Una soleada mañana de enero, de esas que abundan en Madrid, en la que el frío se compensa con los rayos de sol que calientan tu cara y tu alma y que invitan a caminar, Paula, su incipiente tripa, Trujita y yo decidimos dar un paseo y acercarnos al Retiro.
En un momento dado, Paula me comentó algo que me pilló por sorpresa: “No quiero parir en un hospital, prefiero hacerlo en casa”. La promesa interna que se había hecho unos meses antes, durante la pérdida de los gemelos, empezaba a tomar forma y esa era su primera consecuencia. Yo no tenía ni idea de que esa opción existía y la idea que tenía del parto era la que nos habían vendido en las películas de cine. Hay que tener los bártulos preparados, el coche cerca de casa, saber perfectamente el camino al hospital, respira, 1, 2, 3, 4, respira, cada cuanto son las contracciones, por el amor de Dios, ¡en el coche no!, llama a mi madre, ¡QUIERO ESTAR CON MI MADRE! Y ya en el hospital, pasillo arriba y abajo o con la mano apachurrada con cada contracción.
Esa era la labor que yo tenía asignada en mi cabeza para el día del parto, de chófer y de soporte antidolor. Mi mayor preocupación, antes de que Paula me dijera eso, era si, con mi nivel de aprensión a la sangre, iba a ser capaz de mantenerme en pie durante el parto o si íbamos a necesitar una enfermera únicamente para mí. Para que os podáis hacer una idea de mis cotas de aprensión os contaré una historia que sucedió unos años antes.
Cuando vivíamos en Santa Cruz de Marcenado, Paula y yo decidimos hacer una visita a Pichi a los Pirineos y aprovechar para esquiar unos días. Como el aparcamiento en esa zona era complicado, bajamos el equipaje y los esquís y lo dejamos todo junto a un contenedor de obra mientras yo iba a buscar el coche para cargarlo y salir. Cuando llegué, empecé a meter todo en el coche y dejé para el final los esquís con tan mala suerte que, al cogerlos, no vi que justo detrás de ellos, dentro del contenedor, había un retrete de loza roto y me llevé una loncha bastante importante en el dedo anular de la mano izquierda.
El corte fue tan limpio que ni siquiera lo noté, hasta que la sensación de algo viscoso resbalando por mi mano llamó mi atención. Cuando la giré para ver qué era y vi el dedo con el corte y la sangre goteando al suelo, solamente tuve tiempo de apoyar de nuevo los esquís y susurrar: “Parece que me he cortado”.
En ese momento mi mirada se nubló y los músculos de las piernas se convirtieron en mantequilla, incapaces de sujetarme. Una vez en el suelo, pude escuchar una lejana voz que decía: “Mi novio se ha cortado y se ha desmayado, llamen a una ambulancia”. Lo siguiente que recuerdo es que estaba dentro del bar de la esquina mientras me apretaban el dedo con una gasa a la espera de la ambulancia.
Allí mismo, los sanitarios de la ambulancia, que llegó bastante rápido, me curaron como pudieron, pero nos mandaron al hospital a darme puntos. Una vez el dedo estaba cosido, tapado y ya no salía más sangre, recuperé la compostura y, a pesar de notar el corazón latiendo en mi dedo, pregunté al médico: “Podré esquiar, ¿no?”. “No deberías”, respondió. Os podéis imaginar el caso que le hice.
Pues bien, a semejante espécimen, flojo y cagueta, le estaban diciendo que iba a ser él quien atendiera a su mujer durante el parto con todo lo que eso suponía.
Un escalofrío recorrió mi cuerpo mientras visualizaba el día del nacimiento y el miedo asaltó mis pensamientos. ¿Y si cuando empiece el parto, el que se desmaya soy yo? ¿Y si no soy capaz de aguantarlo? ¿Y si me bloqueo y tengo que salir de allí? ¿Tú sabes lo que me estás pidiendo?
De repente, un rayo de sol se abrió camino entre una de las pocas nubes que teñía de blanco el cielo en esa mañana de invierno, iluminó directamente mi cara y tuve una revelación. “Serás capullo. La que va a sufrir los dolores del parto, la que se va a partir en dos para traer a este mundo a tu hijo, la que va a tener que apretujar todos sus órganos durante meses para que el niño tenga sitio para ir creciendo, es Paula, así que deja de pensar en gilipolleces y apoya a tu mujer en todo lo que te pida”. Ese pensamiento marcó el rumbo de los siguientes meses…de chófer nada, chaval.
