El sofocante calor seguía golpeando sin piedad el asfalto de Madrid y a pesar de todas nuestras medidas preventivas y de vivir en la penumbra, cada día que pasaba se hacía más difícil conciliar la vida en la capital con la crianza de nuestro primer niño.
Salir a la compra, ir a la farmacia o bajar a sacar a la Truja, se convertían en acciones heroicas recompensadas siempre con una buena ducha fría a la vuelta de la caldera en la que se habían transformado las calles de Madrid.
Cuando caía el sol aprovechábamos, como murciélagos salidos del infierno, para dar un pequeño paseo, intentar respirar un poquito y que el niño conociera algo más que las cuatro paredes de la casa.
Viendo que el calor parecía que no iba a darnos una tregua, hicimos las maletas y nos fuimos a casa de los padres de Paula, una urbanización con piscina que nos permitiera respirar un poco.

Los suegros nos recibieron con los brazos abiertos, con el aire acondicionado funcionando a buen ritmo y con una buena reserva de Coca-colas bien fresquitas en la nevera.
Los días que pasamos en su casa nos sirvieron para conseguir rebajar nuestra temperatura corporal y para darnos cuenta de la importancia de tener a nuestra gente cerca en los momentos en que más los necesitábamos, pero, sobre todo, nos sirvieron para empezar a entender que no queríamos criar a nuestro hijo, o a los que vinieran en un futuro, en un lugar como el centro de Madrid. Nuestros días de libertad madrileña habían terminado y tanto Paula como yo, lo comprendimos y lo asumimos.
Los dos últimos años habían sido maravillosos. Empezamos compartiendo casa con mi hermana y después tuvimos un par de compañeros más, Mario amigo de la infancia de Edu, mi cuñado, y Ane, amiga del equipo de Rugby de Paula. Llegó la Truja, perdimos a los gemelos y nació nuestro primer hijo. Allí vivimos, disfrutamos, aprendimos, reímos y lloramos, compartimos y nos consolidamos como pareja, pero no queríamos acabar achicharrados por el calor o asfixiados por el humo de los coches. Los dos teníamos claro que no era el lugar que queríamos para ver crecer a nuestros hijos.
Nuestros días de pensar solamente el uno en el otro habían acabado y debíamos empezar a pensar en el bien del nuevo miembro de la familia, por lo que decidimos dejar nuestro piso de Santa María de la Cabeza para mudarnos al extrarradio. Además, la posibilidad de contar con un aporte extra de un compañero de piso se había acabado y cada vez se nos hacía más difícil pagar el alquiler.
Era el momento de salir y permitir que aquella maravillosa casa que dejábamos completamente cargada de nuestras energías, pudiera hacer felices a otras personas y, como la vida es un pañuelo, fue alquilada, sin que nosotros tuviéramos absolutamente nada que ver, por uno de los mejores amigos de mi amigo Borja, que a estas alturas ya no necesita presentación, que era, y es, músico de profesión. Donde pocos meses antes se vivía el milagro de la vida, ahora se vivía el milagro de la música y grababan un video musical… al fin y al cabo dos actos de creación.

