22. Unfinished Sympathy. Massive Attack

Nuestra primera opción, cuando llegamos a Reino Unido, fue la de intentar la aventura en Londres, así que los primeros días los pasamos en la capital con la idea de conseguir algún alojamiento acorde a nuestras posibilidades y, a partir de ahí, empezar nuestra búsqueda de trabajo.

Pobrecitos ingenuos, parecíamos Paco Martínez Soria y sus primos deslumbrados por la gran ciudad. Después de una mañana revisando periódicos en busca de un lugar donde ubicarnos tuvimos que aceptar que era mejor buscar un lugar menos glamuroso y, por ende, menos costoso.

Guardábamos un as en la manga porque sabíamos que un par de compañeras de la Universidad habían decidido seguir estudiando en Leeds, una ciudad al norte de la isla de la que no conocíamos absolutamente nada. A los dos días de turistear por Londres, ya recuperado de mi fiebre inicial, compramos los billetes de autobús y dirigimos nuestros pasos hacia Yorkshire.

Lo primero que hicimos al llegar a Leeds fue ponernos en contacto con nuestras amigas. Nos dieron la dirección de su residencia de estudiantes, donde establecimos nuestro alojamiento clandestino durante los primeros días. hasta tener un piso en el que poder meternos.

Después de varias visitas a lugares un poco cochambrosos, nos enseñaron una casa de tres pisos que nos cuadraba perfectamente por distribución y por coste. Solo había un pequeño problema. La casa estaba ocupada y teníamos que esperar dos semanas a que los inquilinos la abandonaran.

Mientras tanto, la agencia de alquiler que nos estaba gestionando la búsqueda nos propuso meternos en un cuchitril que no tenía ni cocina, ni muebles, ni calefacción y el agua caliente era un fino hilillo de agua templada. Como gran aportación de la agencia nos consiguieron un microondas donde poder calentar la comida.

Jesús en el único mueble de la casa y la estantería vacía

En la residencia no podíamos continuar porque nuestra presencia empezaba a levantar demasiadas sospechas, así que no nos quedó más remedio que aceptar el inmundo piso, pero aquello no iba a quedar así.

El segundo paso, una vez conseguido un techo, era encontrar un trabajo. Durante esos primeros días ya nos habían hablado de una empresa llamada City Catering que cogía camareros para trabajos por toda Inglaterra. Allí fuimos y, después de hacer una capacitación de media mañana, nos aceptaron y nos apodaron el Spanish Team porque nos apuntábamos a todos los trabajos juntos. En sus oficinas tenían una pizarra gigante donde iban apuntando los trabajos que salían y si querías hacerlo simplemente escribías tu nombre bajo el mismo.

Con el objetivo de hacernos un nombre y que nos tuvieran en cuenta para trabajos mejores, empezamos a coger los trabajos a los que nadie quería apuntarse. Desayunos en el Royal Hotel de York, un hotel precioso en la ciudad de York, igualmente preciosa. El problema… había que estar a las 06:00 de la mañana y, por tanto, había que salir de Leeds a las 05:00 y, por tanto, si queríamos asearnos mínimamente, la hora de levantarse era entre 3:45 y 4:00. Ahora era yo el extranjero que tenía que darse los madrugones para conseguir salir adelante. No sé cuántos desayunos hicimos, pero fueron unos cuantos. Sin embargo, la estrategia salió bien y al cabo de un tiempo subimos de estatus y empezamos a conseguir mejores trabajos.

Estos eran de lo más variopintos, pero casi siempre relacionados con eventos deportivos, partidos del Leeds United, carreras de caballos entre las que fuimos varias veces a Ascot, Grand National, Chester, partidos de Rugby, partidos de Cricket, eventos de empresas, ferias, congresos, cenas de navidad, servicios en hoteles de lujo, bodas en palacios victorianos, en fin… de todo.