Paula ya había investigado y sabía que había varias opciones de matronas que acompañaban el parto en casa. Por cercanía y por confianza elegimos una asociación que se llamaba Génesis y todos los martes acudíamos, dando un paseo desde nuestra casa hasta la calle León en el madrileño barrio de Las Letras, a un curso de preparación, junto con otras parejas que habían tomado la misma decisión que nosotros.
La rutina siempre era la misma. Para empezar una serie de ejercicios preparatorios para ir haciendo conscientes a las mujeres de su cuerpo y para ir preparándolo para el momento del parto. A continuación, mi parte favorita, 15 minutos de relajación con tu pareja, que yo usaba para relajarme al máximo, hasta notar la baba cayéndome por las comisuras de los labios.
Para terminar, una charla en la que cada día nos iban explicando las diferentes fases del parto. Al final de cada ciclo, llegaba la clase más intensa y emocionante en la que parejas que acababan de pasar por esa increíble experiencia, relataban sus vivencias, sus miedos, sus alegrías, sus errores y sus aciertos, mientras daban de mamar a sus recién nacidos.
Desde el primer momento confié en Paula. Tal era su seguridad en que todo iba a ir bien, que en ningún momento se me pasó por la cabeza la posibilidad de echarme para atrás y pedirle que reconsiderara su decisión. La mayoría de mensajes que nos llegaban de nuestros seres queridos, amigos, familiares, conocidos, casi todos desde la preocupación y el amor que nos tenían, eran que aquella idea era una locura, que era un retraso, que no entendían como podíamos renunciar a tantos años de avances médicos, que, teniendo la posibilidad de eliminar el dolor del parto, les resultaba incomprensible renunciar a ello tan alegremente y que si no teníamos miedo.
Eso, los que se atrevían a decírnoslo, pero también sabíamos que había gente que no lo verbalizaban, pero lo pensaban. Por primera vez en mi vida pude notar sobre mis hombros el peso de la presión social. Sin embargo, Paula siempre respondía lo mismo: “A mí me da más miedo parir en un hospital que parir en casa. Durante millones de años la mujer ha sido capaz de parir en todo tipo de circunstancias, somos mamíferos y en nuestro ADN está grabado a fuego que somos capaces, que podemos, porque si no pudiéramos la especie humana se habría extinguido hace mucho tiempo. No, no tengo miedo porque sé que puedo hacerlo”.
Cada vez que escuchaba a Paula decir esas palabras de una manera tan calmada, tan empoderada y con tal convicción, yo crecía unos centímetros de puro orgullo y, si ella estaba tan segura, yo tenía que estar a la altura.
Durante seis meses estuvimos acudiendo a esas clases preparatorias y durante esos seis meses desarrollamos una relación con cada una de las matronas. No sabíamos quién iba a ser la afortunada de atender nuestro parto, pero teníamos una gran confianza en todas ellas. En el último mes, teniendo en cuenta la fecha posible de parto y sus turnos, nos asignaron una matrona principal que era la que probablemente acudiera el día del nacimiento. En nuestro caso, la matrona asignada fue Jero.
Jero tenía una mirada dulce y una risa que lo llenaba todo, pero también era firme en sus decisiones, profesional y confiable.
El mes de junio de 2009 resultó ser abrasador en Madrid. Por las noches el asfalto sudaba el calor acumulado del día que subía por las paredes de los edificios y se metía en lo pisos sin aire acondicionado. Una de esas bochornosas noches, Paula decidió que se iba a dar un baño antes de dormir a ver si conseguía quitarse esa sensación pegajosa de calor.
Bat Out of Hell