Esta vez, la oportunidad surgió gracias a mi hermano mayor que alquilaba su piso de Las Rozas, un bajo en pleno centro del pueblo con tres habitaciones y un amplio salón a un precio más asumible para nosotros. Las tornas habían cambiado y si antes era Paula la que tenía muy cerca su trabajo, ahora era yo el que no tardaba más de diez minutos en llegar a la oficina.
Durante los primeros meses en la nueva casa, Paula todavía disfrutaba de su baja de maternidad que se extendía durante nueve meses desde el nacimiento del niño. Abro aquí un inciso para meter una de mis reflexiones. Nueve meses es mucho más del tiempo medio que las mujeres pueden disfrutar de la baja de maternidad en España y aun así, creo sinceramente que es poco. Lo que me parece una auténtica aberración es que la madre tenga que separarse de su hijo a los cuatro meses que es cuando más la necesita. Los vínculos que se establecen entre madre e hijo durante los primeros tiempos de vida del niño son fundamentales para su desarrollo como persona, principalmente en la parte emocional y aquí aceptamos como normal que a los cuatro meses se les separe.
Puedo entender que haya mujeres que necesiten volver a su vida, a su trabajo y a sus rutinas lo antes posible, pero en general, a todas, se les hace un mundo tener que dejar a sus niños de pocos meses al cuidado de una persona extraña para ellos, sufriendo una separación y rompiendo tan bruscamente unos lazos que deberían permanecer mucho más tiempo. ¿Qué motivación va a tener una madre con los pechos llenos de leche separada ocho horas de su hijo? ¿Qué productividad va a tener esa misma madre? ¿Qué consecuencias va a tener esa separación para el niño que se ve separado de su soporte vital cuando más lo necesita? Después nos llenamos la boca con proclamas y frases hechas del cuidado de los niños: ellos son nuestro futuro, el mundo les pertenece a los niños… y en los momentos más trascendentales para ellos, los desprendemos de nuestro lado para seguir produciendo y engordando una sociedad sin valores ni escrúpulos. Perdonad que sea tan tajante, peo creo que nos hemos vuelto todos un poco locos.
Poco a poco nos íbamos adaptando a nuestra nueva vida, pero no fue fácil. La llegada de un niño, sobre todo del primero. te da la vuelta por completo. Rutinas, prioridades, estados emocionales, sueño (aunque en nuestro caso no tuvimos ningún problema en ese sentido y dormimos sin problema desde el primer día) horarios, amistades, etc.
Al principio crees que puedes seguir con tu vida anterior, pero, poco a poco, la nueva situación te va poniendo en tu sitio y debes empezar a derribar ciertos esquemas mentales que te parecían indestructibles.
Yo me iba todos los días a trabajar y dejaba a Paula con el pequeño Ibón. En mi fuero interno esperaba que, al llegar, como un Pedro Picapiedra más, la comida estuviera hecha, el niño durmiendo la siesta, la casa limpia y la ropa recogida y que ella y yo pudiéramos comer tranquilamente mientras hablábamos de nuestras cosas. Esto es lo que los cánones me habían enseñado y lo que deseaba encontrar.
Lo que en realidad me encontraba al llegar a casa era todo lo contrario… La comida sin hacer, el tendedero con la ropa seca, pero sin recoger, la lavadora llena y el lavavajillas sin sacar, mientras Paula me daba al niño para que me encargara de él y poder darse una ducha después de estar con el bebé amarrado a la teta durante toda la mañana.
He de reconocer que, las primeras veces, mi yo más conservador salía a relucir y me enfadaba y refunfuñaba mientras preparaba la comida con una mano y con la otra balanceaba al niño para que no llorara. ¡Cuánto me quedaba por aprender! ¡No tenía ni la más mínima idea de lo que se me venía encima, pero empezaba a intuir que esos ideales obsoletos que estaban instalados en mi cerebro se iban a tener que evaporar si quería que aquello funcionara, y mucho más rápido de lo que yo creía!
Los primeros meses de vida de Ibón, en los que todavía contaba con el apoyo de Paula que seguía de baja, fueron como unas prácticas, imprescindibles y salvadoras, para lo que tendría que afrontar a los nueves meses de su nacimiento.
Aprovechando que Paula no tenía que trabajar y gracias a un pequeño pellizco que nos llegó de una herencia, decidimos, año y medio y un niño después, irnos de luna de miel durante las navidades de 2009.
La prima Ana había vuelto a Argentina, donde había pasado gran parte de su niñez y adolescencia, a rehacer su vida y decidimos ir a verla. Después de un largo viaje, en el que el pequeño Ibón pasó por los brazos de todas las azafatas, llegamos a Buenos Aires donde nos esperaban Ana y su nueva pareja, Bruno.

