Calle 54 era un proyecto de varios socios, todos con experiencia en dos tipos de sectores, el cine y el mundo financiero y empresarial.
Los primeros meses fueron de locura total para tratar de adelantar todo lo posible la fecha de inauguración que se iba retrasando, principalmente, por problemas con la licencia de apertura. La obra también se alargó un poco más de lo esperado y deseado, pero a mediados de abril conseguimos tener todo el equipo listo, las cartas diseñadas y las licencias correspondientes en orden para poder comenzar.
La noche de la inauguración se realizó una cena para más de 300 personas que cabían entre la planta del restaurante y del bistró. El local se llenó de personajes famosos de la farándula española, Ana Belén y Víctor Manuel, María Barranco, el Gran Wyoming, que dio el discurso de apertura, Rosa León o Ángel Nieto, junto con los amigos y allegados de los socios. Aquello nos puso en el disparadero y, a partir de ese momento, hubo una explosión tal que incluso los socios tenían verdaderos problemas para conseguir una mesa. Rápidamente se convirtió en el local de moda de Madrid y hasta el Rey Emérito, acompañado de toda la familia, quiso disfrutar de una noche de música en directo.
El trabajo era agotador pero tantos meses de esfuerzo, por fin, tenían su recompensa y recuerdo disfrutar muchísimo de aquellas jornadas de locura en los que dábamos reservas para dos meses vista y en los que la facturación doblaba a las mejores previsiones de los socios del sector financiero.
Durante esos primeros meses, se produjo uno de los eventos musicales más increíbles que he tenido la oportunidad de vivir y además desde muy cerca y fue la presentación del disco de “Lágrimas Negras” de Bebo Valdés y El Cigala. Durante cinco noches seguidas deleitaron al público con unas actuaciones entrañables y maravillosas que tuve la suerte de disfrutar y que se quedaron en mis retinas y en mis oídos para siempre. Convirtieron ese disco en uno de mis favoritos y, de nuevo, irremediablemente me transporta hasta esos días en los que, por fin, disfrutaba de un trabajo que me encantaba y, además, era todo un éxito.
Otro de los eventos musicales que más me marcó y que además no pudo ser más íntimo fue el del día que, antes de abrir el local, cuando se estaban dando los últimos remates de la decoración, tuvimos la visita de uno de los cantaores más grandes que ha habido. Yo estaba tranquilamente haciendo mis cosas en la oficina, cuando recibí un mensaje por el móvil de Juan, mi amigo y director del local. El mensaje era claro: “Sube ahora mismo al restaurante”. Mi sorpresa fue mayúscula cuando allí me encontré de bruces con Enrique Morente y con su hija Estrella que estaban visitando el local.
En aquel momento era ya un gran fan de Estrella Morente y solo el saludarla hizo que me empezaran a temblar las piernas de emoción. De repente, el maestro se arrancó a cantar para comprobar la acústica del local y el mundo se detuvo. No fueron más que unas notas, pero que alguien con el talento del músico granadino cantara para no más de cinco personas que estábamos allí, fue todo un privilegio difícil de explicar.
Los meses pasaban, el arreón inicial se iba desinflando y la inercia del local nos recolocaba en la realidad después de unos meses de desbordamiento. Aquel parón, lógico y normal en un negocio así, no gustó mucho a un sector de los inversores que empezaron a ponerse nerviosos y, como si fuera un equipo de fútbol, el primero que cayó fue el entrenador, en este caso el director, mi amigo Juan.
A pesar de que fue un duro golpe porque el proyecto perdía para mí gran parte de su razón de ser, desarrollé una buena relación profesional con el nuevo director que recortó algunas de mis funciones iniciales y me añadió otras nuevas. Después de un par de meses de mucho trabajo para poner al día todo lo que se me había encomendado, recibí una de las noticias más satisfactorias que he tenido en mi larga y tortuosa carrera profesional: me subían el sueldo. Era la primera y la última vez que me pasaría y supuso un gran orgullo que, alguien con quien no me unía ninguna relación personal anterior, hubiera sabido valorar mi trabajo y me lo recompensara.
Los meses siguieron pasando y nos plantamos a las puertas de las navidades cuando recibí otra llamada que me volvería a cambiar la vida. “¿Qué?” pregunté, “¿Ya estás metido en otro charco?” Efectivamente, Juanito estaba ideando otro proyecto, pero esta vez era para montarlo nosotros, me iba a convertir en empresario.
Yo no quería dejar Calle 54 de malas maneras porque fue un trabajo maravilloso del que disfruté muchísimo y porque, además, contaba con el apoyo y la confianza de la nueva dirección y no quería dejarles en la estacada. Tenía que buscar a alguien que me sustituyera y que además fuera de mi confianza.