Yo me metí en la cama y, después de unas pocas vueltas, conseguí quedarme dormido. De repente un ruido me sobresaltó. Eran las dos de la mañana y me llamaban al móvil. A medio camino entre el mundo de los sueños y el mundo real, pude ver que Paula no estaba en la cama. Al mirar la pantalla del móvil, vi que la que llamaba era ella. En aquellos momentos mi mente sufrió un cortocircuito, no entendía nada de lo que pasaba. Al responder, comencé a ver un poco de luz sobre aquel misterio que no comprendía. “Amore, vente para el baño que creo que estoy de parto y no puedo salir”.
Cuando llegué, vi el baño iluminado por velas y a Paula metida en la bañera con cara de desesperación. “Llevo un rato intentando salir y no he podido, ayúdame”.
El parto había empezado. Esperamos un poco a llamar a Jero por si se paraba de repente, pero las contracciones continuaban. Había que poner en marcha el operativo. Cerca de una hora después llamamos a Jero que, en poco más de media hora, tocaba el timbre de casa. Las otras dos personas que nos iban a ayudar en esta experiencia eran Ali, amiga de Paula y Pichi. Cerca de las tres de la mañana llamé a Pichi, que estaba en su casa de Pirineos. “Coge el coche y vente para acá”
Después de pasar un rato en un colchón, que habíamos instalado en el salón, Paula decidió que donde más a gusto se sentía era en el cuarto de baño, así que allí nos fuimos los dos solos, a pasar el proceso de la dilatación de una manera calmada e íntima. No había prisas, no había nadie que nos dijera lo que teníamos que hacer, no había luces cegadoras, ni ruidos por los pasillos, ni incómodas posturas. Únicamente estábamos Paula y yo abrazados con cada contracción, pasando por aquella experiencia de la manera que nuestra intuición y los miles de años de sabiduría femenina, que Paula tenía grabada en su subconsciente, nos indicaban. Solo debíamos creer, confiar y dejar que la naturaleza nos enseñara el camino.
Ali llegó sobre las 04:00 de la mañana y se encargó de la parte más operativa…Trae toallas, pon agua a calentar, busca un poco de aceite, prepara los empapadores, etc y de la parte más visual, video y fotos.
Jero venia de vez en cuando para verificar que todo estaba bien y para vigilar que el proceso seguía su curso. Su sonrisa, su energía calmada, su voz dulce nos sacaban del trance en el que nos encontrábamos Paula y yo en ese baño a oscuras y nos reconfortaba con sus palabras.
A eso de las 8:30 de la mañana, Jero, alarmada por la agitada respiración de Paula y por los sonidos guturales que salían de su garganta que a ella le relajaban y que a mí me removían por dentro por verla sufrir y por no poder hacer mucho más que acompañarla (y dejarme morder en algún momento de confusión), vino de nuevo al baño para ya no salir más.
Paula, que había pasado casi todo el parto sentada en el váter, decidió que estaba más cómoda a cuatro patas y con su cabeza apoyada en mis piernas mientras yo estaba sentado en el borde de la bañera. Justo en frente tenía un espejo que me permitía ver todo lo que sucedía. Los sonidos de esfuerzo que salían de lo más profundo de Paula eran como un canto ancestral que encogían mi alma, yo no tenía dolores físicos, pero podía sentir a través de esos gritos el dolor por el que Paula transitaba. Esa sensación me conectó con ella de una manera que, de nuevo, no puedo explicar, pero cada vez que escuchaba los “quejíos” sentía que estaba acompañándola de la única manera que podía, pero a la vez de la manera que Paula necesitaba.
A eso de las 9:10 todo se precipitó, las contracciones ya no eran como las anteriores y Paula sentía la necesidad de empujar. “¿Empujo?” Preguntó a Jero. “Si tienes ganas de empujar hazlo”.
Después de un grito desgarrador, a las 9:15 de la mañana del día 12 de junio, pude ver como la cabeza de mi hijo asomaba y segundos después, el resto del cuerpo que Jero recogió con delicadeza para pasarlo a los brazos de Paula.