Ya os he contado en más de una ocasión cómo la vida va poniendo personas en tu camino con las que sientes una conexión especial. Bruno es una de esas personas. Su atención, sus cuidados, su sonrisa y sobre todo sus lágrimas el día que nos despedimos en el aeropuerto para volver a España, me confirmaron que acababa de conocer a una persona que sería muy importante en mi vida, aunque en aquellos momentos todavía no sabíamos cuánto. (Acento argentino: Perdonáme Brunito si te hago llorar una vez más).
Con el niño, cargado en nuestro fular, recorrimos durante días los barrios más emblemáticos de la capital, Palermo, Puerto Madero, Boca, San Telmo, Recoleta, etc. Además de conocer la ciudad, tuve la maravillosa oportunidad de ir a ver a Calamaro en el mítico Luna Park, donde experimenté de primera mano la fogosidad del público argentino. Nunca he vuelto a ver nada igual. Escuchar a Calamaro directamente en sus raíces cantando “Paloma”, hizo que mis pensamientos volaran 15.000 kilómetros por todo el Atlántico para juntarme con mi amigo Chuso que, años antes, me había inoculado el veneno del músico porteño y ya se sabe que ese es veneno del bueno.


En Buenos Aires

La segunda parada en nuestro viaje sería Iguazú, donde pasamos tres días a remojo en la piscina del hotel debido al sofocante calor. De nuevo, el niño al fular para pasear por las impresionantes cataratas que nos dejaron absolutamente maravillados y acomplejados por la fuerza de la naturaleza.


Ya de vuelta en Buenos Aires coincidimos con una de las personas que eché de menos en la boda, mi amigo Roberto.
Los padres de Roberto y de mi amigo Víctor fueron compañeros de trabajo y amigos íntimos en su juventud y fue Víctor quien me presentó a Roberto cuando yo tenía unos 12 años. Desde entonces hemos sido amigos y hemos compartido mil y una batallas, borracheras, fiestas, viajes de esquí y confesiones. Nuestra historia comenzó con ese elemento común (perdón por lo de elemento amigo Víctor) y siempre ha ido entrelazándose, acercándose y alejándose, pero nunca de manera que terminara perdiéndose, siempre hemos tenido la suerte de volver a encontrarnos en algún punto y eso ha hecho que, al cabo de los años, tengamos una relación con bases sólidas cuyo pilar fundamental es algo que todos deberíamos practicar más: la risa. No hay día que haya quedado con él en el que, en algún momento, no hayamos soltado una gran carcajada y eso es muy sano.
Roberto, al igual que yo acababa de ser padre y nuestros hijos, con apenas seis meses, ya hicieron buenas migas.