En aquellos días mi amigo Javier, Chalamon para los amigos, andaba a la búsqueda de trabajo y vi clara la oportunidad. Era matar dos pájaros de un tiro, dejar a alguien que sabía que lo iba a hacer bien y conseguir un trabajo para uno de mis mejores amigos. Después de presentar su currículo y con unos buenos informes por mi parte, fue elegido para sustituirme y compartimos un par de semanas en las que le enseñé todo lo que había que hacer. A finales de diciembre del 2003 dejaba mi puesto en Calle 54 y me disponía a empezar una nueva etapa en mi vida profesional como socio fundador de una empresa.
Cuando me incorporé a este nuevo proyecto, Juan ya llevaba unos meses trabajando en el mismo y estaba en negociaciones con la dueña de un local en el barrio de Chamberí. Las negociaciones se encontraban en un punto muerto y estábamos a la espera de una decisión por parte de la dueña del local que parecía que se iba a alargar.
Teniendo en cuenta que acababa de dejar un trabajo que había supuesto mucho desgaste para mí, decidí, una vez más, seguir las huellas de mi hermano Luis que, en aquellos momentos, estaba viviendo y trabajando en un pequeño pueblo de los Pirineos situado en el Valle del Tena llamado Sandiniés. Allí me fui con la intención de pasar una semana mientras esperábamos la decisión de la dueña del local. Esa semana se convirtió en otra y al final estuve más de un mes en lo que fue el período más maravilloso, gozoso, disfrutón y todos los adjetivos que se os ocurran, de mi vida.
Os he contado la pasión que siento por el deporte del esquí. Aquel mes fue pura magia. Al estar allí empadronado, mi hermano tenía derecho a dos forfaits gratuitos para las estaciones del valle. Uno fue para él, el otro para mí. De esta manera, aprovechaba de lunes a viernes a esquiar sin mucha gente en las pistas y los fines de semana me permitía el lujo de descansar del esquí y evitaba los atascos que se formaban en la carretera, en las pistas y en los remontes.
Pero la cosa no se quedaba ahí. Además de tener forfait gratis, mi hermano trabajaba en uno de los alquileres de esquí de la estación por lo que, cada tres o cuatro días, me acercaba para cambiar de esquís y probar diferentes modelos. Fue un puro gozo. Al principio, esquiar sin compañía me parecía un poco raro, pero, poco a poco, fui aprendiendo a disfrutar de esos momentos de soledad que acabaron encantándome. Además, enseguida hice algunos amigos, me acoplaba a sus horarios y siempre terminaba esquiando con alguien, normalmente profesores de la escuela con horas libres sueltas, con lo cual aprendí muchísimo.
Aparte de eso, la sensación de estar haciendo una de las cosas que más me gustan en el mundo, sin coste y sin una fecha clara de fin, fue de lo mejor que me ha pasado en la vida. Alojamiento gratis, forfait gratis, equipo gratis y todo ello cobrando el paro, no se podía pedir nada más en la vida. Desde siempre había sido un experto en salir por la noche con poco dinero y volver a casa con alguna copa de más y con algún dinero de más también en los bolsillos, pero aquella situación mejoraba todos mis registros anteriores, y eso, no lo voy a negar, me congratulaba enormemente.
Lo mejor de todo sin duda, eran los días en que Luis libraba, que, por supuesto, nunca eran en fin de semana y pasábamos el día entero esquiando, conociendo la estación y compartiendo una afición y un deporte que nos apasionaba y nos apasiona a los dos. He tenido miles de aventuras con mi hermano Luis, pero aquellos días los recordaré siempre con un cariño especial, como de los más felices de mi vida. Pura felicidad.
No tengo una canción que me recuerde concretamente a estos días y que al escucharla sea capaz de rememorar esta vivencia, pero a medida que iba pensando en esta experiencia que tuve el privilegio de vivir junto y gracias a mi hermano Luis, una canción se acoplaba al relato en mi cabeza. La canción se llama “Pure” y es de un grupo inglés llamado Lighting Seeds. Es de 1989, mi último año de colegio, en el que mi criterio musical se aferraba todavía con fuerza al heavy metal. No tengo la más mínima idea de cuándo, dónde, cómo ni con quién la conocí, pero es una canción que nunca me ha abandonado. Es como una relación con un amigo de la infancia, que no importa cuando tiempo pases sin hablar con él, al instante de volver a verle parece que no ha pasado el tiempo. Con esta canción me pasa lo mismo. Puedo estar años sin oírla y, de repente, un día mientras sintonizo la radio del coche, la escucho y vuelvo a enamorarme.
Es uno de los pocos secretos musicales que tengo y estoy seguro de que a muchos de los que me conocéis os ha sorprendido esta elección. La canción me parece de una belleza extraordinaria y la letra digna de cualquier gran dramaturgo del siglo de oro. No sé que es, pero tiene algo que despierta en mí una mezcla de alegría, felicidad, gozo y placer, pero también de tranquilidad.