No lloré. La emoción que sentí era algo completamente nuevo. No tenía ganas de llorar, solo quería acariciar a mi mujer, contemplar esa imagen para guardarla bien en mi memoria, y sobre todo sentirme completamente orgulloso y admirado del valor, el coraje y la capacidad de sufrimiento de Paula. Si ya estaba enamorado de ella hasta las trancas aquel sentimiento no hizo más que ratificar que era el hombre con más suerte del mundo.
El pequeño Ibón ya estaba en los brazos de su madre que se desplazó, como pudo, hasta el salón, de nuevo al colchón que teníamos preparado a esperar el alumbramiento de la placenta. Tanto Paula como yo nos instalamos en un plano superior de consciencia, embriagados por el olor de recién nacido, exhaustos por el esfuerzo realizado y maravillados de la nueva vida que teníamos entre los brazos. La consecuencia de aquella elevación de nuestros espíritus fue que nos olvidamos de la placenta. Pese a todos los conocimientos y consejos que escuchamos durante los meses de formación, el momento de tener a Ibón pegado a sus pechos, para nosotros supuso como el fin del proceso.
En un principio, Jero nos dejó disfrutar de esos momentos tan únicos y especiales, pero viendo que no éramos capaces de aterrizar por nosotros mismos, nos lanzó un mensaje claro: “Tierra llamando a Paula, hay que bajar de la nube y centrarnos en la placenta. O conseguimos que salga ya o vamos a tener que irnos al hospital”
Aquella era la peor de las amenazas. Enfrentarnos al tráfico, al coche, a los médicos, era algo que me parecía completamente fuera de mi capacidad en esos momentos.
Al cabo de un par de inyecciones de oxitocina, y una hora de tensa espera, salía la placenta íntegra. Era importante revisarla bien para verificar que estaba completa y, tras unos breves instantes, Jero nos confirmó que estaba todo bien. Aunque Paula perdió sangre, los cuidados de Jero y los batidos de fruta de Ali obraron milagros y poco a poco fue recuperándose. Ese fue el comienzo de la relación amor-odio de Paula con sus placentas y que tendría varios capítulos más y, además, fue el comienzo de mi carrera como matrona que tendría algunos nuevos episodios y un punto álgido, pero tranquilos que ya llegaremos.