Final Copa del Mundo de Rugby. Australia – Francia

En aquellos trabajos pasamos por todo tipo de aventuras y desventuras. En los primeros servicios el lenguaje de signos era el que nos sacaba de apuros la mayor parte de las veces porque nos costaba horrores entender lo que nos pedían. En las ocasiones que ni el lenguaje verbal, ni el de signos y ni siquiera el lenguaje corporal del manager de turno nos sacaba de dudas había que tirar de inventiva.

En una ocasión estábamos los tres dando un servicio de buffet en el centro de convenciones de Harrogate y el manager se nos acercó a decir algo. Viendo que no conseguía entender ni una palabra de lo que nos decía, que el gesto de aquel inglés empezaba a torcerse, que mis compañeros habían entendido aún menos que yo y se habían quedado totalmente paralizados, cogí el toro por los cuernos y empecé a mover los platos, a recolocar las cosas del buffet y a moverme como un loco fingiendo que había comprendido perfectamente lo que nos había dicho. El Ludo y el Chalamon tomaron mi ejemplo y empezaron a hacer lo mismo hasta que el manager, aparentemente satisfecho, siguió con su ronda de control. Cuando ya estaba a una distancia considerable, mis compañeros se me acercaron y me preguntaron: “¿Qué coño ha dicho?” Mi respuesta, “No tengo ni puta idea”, les dejó perplejos, pero les enseñó una valiosa lección. La carcajada de mis dos amigos nos convirtió en el foco de todas las miradas que veían a tres camareros españoles partirse de risa mientras dos de ellos gritaban “¡eres el fucking master of the universe!”.

Otra de las grandes anécdotas sucedió en el Grand National que se celebra en Aintree, una de las carreras de caballos más importantes del mundo. Allí el Chuso estaba de camarero en un box con un grupo de ricos lores ingleses que apostaban grandes cantidades de dinero. En una de las carreras su caballo resultó vencedor y después de abrazarse como si hubieran ganado la Champions con el Chuso, le recompensaron con 300 libras de propina por la suerte que les había dado. Como dato os diré que el salario del día eran como 50 libras.

Las primeras semanas fueron muy duras, dormíamos los tres juntos en tres colchones que había en la casa, para afeitarnos teníamos que calentar el agua en el microondas porque era la única manera de hacerlo, tuvimos que comprar mantas y sábanas porque en la casa tampoco había. Si todo aquello no era suficiente para desmoralizarnos, había que añadir el hándicap de que solamente podíamos comprar comida precocinada porque no teníamos más que el microondas. Comíamos mal, dormíamos peor y poco, pasábamos frío y ducharse era una tortura medieval.

El acento de la zona era otra de las barreras que tuvimos que afrontar y al principio la comunicación era de todo menos fluida. Los ánimos estaban muy bajos y las dudas empezaban a hacer mella. Una noche, alumbrados por unas velas que tomamos prestadas de unos grandes almacenes (en otros centros lo intentamos, pero fuimos capturados y nos prohibieron la entrada durante un año), nos conjuramos y sobre un libro de gramática inglesa dibujamos las líneas maestras de lo que iba a ser nuestra estancia en aquellas inhóspitas tierras y que se resumían en: “Hermanos, estos hijos de la Gran Bretaña no van a poder con nosotros”. Y no pudieron.

El tercer paso en nuestra estrategia, después de conseguir casa y trabajo, era la formación y para ello nos fuimos al Park Lane College, una especie de instituto donde se impartían clases para extranjeros. Después del correspondiente examen de nivel nos dieron a cada uno nuestros horarios y establecimos la rutina semanal. Clases tres días a la semana por las mañanas, y el resto de días para trabajar y disfrutar de nuestro tiempo. Yo entré en un grupo para preparar el Advanced y allí coincidí con Patricia, una navarrica, muy “majíca” ella, de la que rápidamente me hice amigo y que había ido a Leeds con su novio que iba a la misma clase que el Chuso y el Chalamon.