En aquellos momentos, seguía con mi búsqueda del amor de mi vida, pero llevaba ya tiempo sin que nadie volviera a meterse en mi cabeza. Intuía que aparecería cuando menos lo esperara, pero el tiempo pasaba y, por mucho que me fijara, no surgía nada. Pero como dice la canción:
No vendas los sueños que deberías conservar
Puros y simples cada vez
Night time slows, raindrops splash rainbows
Perhaps someone you know, could sparkle and shine
As daydreams slide to color from shadow
Picture the moonglow, that dazzles my eyes
And I love youJust lying smiling in the dark
Shooting stars around your heart
Dreams come bouncing in your head
Pure and simple everytime
Now you’re crying in your sleep
I wish you’d never learnt to weep
Don’t sell the dreams you should be keeping
Pure and simple everytime
Dreams of sights, of sleigh rides in seasons
Where feelings not reasons, can make you decide
As leaves pour down, splash autumn on gardens
As colder nights harden, their moonlit delights
And I love youJust lying smiling in the dark
Shooting stars around your heart
Dreams come bouncing in your head
Pure and simple every time
Now you’re crying in your sleep
I wish you’d never learnt to weep
Don’t sell the dreams you should be keeping
Pure and simple every timeLook at me with starry eyes
Push me up to starry skies
There’s stardust in my head
Pure and simple every time
Fresh and deep as oceans new
Shiver at the sight of you
I’ll sing a softer tune
Pure and simple over youIf love’s the truth then look no lies
And let me swim around your eyes
I’ve found a place I’ll never leave
Shut my mouth and just believe
Love is the truth I realize
Not a stream of pretty lies
To use us up and waste our time
Lying smiling in the dark
Shooting stars around your heart
Dreams come bouncing in your head
Pure and simple every time
Now you’re crying in your sleep
I wish you’d never learnt to weep
Don’t sell the dreams you should be keeping
Pure and simple every timeLook at me with starry eyes
Push me up to starry skies
There’s stardust in my head
Pure and simple every time
Fresh and deep as oceans new
Shiver at the sight of you
I’ll sing a softer tune
Pure and simple over you
Pure and simple just for you
La noche se ralentiza, las gotas de lluvia salpican el arco iris
Tal vez alguien que conozcas, pueda brillar y resplandecer
Mientras los sueños diurnos se deslizan al color de la sombra
Imagina el brillo de la luna, que deslumbra mis ojos
Y te quiero
Tumbado sonriendo en la oscuridad
Estrellas fugaces alrededor de tu corazón
Los sueños vienen rebotando en tu cabeza
Puros y simples cada vez
Ahora estás llorando en tu sueño
Desearía que nunca hubieras aprendido a llorar
No vendas los sueños que deberías conservar
Puros y simples cada vez
Sueños de vistas, de paseos en trineo en las estaciones
Donde los sentimientos, no las razones, pueden hacerte decidir
Mientras las hojas caen, salpican de otoño los jardines
Mientras las noches más frías endurecen, sus delicias a la luz de la luna
Y te quiero
Simplemente tumbado sonriendo en la oscuridad
Estrellas fugaces alrededor de tu corazón
Los sueños vienen rebotando en tu cabeza
Puros y simples cada vez
Ahora estás llorando en tu sueño
Desearía que nunca hubieras aprendido a llorar
No vendas los sueños que deberías conservar
Puro y simple cada vez
Mírame con ojos de estrella
Empujame hacia los cielos estrellados
Hay polvo de estrellas en mi cabeza
Puros y simples cada vez
Fresco y profundo como los océanos nuevos
Temblar al verte
Cantaré una melodía más suave
Puros y simples sobre ti
Si el amor es la verdad entonces no busques mentiras
Y déjame nadar alrededor de tus ojos
He encontrado un lugar que nunca dejaré
Cierra mi boca y sólo cree
El amor es la verdad me doy cuenta
No una corriente de bonitas mentiras
Para usarnos y perder el tiempo
Yaciendo sonriente en la oscuridad
Disparando estrellas alrededor de tu corazón
Los sueños vienen rebotando en tu cabeza
Puros y simples cada vez
Ahora estás llorando en tu sueño
Desearía que nunca hubieras aprendido a llorar
No vendas los sueños que deberías conservar
Puros y simples cada vez
Mírame con ojos de estrella
Empujame hacia los cielos estrellados
Hay polvo de estrellas en mi cabeza
Puros y simples cada vez
Fresco y profundo como los océanos nuevos
Temblar al verte
Cantaré una melodía más suave
Puros y simples sobre ti
Puros y simples sólo para ti
Y Pirineos se convertiría en un lugar mágico para todos ….
Ya lo era para mí y volverá a salir…
Que chulada de relato…y compartiendo todo eso con tu hermano,un lujazo!!!!
Pirineos mágico!!!!
Gracias,un 🤗
Muy mágico! Otro abrazo para ti!
Gracias Marcos por darme la oportunidad de entrar al maravilloso mundo Calle 54, lleno de personajes que no te dejaban indiferente, en el cual disfruté muchísimo. Pero sobre todo gracias por haber pensado en mi..
De nada amigo! Sabía que lo harías genial!! Y así fue!!