Bringing on the heartbreak. Def Leppard

El verano ya está aquí. Los horarios, sobre todo los de las cenas, han cambiado y eso es señal clara de que el verano ha llegado.

No os voy a hablar del verano de los adultos que realmente supone todo un reto para los padres trabajadores. Ese verano no me interesa.

A mi el que me interesa es el verano de verdad, el verano de los 8, 9, 10, 11, 12, 13, 14 y adelante años.

En realidad, esos veranos ya os los conté el año pasado y creo que la cosa quedó clara. Si tienes mala memoria o te has incorporado tarde a este relato, no tienes más que retroceder a la canción Here I go Again de Whitesnake

Tengo la suerte que desde la ventana donde tengo el ordenador puedo ver el interior de la urbanización y todo tiene una luz especial. Mientras escribo puedo ver como mis hijos saltan la valla que da al jardín (en lugar de salir por la puerta como personas normales, pero claro, ¡es que ellos no son normales!), para ir a la pista a jugar al fútbol, a la piscina o a buscar a algún amigo de la urba que esté aburrido y quiera pasar el rato acompañado.

Si no se anima nadie al fútbol, es muy posible que en un rato el número de niños se habrá incrementado hasta que sean suficientes para jugar al “Caníbal”. No sé exactamente en qué consiste ni cuales son las reglas de este juego, pero debe de ser algo parecido a lo que jugaba yo con sus edades.

Los horarios también son más o menos los mismos que en esos lejanos y calurosos días de mis veranos del colegio. Sobre las nueve de la noche van apareciendo niños hambrientos. Este año ya han recibido las instrucciones preveraniegas pertinentes. Son muy pocas, pero importantes:

Cuando llegues de la piscina, bañador y toalla a secar

Si quieres cenar, búscate la vida.

A las 12 de la noche todos a casa. No me importa si no habéis acabado la partida o queda alguien escondido imposible de encontrar. A las 12 de la noche, tal y como predicaba mi padre, cada mochuelo a su olivo.

Básicamente esa es la vida actual de mis hijos, bro.

Disculpadme, se me ha pegado…demasiado tiempo con los chicos. Espero que sepáis perdonarme.

Han pasado 40 años y la esencia del verano sigue igual. Ahora quedan con sus móviles, llevan peinados con formas geométricas y se llaman unos a otros “bro” pero después de una investigación profunda que me ha llevado los últimos 14 años de mi vida, tengo buenas noticias para la humanidad.

No hemos cambiado tanto como parece. Las relaciones sociales siguen ocupando un lugar primordial en la vida de nuestros hijos y ninguna tecnología puede sustituir esto. Se puede usar esta tecnología, deben aprender a vivir con ella y a sacarle partido, pero deben comprender que no es más que una herramienta para favorecer las relaciones de verdad.

Por el momento y a pesar de estar rodeado de amigos “movilizados”, el mayor no nos ha pedido el móvil. No tengo claro si es que realmente no le interesa demasiado o si lo hace por el mismo motivo porque el que no se pone un pantalón largo aunque esté nevando.

Lo que yo creo es que realmente no le interesan ni los móviles ni los pantalones largos y además esas reivindicaciones le hacen sentirse diferente. Se está construyendo su propia imagen y tiene claro que su personalidad está por encima de marcas, tendencias y modas.

Yo busqué mi forma de protestar y de diferenciarme a través de la música y él busca sus propias formas de construirse una imagen propia.

He de decirlo, me llena de orgullo y satisfacción que mi hijo sea así y que tenga claro que él es único e irrepetible (como tú) y que no tenga miedo de mostrarse tal y como es.

También me da mucha envidia. Yo tardé mucho más en reunir el valor para hacerlo.

Así que, por el momento, tenemos aparcado el tema del móvil, aunque también somos conscientes de que llegará el día que nos lo pida. También sabemos que cuando llegue ese día estará preparado.

Nosotros como padres modernos que somos, discutimos de vez en cuando este tema y aunque Paula está convencida de que ya lo necesita, por el momento sus amigos me escriben a mí para quedar. Soy su medio de comunicación y eso me deja tranquilo, principalmente porque tanto él como sus amigos, por el momento, aceptan esta situación.

Yo pienso que cuanto más estire su tiempo sin móvil, más larga y feliz será su infancia y adolescencia y si conseguimos que tengan una larga y feliz adolescencia, entonces estoy convencido de que lo tendrán todo mucho más fácil.

Todos los años mi padre, por estas mismas fechas, me repetía una misma frase: Aprovecha este tiempo porque sin duda será el mejor de tu vida.

Yo me la tomaba como la típica frase de padre plasta, no tenía ni medio segundo disponible para interiorizar ese mensaje, tenía que salir corriendo a buscar a mis amigos, así que él, como buen vendedor y buen padre, usaba la repetición como arma de ventas.