Carnet de estudiante

Las cosas se iban estabilizando, ya teníamos casa con calefacción, muebles y una habitación con cama para cada uno. La moqueta era la protagonista de todas las habitaciones, incluido el baño, y tenía vida propia porque cualquier cosa que caía, desaparecía en pocos segundos. El horno y el agua caliente funcionaban con gas y aunque el calentador, que estaba situado en el sótano, a veces se apagaba si hacía mucho viento porque no estaba especialmente aislado, la casa reunía las condiciones mínimas de habitabilidad, lo que la convertía para nosotros en todo un palacio después de nuestro primer techo. Estábamos aprendiendo inglés, teníamos trabajo y una vida social bastante aceptable.

Además de los problemas legales que tuvimos con algún centro comercial que ya os he comentado, tuvimos otro acercamiento al sistema judicial inglés. Gracias a una de las personas que conocimos, y que llevaba tiempo en el país, nos enteramos de la posibilidad de solicitar los servicios de un abogado de oficio para luchar por nuestros derechos en materia de alojamiento.

Mr. Akthar, abogado de origen indio, entró en nuestras vidas y después de contarle nuestro caso, incluyendo la experiencia de la primera casa, y de visitar nuestra vivienda nos aseguró que estábamos pagando mucho más del precio de mercado y que podíamos pedir una rebaja en nuestro alquiler. Eso hicimos y durante los primeros meses estuvimos haciendo los papeles necesarios y las acciones requeridas para el proceso. Como todas las materias administrativas, independientemente del país en el que te encuentres, aquellas gestiones llevaron bastante tiempo y como parece que este relato se está alargando demasiado, tendré que contaros la resolución con la canción de la siguiente semana.

La cuarta fase de nuestra estudiada estrategia tenía un contenido más cultural y consistió en conocer todas las fiestas universitarias y la noche de Leeds. En aquellos ambientes no tuvimos tanto problema en mezclarnos y enseguida conocimos todos los garitos de la ciudad, su ambiente, sus horarios y su afluencia, es decir, a qué hora ir a cada uno y cuando parecía que no quedaba nada abierto, donde ir también.

En uno de esos garitos, el Liquid, pasé una de las mejores noches de mi vida, pero para contar esa historia tengo que volver unos años atrás a la época de la Universidad y La Leyenda. Cierro los ojos para recordar bien, rebobinar el tiempo y me tomo unos segundos para poner en orden todos los recuerdos…

Uno de los grupos que conocí en La Leyenda fue Massive Attack y en especial su disco “Mezzaninne” que fue el primero que escuché del grupo de Bristol. Aquel disco fue un bombazo en el restaurante y todo el mundo hablaba maravillas de él, así que no pude resistirme y me lo compré. Me gustó tanto que poco tiempo después me hice con los dos discos anteriores “Protection” y “Blue Lines”. En 1998 vinieron a Madrid a presentar su trabajo y allí que fuimos mi hermano Luis y yo. La Riviera fue el lugar elegido y, entre el olor dulzón, fragante y aromático del humo de la sala, fuimos testigos de uno de los conciertos más impactantes que jamás haya visto, cuyo punto álgido vino con la canción “Unfinished Simpathy”. Aquel fue una de esas audiciones que no te esperas y que te sacuden de tal manera que ya no vuelves a ser el mismo. Mi estupor, mi sorpresa y mi admiración iban en aumento con cada canción que interpretaban y mi único deseo era que el espectáculo no acabara nunca. BRUTAL. Ese concierto, esa canción en especial y la cara de asombro tanto de mi hermano como mía permanecerán para siempre en mi memoria.

Pues bien, abro los ojos de nuevo y, después de unos instantes de aturdimiento por el viaje musico-espacial, me veo en la casa de Leeds preparándome para salir. Era una de las últimas noches antes de volver a España por Navidades y al Chalamon y a otros amigos que conocimos allí, les había tocado trabajar esa noche. El plan era que, una vez que terminaran, nos veríamos en el Majestic, una disco muy pija del centro de la ciudad. El Chuso y yo fuimos a la hora establecida con la mala suerte que no nos dejaron pasar, así que decidimos irnos al Liquid esperando que nuestros amigos tuvieran la misma idea.

