaba bastante rápido una de las pistas, alguien se me cruzó y tuve que reaccionar rápido para no chocar violentamente. Conseguí frenar a tiempo, pero no pude evitar la caída en una postura un poco rara con el resultado de un dedo de la mano izquierda roto. Aunque me dolía bastante, seguimos esquiando un rato y al terminar, el dolor ya se hacía bastante insoportable. Visita a urgencias, placas y escayola durante un mes.
Como la escayola era solo hasta debajo del codo, me permitía seguir jugando al fútbol y entrenando. El único aspecto positivo de la ruptura fue que de tanto llorar y tan poco comer, perdí cerca de 10 kilos y si ya era rápido en el fútbol aquello me hizo imparable. Unos pocos días después de mi accidente de ski, entrenando con mi equipo de Las Rozas, pasé como una flecha a uno de los defensas que reaccionó instintivamente metiendo el cuerpo, que en aquel momento era el doble que el mío, con tan mala suerte que choqué con mi cara contra su hombro. El resultado, un labio partido sangrando como un cochino y nueva visita a las mismas urgencias donde me tuvieron que dar seis o siete puntos en el labio. La imagen que daba en esos momentos era patética, labio hinchado y lleno de puntos, mano escayolada y corazón partío.
La temporada 2004-2005 volví a ganar el premio al mejor jugador de la liga de Majadahonda.
Una noche de sábado en la que había decidido que no quería salir y me había quedado en casa lamiéndome las heridas y revolcándome en mi propio dolor, a eso de las dos de la mañana recibí un SMS (todavía no existía Whatsapp) de, cómo no, mi amigo Víctor, que estaba en no sé qué garito de Madrid y que acababa de saludar a Paula que estaba con un chico. Mis peores pesadillas se hicieron realidad y los niveles de esperanza alcanzaron mínimos históricos. Sin embargo, aquel encuentro, a pesar de convertirse en un durísimo golpe para mí, supondría un inesperado cambio de rumbo y convertiría a mi amigo Víctor en protagonista involuntario de toda esta historia.
Después de mucho esfuerzo, trabajo y de la mayor parte de nuestro capital social conseguimos acabar la obra e instalar la cocina, contratar a un cocinero y un camarero que nos ayudaran con los turnos y tener listo todo para abrir, por fin, nuestro propio local. Llevábamos años preparándonos para este momento y por fin íbamos a poder hacerlo. Paula, con la que había vuelto a mantener cierto contacto, rápidamente se ofreció a ayudarnos con la inauguración así que durante unos días estuvo trabajando con nosotros para tener todo listo para el día elegido.
Como el local era chiquitito tuvimos que hacer dos inauguraciones, una para amigos y otra un poco más íntima para familiares. A la primera invité a varios amigos del Master de ESIC, entre ellos una amiga, Ana, que estaba al tanto de mis desventuras amorosas. En un momento de la noche se acercó a mi y me dijo: “Paula quiere volver, lo veo clarísimo, pero tu ahora tienes que hacerte el fuerte y esperar, tienes que hacer al menos que te lo piensas porque has sufrido mucho.” Yo, que tenía nula experiencia en estas lides y que confiaba mucho en mi amiga, pensé que era un buen consejo y asentí. Muy convencido le dije que eso iba a hacer. Todas las señales indicaban que Ana tenía razón y yo no quería dar un paso en falso. Una vez que acabó la inauguración y después de recoger todo, le pregunté a Paula:
¿Te acerco a casa?