Tardé mucho tiempo en aprender, ya sabéis que tengo mis dificultades para asimilar cosas nuevas, pero mi padre, que era un gran hombre de ventas, siguió insistiendo y ahora quiero que todos mis hijos recuerden estos veranos del colegio como la mejor etapa de su vida.

En mi casa, el día del cumpleaños de cada uno de nosotros, mi madre nos despertaba siempre con una canción de Mocedades. “Cuando tu nazcas”. Es una canción que una madre canta a su hijo preguntándose qué mundo le quedará. En una de las estrofas ella canta:

“Ojalá que puedas conocer los veranos que he vivido yo”.

Ese deseo, en mi caso, se ha hecho realidad y puedo verlo cada minuto que paso observándoles.

Así que ahora, cada noche, después de preparar unos cuantos bocatas, vuelvo a respirar el mismo aire que hace 40 años, un aire que huele a libertad, a falta de responsabilidades y a amistad. A eso huelen las nubes.

Parece que la nostalgia se ha hecho protagonista del capítulo de hoy, aunque no es una nostalgia triste, al contrario. Así que, si las musas han decidido que hoy había que ir por ahí, ¿Quién soy yo para llevarlas la contraria?

Si cada noche que veo a los niños jugando sin parar, una pequeña parte de mi vuela directamente a las calles sin asfaltar de casa de mis padres, la experiencia del sábado pasado fue un auténtico y genuino viaje en el tiempo.

Motley Crüe y Def Leppard pasaron en su gira europea por Madrid y, como no podía ser de otra manera, yo estuve allí. Primer concierto de Def Leppard con los niños.

Ellos ya conocen mi debilidad por este grupo y, desde que son bien pequeñitos, los han escuchado en casa, junto con una gran variedad de artistas y estilos. Una canción siempre ha destacado entre todas las demás y se ha convertido en un clásico en esta casa.

A veces me sorprendo pensando en el futuro. Cierro los ojos y puedo ver una escena en la que yo ya no estoy, mis hijos son mayores y tienen a su vez hijos e incluso algún nieto ya. En una celebración cualquiera, como tantas otras veces han vivido antes, suena la música y vuelan los abrazos. En un momento dado empiezan a sonar los primeros acordes de esta canción e inmediatamente a los cuatro se les pone una sonrisa en el rostro y sin necesidad de decir nada, piensan en su padre.

Sé que soy muy pesado, pero ese es el poder de la música. Estoy seguro que dentro de muchos años, cuando esa situación aparezca en sus vidas, seguiré viviendo dentro de ellos y volveremos a conectarnos de una manera tan brutal como incomprensible.

Pero el concierto no solamente lo disfruté con mis hijos. Gente muy importante en mi vida estuvo, de nuevo, disfrutando conmigo del viaje en el tiempo. Por supuesto, mis hermanos que me descubrieron el grupo (lástima que mi hermana mayor finalmente no pudiera venir, hubiera sido maravilloso), mi amigo Borja compañero del colegio, de conciertos y de la vida, mis vecinos, también protagonistas de mi vida y de varios capítulos del libro, Víctor y David, mi prima Teresa con su pareja, mi sobrina María y Juan, amigo y compañero de rugby de Pichi.

Como en los últimos conciertos que he ido con él, a Borja le perdimos antes de empezar el segundo concierto, pero no me importa. Habían pasado más de 30 años desde que fuimos juntos la sala Canciller a ver el primer concierto de la gira tras la muerte de Steve Clark y volvíamos a estar juntos el sábado. Nuestra amistad siempre se ha cimentado en la música y después de tantos años esos cimientos siguen fuertes como una rocka.

A mis vecinos hacía tiempo que no los veía, con Víctor hablo más, pero a David hacía mucho, pero mucho tiempo que no le veía. Me parece que los tres tuvimos el mismo viaje. Esta vez nos transportó directamente hasta la habitación de David, que era la más grande de todas nuestras habitaciones, donde escuchábamos sin parar el Hysteria de Def Leppard.

Desde esa habitación vimos y vivimos nosotros tres el concierto, volvimos a tener quince años y volvimos a bailar abrazados una vez más.

Bringing on the heartbreak fue la primera canción que escuché del grupo, mi hermano mayor la había grabado de la radio en una cinta que inmediatamente y sin ningún tipo de permiso ni de pudor, pasó a mi poder.

Dicen que contiene uno de los mejores solos de guitarra de la historia de la música, pero eso tendrá que valorarlo cada uno.

Para muchos esto será una gran tontería, pero mientras sonaba el solo compuesto por el guitarrista favorito de mi hijo y el mío, los dos nos abrazamos y, mirando al cielo, le dimos las gracias.

A ese abrazo enseguida se unió el mayor y allí nos quedamos los tres, rodeados de camisetas negras de nuestros héroes, de melenas, la mayoría ya blancas o llenas de canas, de cinturones de balas, de mallas ajustadas y de un montón de manos con los cuernos bien arriba siguiendo los compases de cada tema.