Decidí sacar a Truja a hacer sus necesidades. Había que salir de la burbuja. Nada más pisar el suelo de la calle, vi a mi hermano con el rostro fatigado por el viaje desde los Pirineos, casi corriendo por el Paseo de Santa María de la Cabeza, llegando a casa. “No te preocupes, ya ha nacido” y nos fundimos en un abrazo que nunca podré olvidar. “Anda, acompáñame a sacar a Truja y ya subimos después”.
Ibón nació sin prisas, sin que nadie ni nada le indicara lo que tenía que hacer, sin drogas, únicamente siguiendo su propio instinto. Poco a poco madre e hijo tuvieron su particular y único baile, en el que los dos iban acomodándose a las necesidades el uno del otro, en el que la compenetración entre ambos fue mágica, los movimientos de la madre eran recibidos por el hijo que los interpretaba a la perfección para continuar con ese baile inconsciente, ancestral y animal.
He decidido, con el permiso de Paula, compartir el video del nacimiento de Ibón. Sé que hay imágenes que pueden ser excesivamente crudas y que a mucha gente puede que les resulten demasiado potentes. A nosotros nos parece que es la vida abriéndose paso, que son imágenes de la naturaleza y de la vida, que todos hemos pasado por ahí y que, a pesar de parecer imágenes prohibidas, realmente deberían ser imágenes celebradas. El poder de las mujeres es infinito, al igual que su sabiduría y si alguien encuentra algo feo o que debería ser escondido, entonces es que después de miles de años, todavía no hemos entendido nada.
En todo caso, el que avisa no es traidor y no quiero ser responsable de ningún desmayo o de ningún trauma post video. “El viaje de Ibón” no es más que el camino que recorrimos Paula y yo durante los nueve meses de embarazo y el parto. Un viaje alucinante que cambió nuestras vidas y nos convirtió en padres y en personas más sabias. Debido a las restricciones de youtube, tendréis que pinchar el enlace si queréis verlo.
Los siguientes días, gracias a la ayuda de las personas que habíamos elegido, nos dedicamos solo y exclusivamente al cuidado y disfrute del niño y a la recuperación de la madre. Debido al asfixiante calor nos instalamos en la penumbra para hacer más llevaderos esos días y, poco a poco, en un clima de absoluta tranquilidad y rebosantes de felicidad, fuimos recibiendo a nuestros amigos y familiares que se acercaban a conocer a Ibón.
En los ratos en los que Paula no estaba dándole de mamar o cuando necesitaba descansar, ducharse, hablar por teléfono o lo que fuera, yo cogía al pequeño en brazos y me daba largos paseos por la casa, mirando sus facciones y pensando en su futuro. En esos momentos de unión tan especial, una canción se me venía repetidamente a la cabeza y en especial una estrofa, que le cantaba una y otra vez:
“Oh, baby you’re the only thing in this whole world
That’s pure and good and right
And wherever you are and wherever you go
There’s always gonna be some light«
O lo que es lo mismo:
“Oh, baby tú eres lo único en todo el mundo que es puro y bueno y correcto. Y dondequiera que estés y dondequiera que vayas siempre habrá algo de luz».
No solo me emocionaba, si no que era capaz de visualizar a mi primogénito en el futuro siendo esa luz que guiara a los demás hacia algo puro y bueno. Ilusiones de un padre primerizo…