La mujer de Roberto era de Mar del Plata, así que decidimos cogernos, mejor dicho subirnos, por la diferencia de significados, a un autobús para ir a conocer la ciudad costera donde alquilamos una casita en el Bosque Peralta Ramos en la que pasamos otros tres o cuatro días de ensueño.
De vuelta en Madrid, en los primeros meses de 2010 las cosas no iban excesivamente bien en la agencia y los proyectos que conseguíamos no tenían la continuidad necesaria ni para mantener la estructura de la empresa ni para mantener mis condiciones.
Un buen día Pablo me dijo que le acompañara a tomar un café al bar más cercano y me explicó la situación. Me pidió que pensara si quería seguir con él o si prefería buscar otro trabajo donde pudiera tener mejores condiciones económicas, teniendo en cuenta que mi nueva situación familiar iba a necesitar un importante aporte de recursos por mi parte.
Podría contaros que pasé varios días meditando la propuesta, sopesando los pros y los contras y analizando todas las posibles opciones, pero os estaría mintiendo. Seguir trabajando con Pablo era la única opción que iba a tener de hacer las cosas como nosotros queríamos. Lo único que a mí me importaba en aquellos momentos era pasar el mayor tiempo posible con mi mujer y con mi hijo, estar presente para cuidarles, quererlos y disfrutarles.
Quizás podría haber encontrado un trabajo donde me pagaran más o donde desarrollar una carrera profesional más exitosa, pero estoy seguro de que en ningún sitio me hubieran permitido ESTAR (con todas las letras y en mayúscula) con mi familia como Pablo me ha permitido desde aquel día. No tenía sueldo fijo, no tenía nómina, pero tenía lo más importante y el regalo más grande que podía dar a mi hijo y a los que vendrían después: mi tiempo.
Estaba dispuesto a renunciar a muchas cosas materiales, a no tener un duro, a llegar ahogados a fin de mes e incluso a tener que pedir ayuda, pero de ninguna manera estaba dispuesto a que otros cuidaran a mis hijos mientras yo trabajaba con la excusa de conseguir un futuro mejor para ellos. Yo no quería darles un futuro mejor, yo quería darles el mejor de los presentes, enseñarles que se puede vivir de muchas maneras y no todas pasan por ser los mejores.
Al día siguiente volví a reunirme con Pablo. Le expliqué los objetivos que tenía en mi vida y que para ello quería y necesitaba seguir a su lado. Rápidamente llegamos a un acuerdo, no hizo falta poner nada por escrito, no hizo falta firmar nada, simplemente nos miramos a los ojos y confiamos el uno en el otro.
Eso sucedió hace 12 años y desde entonces han sido muy pocos los días que he pasado sin estar con mis hijos y con mi mujer.
Sinceramente creo que la mejor, o casi la única manera de enseñar algo a nuestros hijos es con el ejemplo y al menos cuatro personitas en este mundo han crecido viendo a sus padres, padre y madre, trabajando, luchando, pero también disfrutando y compartiendo su tiempo con ellos y tratando de cambiar este mundo loco, corrompido por los celos y la envidia, de la única forma que sabemos: amando.
Yo nunca he tenido que pedir un día libre para llevar a mis hijos al médico, nunca he tenido que cambiar turnos para cuidar de ellos si se ponían malos, nunca he tenido que cuadrar vacaciones con mi mujer.
Evidentemente no soy ningún supermán y toda esa libertad y esa disponibilidad de mi propio tiempo ha tenido una cara b y es que tuve que renunciar… no, renunciar no es la palabra, ni tampoco sacrificar, tuve que elegir o priorizar el cuidado de mis hijos en detrimento de mi carrera profesional, lo cual dicho sea de paso con la mayor honestidad posible, tampoco me supuso un gran esfuerzo.
La segunda década del siglo XXI me trajo una elección que definiría mi vida de los siguientes años y de la cual, hasta ahora, nunca me he arrepentido.
Y como siempre, hay una canción que está íntimamente ligada a estos momentos en los que elegí estar al lado de mi familia. No existe una voz más cálida, tierna, suave y aterciopelada que la de Sade para expresar esos sentimientos.
Siempre encontré algo especial en esa voz que me llamaba la atención y que me calmaba, pero debido a las autoimpuestas normas musicales de mi juventud, trataba de apartarla o de ignorarla, todavía no estaba preparado para esa belleza. Tuve que esperar hasta el año 2000 cuando la cantante lanzó su disco “Lovers Rock”. Por aquel entonces estaba en mi aventura británica y había conseguido deshacerme de esas cadenas que me impedían investigar otras músicas que no fueran el rock. Supongo que entendí que, por fin, estaba preparado y me compré el disco. En esos momentos se convirtió en uno de mis discos favoritos y en uno de los más escuchados. Su voz, su elegancia, su finura y su clase le hicieron digna de ser nombrada Excelentísima Señora con tratamiento de Dama de la Orden del Imperio Británico, pero lo que es aún mucho más importante, le hicieron digna de entrar en mi lista sin ningún género de duda y sé que esta elección sorprenderá a muchos.
La canción en cuestión habla de una relación de pareja, pero no puedo evitar pensar no solo en mi pareja, sino también en mis hijos cuando la escucho y todas esas promesas que hace a su amado, yo se las hago a mi familia, porque si alguna vez están perdidos o solos y no pueden regresar, yo los encontraré y los traeré a casa para tenerlos a mi lado.
You think I’d leave your side, baby?
You know me better than that
You think I’d leave you down
When you’re down on your knees?
I wouldn’t do that
I’ll tell you you’re right when you want
And if only you could see into me
Oh, when you’re cold
I’ll be there
Hold you tight to me
When you’re on the outside, baby
And you can’t get in
I will show you
You’re so much better than you know
When you’re lost and you’re alone
And you can’t get back again
I will find you
Darling, and I will bring you home
And if you want to cry
I am here to dry your eyes
And in no time, you’ll be fine
You think I’d leave your side, baby?
You know me better than that
You think I’d leave you down
When you’re down on your knees?
I wouldn’t do that
I’ll tell you you’re right when you’re wrong
And if only you could see into me
Oh, when you’re cold
I’ll be there
Hold you tight to me
Oh, when you’re low
I’ll be there
By your side, baby
Oh, when you’re cold
I’ll be there
Hold you tight to me
Oh, when you’re low
I’ll be there
By your side, baby
¿Crees que me iría de tu lado, cariño?
Me conoces mejor que eso
Crees que te dejaría caer
Cuando estás de rodillas?
No haría eso
Te diré que tienes razón cuando quieras
Y si sólo pudieras ver dentro de mí
Oh, cuando tengas frío
Estaré allí
Te abrazaré fuertemente a mí
Cuando estés fuera, nena
Y no puedas entrar
Te mostraré
Eres mucho mejor de lo que sabes
Cuando estés perdido y estés solo
Y no puedas regresar
Te encontraré
Querida, y te llevaré a casa
Y si quieres llorar
Estoy aquí para secar tus ojos
Y en poco tiempo, estarás bien
¿Crees que me iría de tu lado, cariño?
Me conoces mejor que eso
¿Crees que te dejaría tirada
Cuando estás de rodillas?
Yo no haría eso
Te diré que tienes razón cuando estés equivocado
Y si sólo pudieras ver dentro de mí
Oh, cuando tengas frío
Estaré allí
Te abrazaré fuertemente a mí
Oh, cuando estés deprimida
Estaré ahí
A tu lado, nena
Oh, cuando tengas frío
Estaré ahí
Te abrazaré fuerte a mi lado
Oh, cuando estés deprimida
Estaré ahí
A tu lado, nena