La noche comenzó mal y los ánimos estaban un poco por los suelos, ya sabéis, el manejo de las expectativas es algo complicado, pero los dos estábamos seguros de que podíamos enderezarla con una pequeña dosis de ilusión que levantara nuestros espíritus. Poco a poco el optimismo se fue apoderando de nosotros para hacernos dueños de la pista de baile. Después de un buen rato de dejar nuestros espíritus fluir con la energía del lugar, las luces se apagaron y dieron paso a las primeras notas de la canción de cierre, una melodía reconocible para mí. Era de nuevo el “Unfinished Simpathy” que nos transportó definitivamente a otros mundos que soy incapaz de describir. Aquella sensación fue, al menos para mí, el elemento que terminó de confirmar la unión que tenía con aquel gigante que, unos años antes, se había acercado a mí con la intención de entablar una conversación aparentemente sin trascendencia. Fue una unión espiritual que, a pesar de todos los excesos de esa noche, conservo perfectamente en mi cabeza porque fue una noche perfecta exclusivamente para él y para mí…

Unos minutos después de alabar al DJ del garito y decirle no sé cuántas cosas que supongo que no fue capaz de entender, nos miramos y al unísono dijimos: esto no puede acabar así. La siguiente parada no podía ser otra: Casa Loco (Why siesta when you can fiesta).

Carnet de socio

Una vez dentro del antro y con nuestra copa ya en la mano, divisamos al fondo de la sala un perfil que nos era familiar. Al acercarnos, pudimos distinguir sin ningún género de duda al Chalamon acompañado de otros compañeros. El círculo mágico de esa noche acababa de cerrarse y los tres amigos, que unos meses antes se calentaban con unas velas robadas conjurándose contra todos, ahora bailaban abrazados celebrando el triunfo sobre una sociedad, que en un principio fue hostil con ellos pero que, poco a poco, fueron ganando.

A primeras horas de la mañana cogíamos el autobús de vuelta a casa con el agotamiento de una noche intensa en nuestros cuerpos, pero con el gozo en nuestras almas por saber que esa amistad ya podría resistir cualquier envite que la vida nos diera.

Tras unos días de descanso y de recuperación, el mismo día 24 de diciembre y sin decir nada a mis padres, cogía un vuelo de vuelta a Madrid para pasar las Navidades en casa. Había que hacer balance de todo lo que nos había pasado en esos tres intensos meses y coger fuerzas para afrontar lo que nos quedaba por delante y la mejor manera era hacerlo acompañado de la familia. La cara de sorpresa de mi madre y el abrazo que me dio fue tan intenso que todavía puedo sentirlo y nos hubiera podido convertir en protagonistas vitalicios de los anuncios de El Almendro.

La canción de hoy es sin duda una de mis favoritas de todos los tiempos y cada vez que la escucho no puedo evitar recordar esos dos momentos que viví con mi hermano y con mi amigo. Una vez más, la música había sido la protagonista de una experiencia de unión tan fuerte que es imposible para mi separar una cosa de la otra y ya puedo estar haciendo cualquier cosa que, al escuchar de nuevo el comienzo de la canción, me transporta inmediatamente y con una claridad asombrosa a estos dos momentos tan especiales de mi vida.