Meat Loaf es otro de mis ídolos que se coló en nuestra casa en los años 80 a través de uno de esos programas musicales que solía haber en la tele. Y si hablo de Meat Loaf, una persona me viene inmediatamente a la mente: mi hermana Arancha. Ella es la quinta, la que va después de mí y, probablemente, con la que más me he peleado en mi infancia. Aunque nuestros gustos musicales diferían mucho, resulta que en el gran cantante americano teníamos un punto en común.
A pesar de esas continuas peleas, el recuerdo propio más antiguo que conservo es con ella, no tendría yo más de 4 años. Los dos íbamos a la misma guardería y un día, mientras yo jugaba en el patio, pude ver a mi hermana Arancha que corría perseguida por otro niño. Al pasar junto a mí, me pareció que aquel juego no le estaba gustando mucho y decidí actuar sacando la pierna justo en el momento en el que el perseguidor estaba a mi altura. El resultado fue un vuelo sin motor del pobre niño que no sabía lo que había pasado mientras yo silbaba mirando hacia otro lado.
Esa fue la única ocasión en la que mi hermana Arancha necesitó de mi ayuda. Siempre fue la más independiente, la que siempre hacía lo que le daba la gana y a la que menos le importaban las broncas de mi padre. Era rebelde, pero sin llamar demasiado la atención, simplemente hacía lo que quería en cada momento y esa capacidad siempre fue motivo de mi admiración. Con el paso de los años, la rebeldía fue dejando paso a una personalidad más calmada para seguir haciendo lo que quería en cada momento sin hacer grandes alardes de ello. Su fortaleza, decisión y sentido del humor hacen que sea capaz de sortear todas las dificultades que la vida la pone con una sonrisa y, ya sabéis, que una sonrisa es lo único que se necesita para ser feliz.
El disco de “Bat out of hell” siempre ha sido uno de mis favoritos y lo considero una de las grandes obras del rock. En su momento vendió más de 45 millones de copias, aunque, en un primer momento, ningún ejecutivo de las grandes discográficas creyó en él, pese a contar con colaboraciones tan importantes como las de Roy Bittan y Max Weinberg (E-Street Band). Desgraciadamente nunca pude verle en directo ya que, además de no venir a España, se vio forzado a reducir drásticamente sus actuaciones en directo porque ponía tanta energía e ímpetu que acababa por afectar a sus cuerdas vocales y a su salud. Como ya os comenté en una de las primeras canciones, el cantante falleció a principios de este año dejándonos un puñado de temazos, pero sobre todo dejándome una frase y una ilusión para el futuro de mi primer hijo, Ibón: que sea luz en momentos de oscuridad.
The sirens are screaming, and the fires are howling
Way down in the valley tonight
There’s a man in the shadows with a gun in his eye
And a blade shining oh so bright
There’s evil in the air and there’s thunder in the sky
And a killer’s on the bloodshot streets
And down in the tunnels where the deadly are rising
Oh, I swear I saw a young boy down in the gutter
He was starting to foam in the heat Oh, baby you’re the only thing in this whole world
That’s pure and good and right
And wherever you are and wherever you go
There’s always gonna be some light
But I gotta get out, I gotta break it out now
Before the final crack of dawn
So we gotta make the most of our one night together
When it’s over, you know
We’ll both be so alone Like a bat out of hell, I’ll be gone when the morning comes
When the night is over, like a bat out of hell
I’ll be gone, gone, gone
Like a bat out of hell
I’ll be gone when the morning comes
But when the day is done
And the sun goes down
And the moonlight’s shining through
Then like a sinner before the gates of Heaven
I’ll come crawling on back to you I’m gonna hit the highway like a battering ram
On a silver-black phantom bike
When the metal is hot, and the engine is hungry
And we’re all about to see the light
Nothing ever grows in this rotting old hole
And everything is stunted and lost
And nothing really rocks, and nothing really rolls
And nothing’s ever worth the cost Well I know that I’m damned if I never get out
And maybe I’m damned if I do
But with every other beat I’ve got left in my heart
You know I’d rather be damned with you
Well, if I gotta be damned, you know I want to be damned
Dancing through the night with you
Well, if I gotta be damned, you know I want to be damned
Gotta be damned, you know I want to be damned
Gotta be damned, you know I want to be damned
Dancing through the night
Dancing through the night
Dancing through the night with you Oh, baby you’re the only thing in this whole world
That’s pure and good and right
And wherever you are and wherever you go
There’s always gonna be some light
But I gotta get out, I gotta break it out now
Before the final crack of dawn
So we gotta make the most of our one night together
When it’s over, you know
We’ll both be so aloneLike a bat out of hell, I’ll be gone when the morning comes
When the night is over, like a bat out of hell
I’ll be gone, gone, gone
Like a bat out of hell, I’ll be gone when the morning comes
But when the day is done
And the sun goes down
And the moonlight’s shining through
Then like a sinner before the gates of Heaven