1. Jealous Guy. John Lennon.

2. Moonlight Shadow. Mike Oldfield

3. Siempre estás ahí. Barón Rojo

4. Cantante urbano. Topo

5. Here I go again. Whitesnake

6. Blood on blood. Bon Jovi

7. We´ll burn the Sky. Scorpions

8. Kayleigh. Marillion

9. Cum on feel the noize. Quiet Riot

10. Can´t Stop this feeling. REO Speedwagon

11. Luanne. Foreigner

12. Hysteria. Def Leppard

13. Heaven Tonight. Waysted

14. Dreams. The Cranberries

15. Summer of ´69. Bryan Adams

16. Making Believe. Social Distorsion

17. You Shook me all night long. AC/DC

18. Kiss me deadly. Lita Ford

19. Descending. The Black Crowes

20. Special. Garbage

21. Salir. Extremoduro

22. Unfinished Sympathy. Massive Attack

23. Romeo and Juliet. Dire Straits

24. Sometimes. James

25. La leyenda del tiempo. Camarón

26. Pure. Lighting Seeds

27. Malandragem. Cassia Eller

28. Black. Pearl Jam

29. Un suspiro acompasado. Robe

30. Disarm. Smashing Pumpkins

31. Voglio vederti danzare. Franco Battiato

32. Shame on you. Gun

33. One Headlight. The Wallflowers

34. Missing you. John Waite

35. Bat Out of Hell. Meat Loaf

36. By your side. Sade

37. King George. Dover

38. Bobby Jean. Bruce Springsteen

39. Échale, échale. Mártires del Compás

40. So in love with you. Texas

41. Us against the world. Coldplay

42. Sandstorm. Darude

43. Sweet Child O´Mine. Guns and Roses

44. Don´t Stop believing. Journey

45. What you give. Tesla

46. Times like these

47. So Long Marianne. Leonard Cohen

48. Next to me. Imagine Dragons

49. Lo bueno y lo malo. Duquende

Pedazo de añoooooooo! Lo siento tan cercano y tan lejano a la vez…
¡Qué capitulo tan impresionante! Mientras lo leía sentía el esfuerzo que poco a poco he ido haciendo para adaptarme a vuestra forma de ver la vida. Muchas gracias. Ha sido un buen ejercicio para mí: he aprendido a respetar otros puntos de vista y como lo he hecho desde el amor, todo ha sido muy fácil y profundo. Besos, Marcos.
Gracias por tus palabras Paloma!! Sin vuestro apoyo incondicional sería mucho más difícil llevar esta vida, así que solo puedo agradeceros todo lo que hacéis por nosotros.
Un beso grande