I know that I’ve imagined love before
And how it could be with you

Really hurt me, baby, really cut me, baby
How can you have a day without a night?
You’re the book that I have opened
And now I’ve got to know much more

The curiousness of your potential kiss
Has got my mind and body aching

Really hurt me, baby, really cut me, baby
How can you have a day without a night?
You’re the book that I have opened
And now I’ve got to know much more

Like a soul without a mind
In a body without a heart
I’m missing every part
He he-hey, he he-hey, he he-hey, ay, ay

Aye, aye, aye, aye
Like a soul without a mind
In a body without a heart
I’m missing every part
Like a soul without a mind
In a body without a heart
I’m missing every part
Like a soul without a mind
In a body without a heart
I’m missing every part (part, part, part)

I don’t know where this one came from
I don’t know where this, I don’t know where this
I don’t know where this one came from

Sé que he imaginado el amor antes

Y cómo podría ser contigo

Realmente me duele, nena, realmente me corta, nena

¿Cómo puede tener un día sin una noche?

Eres el libro que he abierto

Y ahora tengo que saber mucho más

La curiosidad de tu beso potencial

Tiene mi mente y mi cuerpo

dolorido

Me duele de verdad, nena, me corta de verdad, nena

¿Cómo puede tener un día sin una noche?

Eres el libro que he abierto

Y ahora tengo que saber mucho más

Como un alma sin mente

En un cuerpo sin corazón

Me falta cada parte

He he-hey, he he-hey, he he-hey, ay, ay

Aye, aye, aye, aye

Como un alma sin mente

En un cuerpo sin corazón

Me falta cada parte

Como un alma sin mente

En un cuerpo sin corazón

Me falta cada parte

Como un alma sin mente

En un cuerpo sin corazón

Me falta cada parte (parte, parte, parte)

No sé de dónde vino ésta

No sé dónde está, no sé dónde está

No sé de dónde vino éste

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14 comentarios en «22. Unfinished Sympathy. Massive Attack»

  1. ¡Qué aventurón! No me extraña que esas vivencias te hayan curtido y unido a los amigos con quienes las viviste…
    ¡Y gran tema, gracias por compartirlo!
    Un abrazo para tod@s, ¡refresquémonos a la salud de Marcos Hammond y de su Spanish Team!

  2. Doy fe de todo lo que pasó en ese concierto, te esperas una noche tranquilita y de repente la música te da la vuelta a la cabeza y ya no te olvidas nunca de ese momento.
    Temazo y conciertazo!!!!!

  3. Made mía Hammond…. conozco al dedillo cada uno de los relatos que cuentas. Y doy fé que esa puta moqueta se lo zampaba todo…. tengo el inmenso privilegio de tener tatuado en mi espalda un trival que me hice junto al Chalamon en Leeds, después de un fin de semana mortal acompañado con una memorable fiesta en la Ministry of sound donde pinchaba el memorable CLAUDIO COCOLUTO.

    • Recuerdo cuando fuisteis a haceros el tatuaje, el del Chalamon era un dibujo mío!! El fin de semana en Londres yo me lo perdí!!

  4. Lo que no cuentas y seguro que los lectores gustan de saber, seguramente por tu humildad, es cómo tiraste del carro en esos primeros meses de aventura inglesa, no solo con el inglés, que indudablemente era más fluido que el nuestro (gracias a tu hobbie de traducir las letras de las canciones Jeje), sino liderando al grupo y marcando los pasos a seguir, con un nivel de motivación y coraje, que sin duda marcaron el devenir de nuestro viaje. Te doy las gracias por ello amigo Hammond.

    The fucking Máster of the Universe !! que recuerdos nene.. 🙂

    Y si, todavía sigo teniendo el tatuaje que me dibujaste, ese tribalito wapo, ya un poco desgastado, que ya siempre me acompañará, y que de alguna manera me vinculo a ti para siempre jejeje

    Ah!! Y Tampoco cuentas la primera fiesta que organizamos y el tremendo éxito que tuvimos jajaja.. con el Hood! Te acuerdas Ludin? Jajaja

    • Jajajajaja, el hood!! No puedo contarlo todo!!! Creo que el éxito fue que todos lideramos a la vez, cada uno ponía sus dotes al servicio de los otros y eso nos hizo tener muchísima fuerza, éramos el jodido spanish team!!

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