I’ll come crawling on back to youThen like a sinner before the gates of Heaven
I’ll come crawling on back to youWell, I can see myself tearing up the road, faster
Than any other boy has ever gone
And my skin is raw, but my soul is ripe
And no one’s gonna stop me now, I’m gonna make my escape
But I can’t stop thinking of you
And I never see the sudden curve ‘til it’s way too late
And I never see the sudden curve ‘til it’s way too lateThen I’m down at the bottom of a pit in the blazing sun
Torn and twisted at the foot of a burning bike
And I think somebody somewhere must be tolling a bell
And the last thing I see is my heart, still beating
Breaking out of my body and flying away
Like a bat out of hell Then I’m down in the bottom of a pit in the blazing sun
Torn and twisted at the foot of a burning bike
And I think somebody somewhere must be tolling a bell
And the last thing I see is my heart
Still beating, still beating
Breaking out of my body and flying away Like a bat out of hell
Oh, like a bat out of hell
Oh, like a bat out of hell
Oh, like a bat out of hell (I’ll be gone when the morning comes)
Oh, like a bat out of hell (I’ll be gone when the morning comes)
Oh, like a bat out of hell
Las sirenas están gritando, y los incendios están aullando
En el valle esta noche
Hay un hombre en las sombras con un arma en el ojo
Y una cuchilla que brilla con fuerza
Hay maldad en el aire y hay truenos en el cielo
Y un asesino está en las calles ensangrentadas
Y abajo en los túneles donde los mortales se levantan
Oh, juro que vi a un joven en la cuneta
Estaba empezando a hacer espuma en el calor
Oh, nena, eres lo único en este mundo
Que es puro y bueno y correcto
Y dondequiera que estés y dondequiera que vayas
Siempre habrá algo de luz
Pero tengo que salir, tengo que salir ahora
Antes de que amanezca
Así que tenemos que aprovechar al máximo nuestra única noche juntos
Cuando se acabe, ya sabes
Los dos estaremos tan solos
Como un murciélago del infierno, me iré cuando llegue la mañana
Cuando la noche termine, como un murciélago del infierno
Me iré, me iré, me iré
Como un murciélago del infierno
Me iré cuando llegue la mañana
Pero cuando el día termine
Y el sol se ponga
Y la luz de la luna brille
Entonces, como un pecador ante las puertas del cielo
Volveré arrastrándome hacia ti
Voy a golpear la carretera como un ariete
En una moto fantasma negra y plateada
Cuando el metal esté caliente, y el motor esté hambriento
Y todos estamos a punto de ver la luz
Nada crece en este viejo agujero podrido
Y todo está atrofiado y perdido
Y nada realmente mola, y nada realmente rueda
Y nada vale la pena el costo
Bueno, sé que estoy condenado si nunca salgo
Y tal vez estoy condenado si lo hago
Pero con cada latido que me queda en el corazón
Sabes que preferiría estar condenado contigo
Bueno, si tengo que ser condenado, sabes que quiero ser condenado
Bailando toda la noche contigo
Bueno, si tengo que ser condenado, sabes que quiero ser condenado
Si tengo que ser condenada, sabes que quiero ser condenada
Si tengo que ser condenada, sabes que quiero ser condenada
Bailando a través de la noche
Bailando a través de la noche
Bailando a través de la noche contigo
Oh, nena, eres la única cosa en este mundo
Que es puro y bueno y correcto
Y dondequiera que estés y dondequiera que vayas
Siempre habrá algo de luz
Pero tengo que salir, tengo que salir ahora
Antes de que amanezca
Así que tenemos que aprovechar al máximo nuestra única noche juntos
Cuando se acabe, ya sabes
Los dos estaremos tan solos
Como un murciélago del infierno, me iré cuando llegue la mañana
Cuando la noche termine, como un murciélago del infierno
Me iré, me iré, me iré
Como un murciélago del infierno, me iré cuando llegue la mañana
Pero cuando el día termine
Y el sol se ponga
Y la luz de la luna brille
Entonces como un pecador ante las puertas del cielo
Volveré arrastrándome hacia ti
Entonces, como un pecador ante las puertas del cielo
Volveré arrastrándome hacia ti
Bueno, puedo verme a mí mismo arrancando el camino, más rápido
Que ningún otro chico ha ido nunca
Y mi piel está cruda, pero mi alma está madura
Y nadie va a detenerme ahora, voy a hacer mi escape
Pero no puedo dejar de pensar en ti
Y nunca veo la curva repentina hasta que es demasiado tarde
Y nunca veo la curva repentina hasta que es demasiado tarde
Entonces estoy en el fondo de un pozo en el sol abrasador
Desgarrado y retorcido al pie de una bicicleta en llamas
Y creo que alguien en algún lugar debe estar tocando una campana
Y lo último que veo es mi corazón, aún latiendo
Saliendo de mi cuerpo y volando
Como un murciélago del infierno
Entonces estoy en el fondo de un pozo en el sol abrasador
Desgarrado y retorcido al pie de una bicicleta en llamas
Y creo que alguien en algún lugar debe estar tocando una campana
Y lo último que veo es mi corazón
Todavía late, todavía late
Saliendo de mi cuerpo y volando
Como un murciélago del infierno
Oh, como un murciélago del infierno
Oh, como un murciélago del infierno
Oh, como un murciélago del infierno (me iré cuando llegue la mañana)
Oh, como un murciélago del infierno (me iré cuando llegue la mañana)
Oh, como un murciélago del infierno