Por el amor de DIO, que nadie me diga que el rock está muerto.

Gypsy sittin’, lookin’ pretty
The broken rose with laughin’ eyes
You’re a mystery, always runnin’ wild
Like a child without a home
You’re always searching, searching for a feeling
That it’s easy come and easy go

Oh, I’m sorry but it’s true
You’re bringin’ on the heartache
Takin’ all the best of me
Oh, can’t you see?
You got the best of me
Oh, can’t you see?

You’re bringin’ on the heartbreak
Bringin’ on the heartache
You’re bringin’ on the heartbreak
Bringin’ on the heartache
Can’t you see? Oh

You’re such a secret, misty-eyed and shady
Lady, how you hold the key
Oh, you’re like a candle, your flame slowly fadin’
Burnin’ out and burnin’ me, can’t you see?

Just tryin’ say to you
You’re bringin’ on the heartache
Takin’ all the best of me
Oh, can’t you see?
You got the best of me
Oh, can’t you see?

You’re bringin’ on the heartbreak
Bringin’ on the heartache
You’re bringin’ on the heartbreak
Bringin’ on the heartache
Can’t you see? Can’t you see?
No, no, no!

You got the best of me
Oh can’t you see?
You got the best of me
Oh, can’t you see?

You’re bringin’ on the heartbreak
Bringin’ on the heartache
You’re bringin’ on the heartbreak
Bringin’ on the heartache
You’re bringin’ on the heartbreak
Bringin’ on the heartache

La gitana sentada, viéndose bonita
La rosa rota con ojos risueños
Eres un misterio siempre haciendo locuras
Como un niño sin hogar
Siempre estás buscando, buscando un sentimiento
Que viene y va fácilmente

Oh, lo siento pero es verdad
Me estás rompiendo el corazón
Tomando lo mejor de mi
Oh, ¿no lo ves?
Tienes lo mejor de mi
Oh, ¿no lo ves?

Me estás rompiendo el corazón
Me estás rompiendo el corazón
Me estás rompiendo el corazón
Me estás rompiendo el corazón
¿No lo ves? Oh

Eres tan secreta, de ojos brumosos y sombríos
Lady, puedes sujetar la llave
Oh, eres como una vela, tu llama se apaga lentamente
Quemándose y quemándome, ¿no lo ves?

Sólo intento decirte
Me estás rompiendo el corazón
Tomando todo lo mejor de mi
Oh, ¿no lo ves?
Tienes lo mejor de mi
Oh, ¿no lo ves?

Me estás rompiendo el corazón
Me estás rompiendo el corazón
Me estás rompiendo el corazón
Me estás rompiendo el corazón
¿No lo ves? ¿No lo ves?
No, no, no

Tienes lo mejor de mí
Oh, ¿no lo ves?
Tienes lo mejor de mí
Oh, ¿no lo ves?

Me estás rompiendo el corazón
Me estás rompiendo el corazón
Me estás rompiendo el corazón
Me estás rompiendo el corazón
Me estás rompiendo el corazón
Me estás rompiendo el corazón

6 comentarios en «Bringing on the heartbreak. Def Leppard»

  1. ¡Qué temazo! Mira que me gusta el rock, pero soy consciente de que no tuve referentes (familia o amigos) fanáticos del género que me descubrieran grupos míticos del heavy metal como éste y muchos otros. Mi mayor aproximación al género en los ’80, supongo que como para el común de los mortales, fue el «The final countdown» de Europe, que fue número uno de las listas ese año junto a Rick Astley, ya ves tú, igualitos… De ahí salté directamente a Guns’ n’ Roses, ya en los ’90. Lo que me lleva a pensar que tengo muuucho rock que explorar, y también que por qué c***nes no habrá en este país una sola emisora de rock decente (quien me diga que está Rock FM es que no la ha escuchado un buen rato tres días seguidos y sufrido la repetición hasta la saciedad de los mismos 100 temas de su repertorio, y creo que estoy siendo generoso…) 🤯
    Yendo a lo importante, qué duda cabe que los veranos de nuestra infancia y adolescencia son la patria de la felicidad absoluta, a la que, ya de adultos, la memoria nos regala el lujo de volver por unos momentos cada año durante el resto de nuestras vidas, diría que sobre todo en los atardeceres de finales de junio, como los de estos días. Ni el rock ni nosotr@s estaremos muert@s mientras perpetuemos este legado.
    ¡¡Grande como siempre; gracias, Marx!!

    Responder
  2. Marcos me hubiera encantado conocerte, aunque fuera a través de un agujerito, cuando disfrutabas de esos veranos. Muchas gracias por estos relatos tan entrañables. Muchos besos, PalomaC

    Responder

Deja un comentario