Hey, oh
Sheets of empty canvas
Untouched sheets of clay
Were laid spread out before me
As her body once did
All five horizons
Revolved around her soul
As the earth to the sun
Now the air I tasted and breathed
Has taken a turn Oh and all I taught her was everything
Oh I know she gave me all that she wore
And now my bitter hands
Chafe beneath the clouds
Of what was everything
Oh the pictures have
All been washed in black
Tattooed everythingI take a walk outside
I’m surrounded by
Some kids at play
I can feel their laughter
So why do I sear
Oh, and twisted thoughts that spin
Round my head
I’m spinning
Oh, I’m spinning
How quick the sun can, drop away And now my bitter hands
Cradle broken glass
Of what was everything
All the pictures have
All been washed in black
Tattooed everything
All the love gone bad
Turned my world to black
Tattooed all I see
All that I am
All that I’ll be, yeah
Uh huh, uh huh, oh I know someday you’ll have a beautiful life
I know you’ll be a star
In somebody else’s sky
But why
Why
Why can’t it be
Oh can’t it be mine
Hey, oh
Hojas de lona vacías
Hojas de arcilla sin tocar
Se extendieron ante mí
Como su cuerpo lo hizo una vez
Los cinco horizontes
Giran en torno a su alma
Como la tierra al sol
Ahora el aire que probé y respiré
Ha dado un giro
Oh y todo lo que le enseñé fue todo
Oh sé que ella me dio todo lo que llevaba
Y ahora mis manos amargas
Se irritan bajo las nubes
De lo que fue todo
Oh, las fotos se han
Todo ha sido lavado en negro
Tatuado todo
Salgo a caminar afuera
Estoy rodeado por
Unos niños jugando
Puedo sentir sus risas
Así que por qué me abraso
Oh, y los pensamientos retorcidos que giran
alrededor de mi cabeza
Estoy girando
Oh, estoy girando
Qué rápido puede el sol, caer lejos
Y ahora mis manos amargas
Acunan los cristales rotos
De lo que fue todo
Todas las fotos han
Todo ha sido lavado en negro
Tatuado todo
Todo el amor que se ha ido al traste
Convirtió mi mundo en negro
Tatuado todo lo que veo
Todo lo que soy
Todo lo que seré, sí
Uh huh, uh huh, oh
Sé que algún día tendrás una vida hermosa
Sé que serás una estrella
En el cielo de alguien más
Pero por qué
Por qué
Por qué no puede ser
Oh, no puede ser mía
¡Uf! Menos mal que ya me sé el final… Y acaba bien, como en las películas de antes.
Pero no lo digas muy alto que me haces spoiler!!!
Emmmm….maemia, menudo capítulo. ¡No me acordaba de la noche en la radio!
Y el encuentro en el garito… estábamos con Ignacio, menuda casualidad encontrarnos a Paula justo allí. O….¿es que las casualidades no existen?
Yo creo que no existen…No podía ser otro el que se encontrara con Paula en esa discoteca. La noche en la radio la tengo bien guardadita entre mis recuerdos especiales.
Si…te recuerdo hecho un cuadro con tu labio, tú mano…tu tristeza profunda…
Mierda, no puedo comentar mucho para no hacer spoiler…
Pero sí, el Vic llegó en el momento perfecto para que cogiera el toro por los cuernos y terminar la otra etapa de mi vida que tenía que cerrar. Y menos mal. Menuda agonía…
En la vida no hay flor sin espinas, pero el que la sigue, la consigue… ¡Emocionante relato!
«La felicidad y el optimismo de aquellos primeros días de otoño no me dejaron ver, como las hojas caídas de los árboles, el suelo que estaba pisando…» Esta vez te has superado, Marquetes. Sublime.
¡Gracias, amigo!
Gracias Alfon!!! Ya echaba de menos tus comentarios!! Recuerdo perfectamente esos mismos días que para mi eran oscuros para ti fueron el comienzo de tu relación, dos caras de la misma moneda!
¡Ya ves, así es la vida, mientras tú picabas piedra por el amor de tu vida, a mí el mío me cayó del cielo! Y Vic, en su papel de agente especial pluriempleado en todas las historias… 🕵️♂️
Pero seguimos, que nos has dejado angustiaít@s con tus penurias amorosas; nos tienes deseando que pase rápido la semana. 😅 ¡Abrazos, familia!
Madre mía, aunque se cómo acaba la historia, nos has dejado un «cliffhanger» brutal… ¿¿Si pago la suscripción premium puedo tener acceso al capítulo siguiente antes de la semana que viene??
No tienes más que leer el de hoy!
La vida es un Yin Yan y su filosofía es la pura verdad. Cada miércoles nos estás regalando como aprender a «yinyanear» por las calles por las que decidimos o no?..tirar p’alante . De las caidas a lo oscuro salen temazos como este de los Pearl. Precioso Marcos.