1. Jealous Guy. John Lennon.

2. Moonlight Shadow. Mike Oldfield

3. Siempre estás ahí. Barón Rojo

4. Cantante urbano. Topo

5. Here I go again. Whitesnake

6. Blood on blood. Bon Jovi

7. We´ll burn the Sky. Scorpions

8. Kayleigh. Marillion

9. Cum on feel the noize. Quiet Riot

10. Can´t Stop this feeling. REO Speedwagon

11. Luanne. Foreigner

12. Hysteria. Def Leppard

13. Heaven Tonight. Waysted

14. Dreams. The Cranberries

15. Summer of ´69. Bryan Adams

16. Making Believe. Social Distorsion

17. You Shook me all night long. AC/DC

18. Kiss me deadly. Lita Ford

19. Descending. The Black Crowes

20. Special. Garbage

21. Salir. Extremoduro

22. Unfinished Sympathy. Massive Attack

23. Romeo and Juliet. Dire Straits

24. Sometimes. James

25. La leyenda del tiempo. Camarón

26. Pure. Lighting Seeds

27. Malandragem. Cassia Eller

28. Black. Pearl Jam

29. Un suspiro acompasado. Robe

30. Disarm. Smashing Pumpkins

31. Voglio vederti danzare. Franco Battiato

32. Shame on you. Gun

33. One Headlight. The Wallflowers

34. Missing you. John Waite

35. Bat Out of Hell. Meat Loaf

36. By your side. Sade

37. King George. Dover

38. Bobby Jean. Bruce Springsteen

39. Échale, échale. Mártires del Compás

40. So in love with you. Texas

41. Us against the world. Coldplay

42. Sandstorm. Darude

43. Sweet Child O´Mine. Guns and Roses

44. Don´t Stop believing. Journey

45. What you give. Tesla

46. Times like these

47. So Long Marianne. Leonard Cohen

48. Next to me. Imagine Dragons

49. Lo bueno y lo malo. Duquende

Tremendo capítulo!! El milagro más grande de la Naturaleza.
Sin duda!!!
¡Ufff con este si que he llorado!
¡Ánimo, Marcos! ¡Ya sólo quedan tres partos!
También me ha encantado este capítulo. He llorado un montón porque me han emocionado mucho tus palabras porque están llenas de sinceridad cuando describes tus sentimientos. Otra vez te doy las gracias porque nos haces recordar muchos momentos importantes de nuestras vidas. Un beso.
Tus palabras me han hecho valiente y «mayor». He visto el video entero y lo he vivido de una manera maravillosa, sin miedo, sin tensiones. Otra vez, gracias.
Madre mía Marcos,
Gracias por compartirlo, Que valientes. Joder!!!.
Y todavía quedan más partos no???
Gracias Paloma!!! Alguno más queda!!! Y además son bastante seguidos!!!!
Impresionante que valientes!!!gracias por compartir esos momentos tan salvajes, íntimos,naturales y brutales,,,que bonito el respeto y apoyo tan necesario hacia tu mujer!!!!que suerte teneros el uno al otro y la elección de vuestro hijo….he llorado mucho de emoción GRACIAS
Gracias Alicia! Qué bonito llorar de emoción!!!
Si y además las lagrimas son dulces!!!!!
Que momentazo. Ibon bienvenido… A lágrima viva me la he leido, bailado y cantado, por como lo cuentas, por vuestra valentía, por enseñarnos algo tan vuestro y tan natural, precioso y lleno de amor y de fuerza. Paula jabata, luego os animásteis con el delantero enchufao no?.
Sería la suerte de la trujita o la teoría de tus hijos, que tiene mucha miga, pero sea lo que sea, ya lo dijo Drexler.
Todos los altibajos de la marea
Todos los sarampiones que ya pasé
Yo llevo tu sonrisa como bandera
Y que sea lo que
Sea
PD. Ya casi t’atrapo